Inuyasha
—No estoy de humor para malditas reuniones — le comento con la cara enterrada en unos documentos.
—Hijo, eres socio y sabes lo importantes que son esas reuniones — ruedo los ojos aburrido del discurso de mi padre.
—Puedes representarme y listo — él entrecierra los ojos y me da una mala mirada.
—Hablo enserio Inuyasha, en unos diez minutos empieza, no faltes — sale de mi oficina y me permito soltar un suspiro.
—Señor Inuyasha — mi nueva secretaría llega con aires de seducción. Su piel blanca y cabello n***o la hacen ver irresistible.
—¿Sucede algo? —Pregunto de mal humor, algo normal en mi desde que todo el caso de Kagome pasó.
—¿Quiere un rato de diversión? —Murmura abriendo su camisa.
—Quiero que te largues y me dejes solo — sus labios forman una línea recta.
—Pero señor — me dice y suelto un suspiro.
—¿Te lo tengo que decir en otro idioma? —Pregunto furioso — ¡fuera! —Ella sale asustada y yo resoplo en mi asiento.
Desde que me entere que Kagome anda en libertad y siquiera se ha dignado en dar la cara me tiene muy mal. Me paso la mano por el cabello en señal de frustración y camino hasta la sala de juntas donde se llevará la reunión.
Todos los socios están ya en sus lugares respectivos, solo dos están en blancos. El que le pertenece a mi padre ya que esta donde va Kagome y el mío que lleno en cuanto mi trasero lo toca.
—Buenos días a todos, ya podemos comenzar con la reunión — mi padre habla con voz firme mientras que yo lo ignoro olímpicamente.
Las puertas se abren y ese aroma que me ha torturado durante tres largos años, penetra mis fosas nasales sin piedad. Mi mente queda en blanco y no soy capaz de dar vuelta y enfrentar a quien sea que está parado allí. Respiro entrecortadamente mientras mis manos tiemblan sin razón alguna. Mi corazón por alguna extraña razón late desenfrenado y mis ojos de mantienen en mis manos que se encuentran descansando en mi regazo.
—Creo que se olvidaron de la socia mayoritaria—su dulce voz se filtra por mis medios auditivos. Miro hacía la puerta y mis ojos se abren por verla allí, luego de tres largos años está frente a mí. Esta más delgada, eso es lo primero que mis ojos captan. Su cabello esta complementarias rizado y ese nuevo look le queda genial. Lleva un vestido ajustado rojo de mangas largas y un cinturón n***o que hace combinación con sus altos zapatos.
La cárcel parece que solo hizo que su belleza resplandezca mucho más, ella camina sin titubeo y con esa confianza que la caracteriza.
—¿Qué hace usted aquí?—pregunta mi padre enojado.
—Soy la socia mayoritaria, creo que al parecer eso se le olvidó—cierro los ojos tratando de salir de este mal sueño.
—Usted es solo una delincuente—siento la extraña necesidad de protegerla y decirle a mi padre que no la insulte, pero eso sería tonto de mi parte.
—Le agradecería que no me insulte señor Taisho, las acciones las compré legalmente, así que sigo dentro. Nadie puede sacarme, soy la soy mayoritaria, todos ustedes tienen pocas acciones en cuanto a lo que yo tengo. Le agradecería también que me de mi asiento y regrese al de usted—me digno en observarla directamente a los ojos y veo un brillo extraño en ellos.
—¿Qué haces aquí?—la pregunta deja mis labios antes de que pueda detenerla.
—Estamos en plan profesional—la reunión empieza y mi mente no puede enfocarse en nada que no sea ella y sus impresionantes ojos chocolates.
¿Cómo alguien que se ve tan angelical como ella puede esconder terribles demonios?, su voz tan suave como una dulce melodía, odio no poder quererla lejos. Solo quiero acercarme y abrazarla mientras aspiro su magnífico aroma y beso esos increíbles y adictivos labios.
Esa mujer es mi perdición, una en la que no pienso caer porque será doloroso. No la quiero cerca de mi porque es como un lento veneno que mata de a poco. Sin embargo, mi cuerpo reacciona a ella, ese cuerpo que conozco a la perfección. Kagome Higurashi, ¿por qué aparecerte ahora en mi vida?, ¿vendrás esta vez a terminar tu maldita venganza?
La junta termina y todos salen de la sala solo quedando mi familia y la pequeña demonia de cabellos azabaches.
—¿Por qué volviste?—Sesshomaru es el primero en romper el odioso silencio.
—Porque vengo hacer mi trabajo, además de que las acciones son mías—se cruza de brazos y eso le da un aire desafiante.
—No tenías que regresar, ¿volviste a completar tu maldita venganza?—me sorprendo al escuchar el desprecio en mis palabras, sus ojos se cristalizan por unos leves segundos antes de que se recomponga.
—Quiero pedirles perdón—todos nos sorprendemos al escucharla—actúe cegada por el dolor y la ira y no medí las consecuencias de mis actos—mi madre llora porque es toda una sensible—fue todo un vil engaño y ustedes pagaron los platos rotos de mis locuras. Siento tanto todo lo que dice y les juro que hablo con el corazón en la mano. No siempre se basó en una venganza, ustedes me brindaron tanto amor y cariño y no lo supe valorar. Izayoi—mi madre la mira llorando—me brindaste el amor incondicional de una madre, siento tanto todo lo que hice, ¿me perdonas?—las lágrimas caen por sus bellos ojos pero no me confío, ya no confío en ella.
—Claro que si mi niña—ella sonríe y seca sus lágrimas.
—Señor Taisho, disculpe todo lo que hice, paso un mal momento por mis estupideces—papá suelta una leve risa—perdóneme todo el daño que le cause—mi padre solo la mira en silencio.
—Te perdono, espero no arrepentirme—comenta mi padre.
—Sesshomaru, discúlpame—los ojos fríos de Sesshomaru la mira y suspira.
—No—murmura—no voy a fingir empatía a una persona que traicionó a toda mi familia, lo siento, pero no—ella asiente.
—Inuyasha—mi corazón golpea con fuerza al escuchar mi nombre salir de sus labios—a ti fue a quien más daño hice—la miro con odio.
—No quiero tus falsas ni malditas disculpas Kagome, para mi haz muerto, déjanos en paz y vete lejos—ella abre los ojos y me mira dolida.
—Haré todo por tu perdón Inuyasha—murmura ella.
—¿Mentir?, ¿engañar?, ¿fingir?—pregunto molesto—eso es lo que sabes hacer, destruir todo lo que este a tu paso, yo no quiero eso Kagome, por mi puedes largarte ahora mismo—salgo como alma que lleva el diablo de ese lugar.