— ¡Malditos cabrones! ¡Hijos de sus chingadas madres! ¡Enanos frijoleros! ¡¿Cómo carajos fué que me dejaron en éste pinche lugar?! —Carlos grita exasperado —Putos pendejos... Me pierden.
Mientras el mexicano grita y farfulla a los cuatro vientos la frustración que siente al saberse lejos de su equipo, Cataleya observa el desastroso lugar en el que se encuentran y puede decir que salieron vivos gracias a un milagro.
Cuando la pista de aterrizaje del aeropuerto colapsó y fué tragada prácticamente por la g****a destructiva sus amigos vieron como caían en el interior de la misma pero no pudieron ver que tras mucho esfuerzo físico de Carlos quedaron atrapados –y a su vez resguardados– entre los enormes escombros, el muchacho golpeó su cabeza en el proceso y por ende perdió el conocimiento d
