Dejando casi caer la gran caja sellada llena de libros en el suelo, el lobo omega se sentó frente a esta y rasgó la cinta adhesiva con más fuerza de la necesaria, para luego abrirla refunfuñando por lo bajo. Se sentía horrible. No solo había dormido poco producto al horrible suceso en el despacho del alfa líder, sino que su tonta y estúpidamente lo había atormentado en cada oportunidad rememorando el momento en que Rayan, el idiota traidor, lo protegió de la grotesca vista sosteniéndole contra su cuerpo. Uno, que estaba maravillosamente tonificado por lo que pudo sentir a través de la ropa. Y como si eso no fuera suficiente, a propósito o no, su lobo le había mostrado más visiones en el transcurso de la noche, cada una de ellas sobre el estúpido traidor y él estando juntos. No sabía s