Fueron dos días terriblemente intensos. Por un lado, Cristina se encontraba con los nervios a flor de piel y Helen trataba de comprar las benditas pastillas que harían que nuestra amiga dijera adiós a la maternidad. Por el otro extremo, Erick estaba a tan solo horas de irse de nuevo a su ciudad, ya que había alargado demasiado sus vacaciones y ya era momento de que retomara su vida. Estaba en medio de una encrucijada y es que a pesar de jurarle “lealtad” a mi amiga y re jurarle que no le contaría nada a mi hermano, sabía en el fondo que si él supiese la verdad correría a los brazos de ella y tal vez sería tía. Pero sabía también que no era mi decisión y debía guardar silencio. Mi hermano se paseaba por toda la casa recogiendo sus cosas y observando que todo estuviera dentro de su male