Cuando bajaron del avión un auto ya lo esperaban, Noah le abrió la puerta como todo un caballero, pero Millie simplemente lo ignoró, ella no pensaba agradecerle por nada que él hiciera por ella.
Cuando llegaron al hotel, Noah sonrió malicioso.
—Yo voy a esperar aquí, ve tú por la llaves — Millie se cruzó de brazos al oírlo
—¿Disculpa? ¿Es que acaso son tu sirvienta? — él inclinó un poco la cabeza.
—No, pero si eres mi empleada y mi secretaria no pudo venir, así que puedes ir — Millie entró cerró los ojos, y aunque no tenía ánimos de ser su sirvienta, tampoco tenía ánimos de discutir.
—Bien, pero que no se te haga costumbre. — dejó su maleta junto a la de Noah, el hombre sonreía victorioso.
Cuando Millie llegó a recepción, una joven y hermosa mujer estaba atenta a ella.
—Buena
