ISRAEL No sé qué demonios quiere el FBI conmigo. El imbécil de Evans siempre viene y se sienta frente a mí a observarme, como si yo quisiera ver su estúpido rostro todos los días. Bueno, hoy fue diferente. Evans no vino y Taylor mucho menos, así que hoy no salí de esta triste y gris habitación. A veces creo que alucino, pues siento que mi hermana está aquí junto a mí. He llegado a verla a mi lado. No sé si ya enloquecí o es por los días que llevo sin comer que estoy alucinando. Ya era de noche y creí que no me molestarían por hoy. Está claro que me equivoqué, ya que dos oficiales vinieron por mí y me llevaron a la sala de interrogatorio, donde está una mesa llena de comida y Evans. —Si después de esto no comes, puedes matarte tú mismo —Evans me entregó unos sobres y una pequeña caja de