Aquello fue tan doloroso...
"No tengo derecho a ser exagerada. De todos modos, ¿quién se apiadaría de mí?", pensó Natalie.
Todavía le faltaba medio año para graduarse de la universidad, y aún tenía que ahorrar para pagar su matrícula.
Natalie apretó los dientes y, sin siquiera mirar el cheque, se esforzó por salir de la suite presidencial.
Cuando se fue, una encargada del aseo del hotel vino a limpiar la habitación.
Una vez allí, encontró el cheque y se sobresaltó al ver la cantidad. Por lo cual, lo tomó y se lo entregó a su superior.
El personal del hotel pudo comunicarse por teléfono con Benjamin Simpson, quien tras colgar el teléfono, frunció el ceño.
"¿Cómo pudo el Sr. Whitlock dejar caer un cheque con una cantidad tan grande en el hotel donde estuvo?", pensó.
Después de que Tobias Whitlock terminó su reunión, Benjamin fue a buscarlo y le entregó el cheque con ambas manos.
"Sr. Whitlock, el hotel acaba de llamar y dijo que usted dejó esto en su suite".
Tobias miró el cheque y mantuvo la calma.
"Esa mujer era realmente encantadora en la cama", susurró para él mismo.
La verdad era que nunca había conocido a una mujer que le hiciera perder el autocontrol, algo de lo que siempre estuvo orgulloso.
Era una pena que esta mujer fuera demasiado aficionada a las travesuras; eso hizo que se sintiera un poco disgustado, ya que le desagradaban aquellas mujeres que lo querían agarrar de tonto y se creían capaces de jugarle trucos.
"¿Pensó que le mostraría algún interés si se negaba a aceptar el cheque?", pensó.
"Te daré este cheque como bonificación por este año", dijo Tobias a la ligera.
Benjamin no mostró mucha emoción en su rostro. Después de estar con él durante tanto tiempo, había aprendido a mantener la calma y la compostura.
"Sr. Whitlock, ¿tiene alguna otra actividad esta tarde? ¿Va a ir a inspeccionar la finca de café?", preguntó Benjamin.
En la Finca de Café Caliway, había un tipo de café llamado "Lengua de León", que se elaboraba especialmente con el extracto de los granos de café de primera calidad; y su precio era indudablemente caro.
Tobias lo había probado y la pareció que tenía buen sabor, por lo que quiso adquirir la empresa.
"De acuerdo, puedes organizarlo", dijo.
Cuando Natalie se apresuró a ir a la finca de café, ya había caído la tarde. Era pleno verano y aunque eran casi las cuatro, el sol seguía brillando en lo alto, como una enorme bola de fuego que abrasaba la tierra.
Sin embargo, era precisamente por este clima despiadado que el salario de este trabajo era especialmente alto.
"¡¿Por qué llegas tan tarde?!". La mujer a cargo miró fijamente a Natalie.
Ante la llamada de atención, ella no habló sino que rápidamente se puso la ropa de trabajo y empezó a dar vuelta a los granos de café.
En la Finca Caliway, se conservaban los métodos más primitivos para elaborar el café. Por lo tanto, los granos se tostaban repetidamente a mano bajo el sol abrasador para poder inducir su fragancia.
"Natalie, ¿estás bien?", le preguntó con voz suave un hombre que se había acercado a ella vestido con prendas que le cubrían la piel.
"Sí, estoy bien", contestó sacudiendo la cabeza.
Sebastian Hoffman y ella estaban en la misma universidad. Ambos trabajaban y estudiaban mucho de la misma manera, por lo que eran bastante unidos.
Además, era el único hombre del grupo de trabajadores.
Mientras sostenía el rastrillo de madera, Natalie seguía girando los granos de café, y las olas de calor la golpeaban sin parar.
No podía entender la razón de su mareo y malestar; sin embargo, apretó los dientes y pensó que tenía que seguir trabajando por muy incómoda que estuviera.
En ese momento, se produjo una conmoción entre el personal.
"Natalie, parece que alguien está patrullando la finca", dijo Sebastián.
Pero Natalie le dio una respuesta vaga, ya que siempre había gente patrullando el cafetal.
No obstante, ¿por qué había tanto alboroto hoy?
"¡Cielos! ¿Quién es ese chico? ¡Se ve tan bien!".
"¡Oh, Dios mío, es tan guapo! ¡¿Cómo puede haber un hombre tan perfectamente hermoso?!".
"¡Creo que lo he visto antes! ¡Es el presidente del Grupo YS!".
La multitud comenzó a murmurar entre sí al ver al hombre que estaba presente.
Alguien tocó a Natalie con la mano y le dijo; "Míralo, es un tipo increíblemente guapo. Será difícil volver a ver a alguien como él el resto de tu vida".
Natalie se sentía cada vez más incómoda, como si la estuvieran cociendo en un horno gigante.
Luego, quiso decir algo en respuesta, pero antes de que pudiera hablar, se desplomó en el suelo.