Inuyasha
La miro dormir y parece un ángel. Kagome es tan perfecta que da miedo, verla hace que mi corazón se hinche de felicidad, pero es algo que debo de controlar ya que sé que no podré quedarme a su lado. Toco suavemente su mejilla, aquella que estaba sonrojada mientras gemía mi nombre. Sus ojos están cerrados, ella duerme plácidamente mientras yo me siento como todo un maldito acosador, pero es algo inevitable teniéndola desnuda a mi lado. Su cabello azabache esta por todos lados lo que me hace sonreír, ella es hermosa. Me acerco y beso sus labios, ¿hace cuánto no me sentí así de feliz ?, esa pregunta la sé, pero se produce en mi mente, no soy feliz desde que ella se fue de mi vida. Por esta razón fue que quise hacer algo diferente para cerrar el ciclo: Inuyasha y Kagome destrucción.
No he parado de darle mente a sus palabras, ¿será real su perdón ?, no vi nada más que amor en su mirada mientras la hacía mía y solo mía. ¿Será todo real o solo una mentira ?, todo es tan confuso y más ahora que la tuve otra vez entre mis brazos ... No quiero soltarla, no otra vez.
Veo el sol salir, pero yo no he dejado de observarla desde que se durmió, mi pequeño demonio, mi satanás ... Mi infierno y paraíso. El sol se va filtrando a medida que sale, bebo un poco de agua y espero que este al tope, sus rayos cálidos hacen fruncir el ceño de Kagome, ella hace una mueca y luego abre de a poco los ojos, cuando los abre los míos se hunden en esos chocolates.
—Buenos días — murmura con algo de ... ¿tristeza? ¿Nostalgia ?, no lo puedo identificar.
—Buenos días Kagome — ella se levanta y al parecer se olvida de que esta desnuda y su glorioso cuerpo queda frente a mí, mis labios se secan por lo que los mojo pasando mi lengua sobre ellos.
—¿Pasa algo? —Ella se mira y se sonroja, trata de tomar las sábanas pero soy más rápido y las tomo.
—¿Para qué cubrirte ?, no es como si ya no lo hubiera visto antes — digo con una sonrisa pícara en los labios.
—¡Inuyasha! —Se sonroja y luego camina desnuda, me provoca. Toma una camisa que deje doblada y se la pone, se ve tan ... Sexy.
—Kagome, tenemos que hablar — ella me mira y camina hasta donde me encuentro. Se ubica al otro extremo de la cama y no sé qué mierda hago.
—Resérvate el decir que todo acabo, que aquí cerramos nuestro ciclo, que todo fue perfecto mientras duró, pero fui una perra como para no darme cuenta que tú de verdad me amabas—dice cerrando los ojos—que estas comprometido y que tendrás un bebito con Kikyo—lo último lo dice más dolida que nunca.
—¿Por qué involucrar a una criatura inocente en esta conversación?—pregunto sintiéndome molesto, recordar lo que le hizo a Kikyo me enfurece.
—¡Porque duele!—grita ella.
—No debería de hacerlo—me encojo de hombros.
—¡Joder lo hace!—grita y las lágrimas se deslizan por sus ojos—duele mucho, demasiado—dice apretando su cuerpo.
—¿Por qué te duele tanto?—pregunto levantándome para acercarme a ella, sin embargo huye lejos.
—¡Porque ella te dará lo que jamás podré!—grita y la miro confuso—no puedo tener hijos Inuyasha—se deja caer y yo he quedado como choqueado.
—¿Por qué?—mi voz sale como un hilito casi inaudible.
—Porque cuando el bastardo de Naraku mandó a que me apuñalaran destrozaron parte se mi matriz, quitándome el sueño de ser madre, de saber que se siente un bebé en mi interior—responde llorando y yo sigo estático—ella te dará lo que más añoro en silencio, siempre desde pequeña quería una numerosa familia, duele como no tienes idea Inuyasha—dice mientras niega adolorida.
—¿Por qué nunca lo dijiste?—pregunto afligido.
—¿De qué servía?—pregunta llorando—solo buscaba una venganza que me quemaba cada día. Y me di cuenta de que quemaba y dolía porque te amaba, porque habías cautivado mis sentidos doblegándolos a tu voluntad. ¿Querías saber?, porque sería doloroso hacerte saber que estoy seca, porque me duele cada día, porque desde un inicio todo me fue consumiendo Inuyasha... Porque te amo y tenía del algún modo miedo a que me dejes—se seca las lágrimas con dolor, pasa sus manos por su cabello en señal de frustración—pero Kikyo te dará lo que soñé con darte desde que comencé a sentir esto por ti, desde que mi corazón te eligió como su dueño—camina hasta el baño y lo cierra de un portazo.
Toco mi mejilla y... Estoy llorando, a pesar del daño que causó, ella ha sufrido desde el inicio, muchas cosas se troncharon cuando esta desgracia la atrapó. ¿Qué más secretos me ocultas pequeña azabache?, me siento en la cama y encierro mis ojos en mis manos, me siento tan confuso. Escucho el agua de la ducha. Se está bañando. Como desearía entrar a ese baño y hacerle olvidar este momento, pero lamentablemente ya no hay marcha atrás a mis estúpidas decisiones.
Le prometí a Kikyo darle estabilidad a ese bebé, me casaré con ella, aunque eso signifique dejar ir a la mujer que en verdad amo. Porque anoche me di cuenta que solo he sido un idiota al negar que la sigo amando, esa azabache es mi mundo, mi todo.
La puerta se abre y ella sale envuelta en una pequeña toalla que se enrosca a su cuerpo, su cabello cae húmedo. No me mira, camina hasta su ropa y se la pone delante de mis narices como si no existiera, ¿qué le pasa ahora?, termina de vestirse y se hace una desordenada coleta, aún de ese modo me la encuentro hermosa, la mujer más magnifica que he podido encontrar.
—¿Cuantas puñaladas te dieron Kagome?—pregunto en un tono suave, la veo tragar.
—Ocho—responde simplemente.
—¿Cómo es qué no tienes ninguna cicatriz ni nada por el estilo?—esa pregunta se viene formulando en mi mente desde que descubrí esa verdad.
—Que las hice desaparecer, operaciones, verlas me causó un daño severo y me recomendaron tomar terapias por posibles riesgos que podrían provocar, decidí desaparecerlas, use gran parte de mi dinero en los mejores cirujanos hasta que consiguieron exterminarlas — la sorpresa es evidente en mi rostro.
—No sé qué decir — comento sincero.
—No tienes que decir nada — sonríe, pero esa sonrisa no llega a sus ojos — este es nuestro adiós Inuyasha — se acerca y deposita un suave y dulce beso en mis labios — te amo, espero que seas feliz — sin ti no conozco esas palabras, quisiera decirle, sin embargo, me mantengo en silencio.
—Espero que tú también — me da una sonrisa triste y sale por esa puerta.
Quisiera decir que corrí, que la detuve, pero no ... deje marchar a la mujer de mi vida ... una vez más.