No puedo comprender como mi corazón ha resistido al verlo. Pude notar el dolor en sus ojos, la tristeza en su voz, y el resentimiento que siente hacia mí con tan solo escucharlo decir mi nombre. Quiero pensar que esto es mucho mejor a que él sienta que debe estar conmigo en estos momentos y dejar todo atrás. Prefiero que encuentre otro amor que pueda acompañarlo en sus sueños ni no atarlo a mí. Doy vueltas en mi cama pensando en las palabras que dijo en aquel camerino. Su pregunta se repite una y otra vez en mi mente «¿Estas embarazada?»
Como hubiera querido que la respuesta fuera un "si", pero hace más de seis meses que tengo prohibido cualquier tipo de posibilidad de que eso pueda suceder. Los doctores han sido muy claros, "si quedas embarazada no hay nada que podamos hacer por ti." He tenido que sacrificar los sueños que Dylan y yo teníamos de buscar un bebé para poder intentar sobrevivir, pero todo parece ser inútil.
Hoy debí decirle claramente "Dylan, el que este embarazada no es una posibilidad. Llevo más de seis meses cuidándome a escondidas tuyas." Debí decirle de manera más hiriente "No quiero un hijo tuyo." Quizás así él hubiera salido huyendo en busca de otro amor.
—Hija.— me interrumpe mi madre del otro lado de la puerta.
Miro el reloj y no entiendo que hace despierta a esta hora. —¿Qué?— pregunto.
La puerta de mi habitación se abre y allí esta ella mirándome preocupada —Dylan está aquí. Dice que te noto mal y no se ha quedado tranquilo. — me explica y debo respirar profundo.
—Es demasiado terco. — comento bastante frustrada y con las pocas fuerzas que quedan en mí, me levanto de la cama.
—Tienes dos opciones, o le dices la verdad o le pides que no vuelva a acercarse a ti. — sugiere mi madre, pero ignoro su comentario.
—Yo lo soluciono. — respondo y salgo de mi habitación.
Al llegar al salón, allí está él parado mirando las fotografías que hay colgadas en la pared. Se ve increíble con ese jean claro, camiseta negra, y zapatos haciendo juego. —¿Qué quieres? — pregunto interrumpiéndolo.
Él voltea y al verme pasea sus ojos cafés por todo mi cuerpo. Sé muy bien el efecto que este camisón blanco de seda tiene en él, pero honestamente no me importa. Es tanto el cansancio que siento, tan débil que esta mi cuerpo, y tanto el dolor físico y mental que me consume, que no puedo pensar demasiado en reacción que tiene su cuerpo. Esta enfermedad no solo me está consumiendo como persona, también me consume como mujer, me quita las ganas de todo y eso incluye el querer estar con el hombre que amo con todo mi corazón.
—Sé que te he dicho que no volvería a molestarte Tania, pero estoy muy preocupado por ti. — me explica e intenta acercarse, pero levanto mis manos pidiéndole que no lo haga.
—Dylan, por favor, entiéndelo de una vez por todas… lo nuestro termino. Búscate a otra mujer con quien puedas ser feliz, olvídate de lo nuestro, ¿sí? — le suplico.
—Es que no consigo entenderlo. — me dice con un tono de voz que me rompe el corazón. Él me sujeta de los brazos y yo intento no quejarme del dolor —no puedo entender que hasta hace poco yo te quitaba estas prendas todas las noches en nuestra cama, y ahora no puedo ni siquiera rozar tu piel. Perdóname, pero no lo puedo aceptar. — me reclama.
—Tendrás que aceptarlo, ya no siento nada por ti. Solo te veo porque tengo un contrato que cumplir. — intento convencerlo.
—¿He hecho algo que te lastimara? Es que no puedo aceptar que no me ames...— dice con su voz quebrándose.
—Acéptalo y vete de aquí, no te hagas y no me hagas más daño por favor, de verdad que no tengo ganas de volver a repetirte lo que tanto te he dicho. — le pido mientras que por dentro siento los pedazos rotos de mi corazón haciéndose aún más pequeños.
«Si él supiera cuanto me duele decirle todo esto...»
Sus ojos me miran con decepción y sé muy bien que este ha sido el final definitivo, se perfectamente que lo estoy perdiendo, pero al final de todo esto, lo perderé de todas maneras. Me queda la esperanza de que esto es mucho mejor que verlo llorar junto a una cama de hospital despidiéndonos cuando ya no haya más tiempo para mí. Esto al menos hará que él continúe con su vida, con su carrera, y que sus sueños sigan cumpliéndose.
—Esta es la última vez que intento solucionar lo nuestro. — dice con rabia y quita las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
—Perfecto, ahora vete. — sentencio y abro la puerta de entrada para invitarlo a que salga de la casa.
No hace más que dos pasos fuera de la casa y yo ya me estoy dejando caer sobre el suelo en medio de lágrimas. Esto fue todo… Ahora si lo he alejado para siempre de mí. Es exactamente esto lo que buscaba, y sabía perfectamente lo triste que podía llegar a sentirme. Es claro que, así como él ya es ajeno a mi vida, yo lo seré de la suya y nunca poder echarle nada en cara porque soy yo la que quiere que él sea feliz lejos de toda esta agonía en la que se ha convertido esto llamado supuestamente "vida."