Capítulo 4

2804 Words
En el instante en que la puerta había sido cerrada ante sus narices, Rayan inmediatamente había detectado que algo malo sucedería. No fue solamente el hecho de que el alfa líder invitara a su despacho a un joven omega hermoso que no debería de estar presente en una reunión importante, fue más bien la sensación que le brindó los dos alfas que esperaban en el interior lo que le hizo ponerse alerta. Su lobo le advertía que algo malo iba a suceder y él confiaba en el instinto de este, aunque parecía que el interés de su animal recaía demasiado en el omega un poco... Arrogante para su gusto. Y cuando los gritos comenzaron junto con los disparos, el lobo alfa supo que había hecho bien al permanecer alerta e inmediatamente interrumpió en la habitación, ignorando las manos de su compañera que intentó retenerle y mantenerle afuera. Tan pronto como entró, sus ojos grises recorrieron toda la escena ante él, y aun así, lo primero que hizo fue ir por el lobo omega al cual, uno de los alfas invitados se le acercaba sigilosamente con un arma punzante entre sus manos. —Pero, ¿qué...? —balbuceó el cambiaformas omega, jadeante y con un pánico y horror que no pudo ocultar en su tono. —No veas —pronunció volviendo a apresar el pequeño cuerpo entre sus brazos cuanto intentó apartarse. Cubriendo los ojos de Troy, el alfa se aseguró de que el omega no contemplara como su alfa líder asesinaba a sangre fría al imbécil que había intentado herirlo. El cuerpo delgado y pequeño se estremeció entre sus brazos cuando los gritos de dolor llenaron el lugar y luego, Troy se presionó más contra él, casi escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello. Instintivamente gruñó amenazadoramente hacia la causante del temor en el omega, queriendo apartarlo y alejarlo de todo lo que podría asustarlo y también lastimarlo. Sacudiendo el deseo de su lobo por secuestrar a dicho omega, Rayan lo apartó ligeramente para poder observarlo. —¿Estás bien? —preguntó, con sus ojos recorriendo todo el cuerpo pequeño antes de concentrarse en su pálido rostro. Uno, el cual había perdido todo rastro de arrogancia para ser reemplazado con el miedo en aquellos bonitos ojos azul violeta rodeado de unas pestañas largas que los enmarcaba a la perfección. Su lobo simplemente reaccionó ante la vulnerabilidad que percibió en aquellos hermosos orbes y ladró queriendo proteger a dicho joven, pero antes de que pudieran intercambiar más palabras, el lobo omega había sido apartado de sus brazos en un solo movimiento que lo irritó. Viendo al padre del joven revisarlo mientras expresaba su preocupación, Rayan quiso volver a acercarse al detectar una gota de sangre deslizándose por el costado del cuello del omega, pero una cosa le detuvo. O mejor dicho, una persona. Observando la mano que sostenía la suya, subió por el brazo y se encontró con el rostro de su compañera, quien, en ese momento, tenía una expresión demasiada tensa en ella. Permitiendo que la cambiaformas beta tirara de él hasta tenerlo a su lado, Rayan no pudo hacer nada más que observar la escena desde lejos. —¿Qué crees que estás haciendo? —espetó Alana en voz baja, apenas moviendo sus labios rojos. —¿Qué hice? —preguntó en el mismo tono, haciéndose el desentendido. En respuesta, su compañera le golpeó sutilmente en sus costillas, cubriéndolo con un falso abrazo amoroso. —¿Quieres arruinar nuestra oportunidad? —espetó enojada—. Será mejor que te mantengas alejado de todos ellos —ordenó antes de volver a alejarse mínimamente. Volviendo su atención hacia el grupito, realmente no muy interesado en las palabras de la beta, Rayan contempló el rostro del omega, quien de a poco había vuelto a poner esa máscara llena de arrogancia. Y aun así, el chico no era capaz de ocultar totalmente el miedo y shock que le causó el presenciar una escena así donde su vida había sido expuesta al peligro de forma imprudente. —Perfecto, le diré a uno de los empleados que lo busque por mí —anunció con una sonrisa el alfa líder, dejando solo al par para enfrentarlos—. Ustedes, por favor esperen afuera —ordenó antes de alejarse. Observando por última vez al cambiaformas omega, Rayan se sintió algo molesto cuando Alana comenzó a tirar de él, justo cuando había logrado que esos hermosos ojos le observaran nuevamente. —Esperen aquí un momento —ordenó el alfa líder cuando llegaron a la entrada de la mansión y luego se alejó. Quedando a solas, Alana inmediatamente tomó la oportunidad para enfrentarle con el ceño fruncido. —¿Qué crees que estás haciendo? —cuestionó nuevamente, con sus delineadas cejas fruncidas. —Será mejor que borres esa expresión de tu rostro, querida —indicó con fingida preocupación—. Estoy seguro de que esa no es una expresión que tendría una mujer luego de presenciar tal escena. —En primer lugar, ni siquiera habría tenido que presenciarla si te hubieras quedado tranquilo a mi lado, fuera de esa oficina —reprochó, rápidamente borrando su ceño fruncido. —Habría sido más raro que escuchando gritos y disparos, no nos hubiéramos acercado a ver qué estaba ocurriendo e intentar ayudar —argumentó, con su atención cambiando hacia el camino que los llevaba al despacho del líder Waller. —Ese chico... —pronunció Alana, e inmediatamente guardó silencio cuando el alfa líder volvió con ellos. —Listo —anunció Mark, restregando sus manos ahora limpias de sangre—. Un empleado traerá a mi hijo, solo espera unos segundos —expresó, sonriéndole al lobo omega. —No hay problema —respondió Troy, con un intento de sonrisa. —Perfecto, entonces encárgate primero del cuerpo en mi oficina —ordenó observando directamente al otro alfa—. Y tú, sígueme —declaró hacia Rayan. Observando al líder Waller alejarse en dirección contraria a Troy, Rayan ignoró la molestia de su lobo por no quedarse al lado de ese hermoso omega, a pesar de su lado arrogante e idiota, y siguió al otro hombre. Tan pronto como entraron en una habitación, el alfa líder cruzó los brazos sobre su pecho y le observó sin expresión alguna en su rostro. —¿Por qué entraste a mi despacho? —cuestionó directamente al punto. —Bueno, yo... —balbuceó, fingiendo sus movimientos para lucir incómodo ante la mirada del líder mientras pensaba en una respuesta adecuada. —¿Y bien? —presionó. —Yo solo estaba hablando con mi esposa cuando escuché los gritos y disparos —expresó—. Quise alejarme y alejar a mi mujer del peligro, pero Alana recordó al joven omega que había entrado y se preocupó, cuando me observó de aquella forma con sus ojos avellana suplicándome que fuera a ayudarle, no pude negarle nada —explicó y colocó una expresión amorosa—. Nunca puedo. Pasaron unos largos minutos en los cuales el líder Waller solo le observó en silencio, y luego, simplemente relajó su postura y asintió como si le comprendiera. —Está bien, agradezco tu ayuda y lamento que ambos tuvieran que haber presenciado algo como eso —se disculpó. —Mark —pronunció el otro hombre, entrando con toda confianza mientras arrastraba al otro individuo que los había atacado—. ¿Qué piensas hacer con este idiota? —preguntó. —¡Todo esto es tu maldita culpa! ¡Asesino de mierda! —gritó el otro alfa, luchando por verse en la libertad. —Te dije que guardaras silencio —reprochó Lucio, golpeando con fuerza la nuca del hombre, haciendo alarde de esta al dejarle inmediatamente fuera de combate. —Solo llévate a ese idiota de momento, enseguida bajaré con ustedes —pronunció ejerciendo presión en el puente de su nariz. —Seguro —asintió Lucio y luego observó con sospecha a Rayan—. Gracias por ayudar a mi hijo —anunció. —Es lo menos que podía hacer, mi esposa estaba preocupada por él —expresó, logrando inmediatamente que la expresión del hombre se relajara con ello. —Es un gran chico una vez logras conocerlo bien —sonrió mientras empujaba el cuerpo inconsciente sobre su hombro—. Solo si logras entrar en su lado bueno, claro —añadió antes de salir. —Entonces, respecto a tu solicitud —anunció el líder Waller, llamando su atención. —Entenderé si no puede tomar una decisión en este momento considerando lo que ha pasado —aseguró. —No, está bien —respondió, agitando su mano como si no fuera la gran cosa—. Deja que entre tu esposa, esto es algo que deben escuchar en conjunto desde que los dos se estarían mudando aquí —indicó. Asintiendo, Rayan se alejó y abrió la puerta, saliendo por el pasillo, caminó los escasos pasos y llamó a su compañera. —Ven, el alfa líder desea hablar con ambos —informó alzando su mano en su dirección. Con una expresión no muy feliz, Alana dejó de contemplar la puerta y le siguió, tomando su mano. —¿Qué ocurre? —preguntó en voz baja. —Nada —respondió enojada. Dejando el tema para otro momento, el lobo alfa volvió a la habitación con su supuesta esposa. —Entonces —pronunció Mark—. ¿Razón por la cual ambos han decidido dejar su antigua manada? —cuestionó. —Somos de manadas vecinas que no se llevan exactamente bien, cuando se enteraron de nuestro romance nos echaron —respondió Rayan. —Desde entonces hemos estado buscando una manada a la cual permanecer, pero los que estaban cercanos a nuestros territorios no querían aceptarnos para no causar problemas con los demás —añadió Alana. —Comprendo —asintió—. Como procedimiento para aceptar su solicitud, ambos pasarán un par de semanas como prueba, y según su comportamiento y utilidad en la manada, les dejaré ser miembros oficiales de la manada Waller o los echaré, ¿de acuerdo? —expresó con severidad —Por supuesto, suena justo —aceptó Rayan y su supuesta esposa asintió apoyándolo. —Pero... —pronunció la beta, de repente expresando miedo—. ¿Qué sucede con lo de hace un momento? —preguntó atemorizada—. ¿Estos ataques hacia el líder es algo común? —indagó. —No diré que en el pasado no han intentado atacarnos, pero con las leyes del consejo de shifters todo parecía haberse calmado hasta ahora —expresó, y sus ojos negros recorrieron con demasiada atención el cuerpo de Alana, demorándose en la curva de sus pechos expuestos ligeramente ante el corte en "v" del vestido. Si Alana sintió el mismo desagrado que Rayan ante la lasciva mirada del alfa, pudo ocultarlo tan bien como él. —No tienes nada de que preocuparte, la manada Waller es la más tranquila gracias a nuestra joya —sonrió orgulloso—. Ahora, si me disculpan, tengo un asunto que ir a atender —anunció—. Una casa ya ha sido preparada para ustedes según sus necesidades —informó, entregándole un papelito a Rayan con la dirección antes de salir de la habitación. Claro, que no sin antes haberle dado una última mirada a Alana llena de invitación silenciosa que la beta ignoró olímpicamente. —Es un imbécil —anunció su compañera en voz baja una vez estuvieron a solas. —Pero uno que es el líder de su propia manada —le recordó Rayan, saliendo de la habitación. Esperando a que ambos estuvieran fuera de la mansión, Alana observó al alfa una vez se encontraban en el interior de su auto. —¿Crees que mate al hombre que quedó? —preguntó con seriedad. —Pienso que lo hará una vez lo torture para sacarle todo —respondió, observando la mansión mientras echaba a partir el auto. —Alexander tenía razón, algo raro está ocurriendo en esta manada, específicamente, en ese alfa líder —expresó la beta, contemplando a través de la ventana mientras se alejaban. —Repórtalo —ordenó Rayan una vez agarraron distancia. Asintiendo, Alana abrió uno de los compartimientos que tenía el tablero del auto justo enfrente del copiloto y sacó una mediana caja plateada. Abriéndola en su regazo, pieza por pieza, armó un teléfono y contactó con el único número registrado en el celular luego de ingresar un código. —Alexander, aquí los señores Smith —anunció la beta una vez contestaran su llamada. —Apellidos —ordenó. —Cox y Scott —respondió Rayan. —¿Qué puedo hacer por ustedes, mis queridos agentes? —preguntó el representante del consejo. —Tuvimos nuestro primer encuentro con Waller, tan desagradable como esperaba que fuera —respondió la beta con un bufido. —¿Quiere decir esto que lograron infiltrarse? —preguntó con interés el omega. —Nos dieron unas semanas de prueba para comprobar que somos útiles para la manada —respondió el lobo alfa. —Entonces, estarán bien —aseguró—. ¿Algo interesante que reportar de momento? —Bueno, hubo un pequeño problema con otros tipos que querían entrar en la manada, en verdad, solo se presentaron para atacar directamente al alfa líder y uno lo acusó de ser un asesino —reveló Rayan. —Aha... ¿No es eso interesante? —expresó su superior—. Es otra señal que confirman las sospechas del representante del consejo que visita la manada —comentó. —Respecto a eso —pronunció Alana—. ¿El representante sospechaba en alguien en específico o solo del alfa líder Waller? —cuestionó. —¿Por qué? ¿Sospechas de alguien más? —preguntó en cambio. —Podría decirse que tengo a alguien en mente —respondió sin revelar mucho. —Solo tengan cuidado de no ser descubiertos, los tres sabemos lo que ocurren con los traidores —expresó. —Tendremos cuidado —prometió Rayan. Intercambiando un par de palabras más, la llamada finalmente fue terminada y Alana volvió a desarmar el teléfono antes de guardarlo en la caja plateada. —¿A quién es que tienes en mente? —cuestionó Rayan—. ¿Lucio Anderson? —Se nota que hay una confianza entre esos dos —respondió. —Es más que una confianza simple, él incluso lo llamó por su nombre y aceptó fácilmente la orden de este —indicó. —Creo que ya sabemos quién es la mano derecha de Mark Waller —suspiró Alana—. Pero no es solamente él quién viene a mi mente —anunció. —¿Lo dices por Troy? —le observó rápidamente. —Sí —asintió, pensativa—. ¿No te parece extraño que lo hubieran llevado al despacho del líder y que justo después, ocurriera aquel accidente? —cuestionó. —Es extraño que su padre lo expusiera al peligro de tal forma, muchas cosas pueden suceder en reuniones con extraños, y aun así llevó a su propio hijo —comentó el lobo alfa. —Admito que su personalidad no es exactamente la mejor, pero ¿crees que esté tan involucrado como su padre en todo este asunto? —No lo sé, hasta donde tenemos entendido, pudieron haberlo llevado a la oficina debido al poder, es un omega especial después de todo —le recordó. —Cierto, aunque no tenemos ni idea de cuál podría ser el poder del chico —pronunció pensativa—. Debe de ser uno realmente importante debido a la estimación que le tiene el alfa líder —indicó y luego sonrió observando directamente a su amigo y compañero—. Y no sé si el omega es muy inteligente o su arrogancia no le deja ver más allá de sí mismo si ni siquiera cayó ante tus encantos —comentó. —Difícilmente pude usar en realidad mi encanto de alfa —resopló—. Tuve que actuar como un hombre recién casado enamorado, sería un idiota si coqueteara con él —indicó. —Y aun así, no pudiste quitarle los ojos de encima desde que entramos en la habitación, hasta cuando estuviste fuera —observó. —Yo no... —Ni siquiera intentes mentirme —resopló Alana, contemplando la casita de un piso en la que se detenía el alfa—. ¿Quién crees que ha estado acompañándote en todas las misiones a las cuales el consejo nos manda por más de siete años? —argumentó. —Es un ser exquisito para la vista —se excusó, encogiéndose de hombros. Sin querer hablar más del tema, Rayan abrió la puerta del auto antes de que la beta pudiera decir algo más y se bajó. Tenía cosas con las que debía de lidiar con su lobo en ese momento sobre cierto omega arrogante como para que su amiga estuviera inmiscuyendo su nariz.
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