Logré llegar a Helen entre empujones de chicos borrachos y miradas poco disimiladas de algunas de mis compañeras, que en el fondo sabía a qué se debían mis lágrimas: Adam. Mi amiga me abrazó y enterré mi cabeza en su hombro mientras lloraba desconsoladamente, aunque no esperaba que me entendiera, solo quería descargar mi frustración. Me había convertido en una mujer empoderada, dentro de lo posible. Quería salir de mi cueva de llantos y disfrutar un poco lo que la vida tenía para entregarme, pero en eso apareció Benjamín con su linda sonrisa invitándome a abrirme a un nuevo comienzo, o eso pensé yo. Me sentía totalmente imbécil. Y sé que no estuve bien, porque quise sacarme a Adam de la cabeza con otro chico y es ahora cuando comienzo a darme cuenta de que la única manera de poder est