ISRAEL Después de esos golpes en la cabeza, cuando volví a abrir los ojos lo hice poco a poco, mi cabeza dolía demasiado y eso me molestaba aún más, a medida que iba abriendo los ojos note que ya no estoy en mi casa. Me encuentro atado de pies y manos a una silla de madera, no entendía qué estaba pasando, pero antes de terminar de abrir los ojos alguien lanzó una cubeta de agua helada sobre mí. —Hola, creí que no despertaría —comentó la señora que ya huele a muerta y esa no es otra que Marisol, la tía de Sophie. Yo no dije ni una palabra, me quedé mirándola con una sonrisa en el rostro, lo cual la irritó, creo que la pobre ilusa creía que yo rogaría por mi vida, lo cual no pasara jamás. —¿Qué no piensas hablar? —preguntó desesperada y yo únicamente pude observarla. —¿Dónde está Soph