Capítulo 7

771 Words
  ¿Cómo podía saber los nombres de cada uno de sus empleados? Si eran muchos los que trabajaban en la finca de café.   Antes esto, el gerente Larson llamó a la encargada del grupo de trabajadores.   Cuando se puso delante de Tobias, la jefa sintió que el hombre que tenía delante era tan guapo que lograba desconcertarla, pero al mismo tiempo era muy imponente, lo que la asustó un poco.   "Su nombre es Natalie Godfrey y trabaja en la finca de café todos los veranos. Lleva varios años haciéndolo y he oído que es para pagar la matrícula de su universidad...", tartamudeó la mujer.   Después de escucharla, Tobias reflexionó durante un momento.   "Todos pueden salir por ahora", dijo él luego de tomar una decisión.   El Sr. Larson se apresuró a salir de la oficina con un gran grupo de personas, pero Sebastian se mostró muy reacio.   "Gerente, tenemos que dejar al menos a una persona allí con él. ¿Y si se aprovecha de Natalie?", le dijo al Sr. Larson después de salir.   "¡Quién dice que se aprovechará de ella!". El gerente miró furiosamente a Sebastian y le señaló la cabeza.   "¿Sabes quién es ese de ahí dentro? Es Tobias Whitlock, el presidente del Grupo YS. ¿Sabes cuántas mujeres están tratando de meterse en la cama con él? ¿Y crees que se aprovechará de una simple trabajadora? ¿Me estás tomando el pelo?", le dijo con un tono de voz serio, pero burlón al mismo tiempo.   "¿Tobias? ¿El presidente del Grupo YS?", pensó Sebastian.   De repente, se quedó estupefacto.   ¡Claro que había oído hablar de él! Era un pez gordo muy conocido en el mundo de los negocios de Ciudad Agaphen.   Su empresa era una de las tres principales compañías cotizadas en términos de valor de mercado global.   Indudablemente, este hombre era una figura legendaria en la ciudad de Agaphen.   Destacaba por su audaz y despiadada capacidad de decisión. Había transformado el Grupo YS, la cual pasó de ser una empresa sin valor, ¡a una empresa de primera fila según Forbes!   Sebastian era estudiante de finanzas, así que había oído hablar de él e incluso lo admiraba un poco.   Tobias era una persona discreta y rara vez aparecía ante los medios de comunicación, por lo que Sebastian no conocía su apariencia física.   No obstante, al saber que la persona que estaba dentro era Tobias, su corazón se relajó de repente.   Alguien tan importante como él, lógicamente no se aprovecharía de Natalie.   Mientras tanto en la oficina...   Con un sonido tintienante, Natalie se despertó aturdida.   La temperatura más fresca del lugar la reconfortó en un instante.   Por lo tanto, abrió lentamente los ojos y vio a un hombre delgado sentado frente a ella; vestía una camisa blanca y lucía extremadamente guapo.   Además, un cortavientos gris oscuro descansaba casualmente sobre su brazo.   "¿Eres tú?", preguntó Natalie sorprendida.   "¡Vaya, vaya! ¿Todavía te acuerdas de mí? Parece que no puedes olvidarme". Tobias levantó ligeramente las comisuras de su boca y subió con picardía el tono de sus palabras a modo de burla.   Por su parte, Natalie no encontró palabras para refutarlo, pues era imposible que no se acordara de él.   Este hombre, a quien había visto hace algunas horas, le había quitado su virginidad.   "Por supuesto que no te he olvidado. ¡Pienso en ti todo el tiempo!", rechinó los dientes ella.   "Oh, ¿en serio? ¿Y en qué parte de mí piensas?". Tobias la miró con interés y su voz profunda y suave estaba llena de vigor.   "¡Pienso en la parte donde acabo contigo!". Los ojos de Natalie se enrojecieron de pronto.   Por muy descuidada que fuera, se había estado diciendo a sí misma que, aunque hubiera perdido su virginidad, sería mejor que dársela a un tonto. Aquello se lo repetía una y otra vez.   Sin embargo, ella estaría mintiendo si dijera que no se sentía agraviada o que no odiaba a ese hombre.   "¿Qué? ¿Quieres que muera? Entonces, ¿por qué me sedujiste?". La voz de Tobias se tornó tan fría como el rocío de la mañana a finales de otoño.   "¡No te seduje! ¡Solo te estaba pidiendo ayuda!", le repitió Natalie.   "¿Cómo que ayuda? ¿Estás diciendo que alguien estaba tratando de matarte?", preguntó tajantemente.   Luego, miró a Natalie seriamente y añadió; "¿Crees que me voy a creer una excusa tan estúpida?".   "Por supuesto que no crees en mí", dijo Natalie sin rodeos, "¡Por eso me hiciste daño en el hotel!".
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