•1• Por Tu Felicidad

882 Words
25 de diciembre Navidad sin él, que extraño se siente, no tengo mucho para celebrar tampoco. En realidad, no puedo ni siquiera levantarme de esta cama. Hace dos meses que mi cuerpo ya no responde a los tratamientos y estoy perdiendo la esperanza de salir de esta situación. —Hija, ¿quieres que te ayude a ir a la sala? — me pregunta mi madre entrando a mi habitación y débilmente niego. —No madre, solo quiero quedarme aquí sola. — le pido y con gran esfuerzo me doy la media vuelta. Mi cuerpo se queja de mis movimientos. Cada cosa que hago se vuelve más complicada y eso es exactamente lo que hizo que tomara la decisión más difícil de mi vida. —Dylan me ha llamado, esta destruido Tania. — me dice y las lágrimas automáticamente ruedan por mis mejillas. —Lo sé madre, yo vi su rostro aquella noche, créeme que no es fácil para mi estar sin él después de que me hiciera vivir los mejores tres años de mi vida. — explico. A veces tengo la sensación de que yo soy la mala de la película, pero no es así. Para mí ha sido muy difícil separarme de él, pero no puedo hacerlo sufrir a mi lado, es mejor que me odie a que no pueda reponerse de mi muerte si todo esto continua de esta manera. —No sé porque te empeñas en ocultarle lo de tu enfermedad. — me reclama mi madre y debo voltearme a verla. Sus ojos azules al igual que los míos están rojos de tanto llorar. —¿Para verlo como estas tu ahora? No madre, yo no puedo hacerle eso, no puedo pedirle que ponga en pausa toda su vida, su carrera que apenas comienza, sus viajes intentando darse a conocer, y hasta su corazón por mí. Él no tiene la culpa de que su novia esté enferma. — explico con la poca fuerza que tengo. —Hija. — dice mi madre con fuerza y se sienta en el borde de la cama. —ya te lo han dicho los doctores, el trasplante de medula ósea es una gran alternativa para ti. — me repite. —Pero no es seguro madre. Nadie puede darme garantías de que funcionara, llevo más de seis meses de tratamiento y no se ha visto ningún avance más que la manera en la que está afectando todo mi cuerpo… No tengo un resfriado mamá… Es leucemia linfoblástica aguda, ¿lo recuerdas? — pregunto con rabia y sin poder dejar de llorar. —no quiero que Dylan me tenga lastima…mucho menos quiero echar a perder su vida también. — —De acuerdo cariño, haremos las cosas como tú quieras, solo te pido que no te alteres, no te hace bien. — me pide y tal y como cuando era niña besa mi frente. —Entonces no me recuerdes lo que le he hecho a Dylan…no hagas que piense en que lo deje cuando me propuso casamiento. — le pido y con las pocas fuerzas que me quedan me abrazo a la almohada. —Cuenta con ello cariño… Te dejare aquí para que descanses, si me necesitas solo aprieta el botón del intercomunicador. — me recuerda y asiento. Mi madre sale de la habitación y me es inevitable no sentirme peor de lo que ya lo hacía. Observo las cuatro paredes de este cuarto y los recuerdos de mi niñez regresan. Hace ocho meses que regrese a vivir con mis padres y digamos que la excusa de que no podía pagar más por mi departamento no fue una que mi exnovio me creyera mucho, sobre todo cuando sabe perfectamente cuanto gano por ser su representante en la disquera. Todo sigue tal cual lo deje hace dos años y en este tiempo no tuve fuerzas de ni siquiera cambiar un cuadro de lugar. El pequeño espejo en mi mesita de noche me devuelve el reflejo de los restos que van quedando de mí y me pregunto cómo es que llevo todo esto en silencio. Supongo que el maquillaje esta ayudado, pero nada de eso cubre la tristeza que siento por haber lastimado tanto a alguien que amo con todo mi corazón. Quiero pensar que esta despedida es mejor. No me imagino en la cama de un hospital con el viéndome lleno de dolor y yo pidiéndole que se vuelva a enamorar. No quiero que lo que quede de Dylan sea un fantasma, prefiero darle la oportunidad de volverse a enamorar de otra mujer en este tiempo y si yo dejara de existir, que mi partida no le doliera tanto. Todo esto parece egoísmo puro, pero la realidad es que es el acto de amor más grande que he hecho en mi vida. Estoy liberando al hombre que amo con la posibilidad de saber que nunca más volverá a mí. "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.  No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.  El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." Ese versículo me persigue una y otra vez. Esas palabras son las que un cura nos hubiera dicho en nuestra boda, pero también son las que me han hecho tomar la decisión más difícil de mi vida; seguir amando a Dylan, aunque él crea lo contrario.
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