En la habitación todo era manos, gemidos y jadeos, Noah no podía dejar de recorrer con sus manos el cuerpo de Millie, quién estaba más que excitada, no sólo por las manos de su hombre, no, sino también por su boca y lengua, esa que se movía con maestría por su cuerpo. Noah no había quitado el sujetador, simplemente había bajado las copas y se había adueñado de esos pechos, los cuales tenían unos hermosos pezones rosa, y que para él eran exquisitos, pero mientras su boca devoraba los pechos de Millie, los dedos de Noah se aventuraban en esa zona sur que estaba chorreando por él, estaba deseando poder sentirla, por lo que de un rápido movimiento quitó el pantalón que ella andaba, dejándola en ropa interior y le fascinó ver esa tanga de encaje también en color azul. —Divina — dijo metiend