Había situaciones incómodas, y luego estaba el encontrarme sentada en aquella cena familiar con muchos ojos sobre mí. El rostro de Adam estaba rojo, aunque no tenía claro el porqué. Vergüenza o ira, por ahí iba la cosa. —¡Exclamó la princesa, carajo!…—susurró Helen. Fue lo primero que escuché luego de mi vómito verbal. Helen y Cristina tenían los ojos abiertos de par en par. Por el contrario, Erick estaba inhalando y exhalando como loco, quizás tenía muchas ganas de que su puño conociese el rostro de Adam o quizás estaba bordeando la locura, quién sabe. Mi madre se levantó de la silla con dificultad y mi padre observó a mi exnovio con rabia contenida en el rostro. —Adam, lárgate de mi casa —habló papá. El recién nombrado abrió la boca con asombro y luego se dirigió a mí. —Georgia, l