Capitulo Siete

1260 Words
Micaela recorre varias cuadras cercanas a las explosiones, no hay rastros de personas heridas ni que necesite ayuda; gracias a Dios sólo las estructuras de los edificios han sido dañadas y los vehículos quedaron hechos trizas sobre el asfalto. Liesse la sigue a pocos pasos, ambas intentan encontrar alguna pista que les permita hallar al culpable de todo ésto. -–Será mejor que regresemos con los demás.-– dice la castaña.-–No encontraremos nada y lo mejor es volver a Svalbard. -–Espera.-– la rubia observa el lugar.–-Algo no está bien. -–¿A qué te refieres?-– Micaela se acerca a ella. -–Hay alguien más aquí. -– la rubia voltea a ver a todos lados. Su mente percibe ciertos pensamientos confusos, alguien las sigue y las observa de cerca; sus pensamientos son fuertes aunque no son claros. Liesse puede sentirlos como un suave y molesto murmullo, no está segura de lo que dicen pero la sensación de peligro no abandona su cuerpo. De pronto una enorme bola de escombro aparece de la nada y va directo hacia ellas, Micaela hace frente a la situación y levanta un gran muro de roca; apenas la enorme bola impacta contra el muro éste se rompe en mil pedazos y lanza a ambas chicas hacia el suelo. Más escombros son dirigidos hacia ellas, Liesse crea varios campos de energía para poder resguardarse de ellos mientras Micaela se recupera; cada impacto en su escudo produce un punzante sonido en su cabeza que la vuelve loca. -–¿Quién es capaz de hacer eso?–- pregunta Micaela poniéndose de pie. –-Alguien con tu mismo poder o similar-– responde la rubia. -–Hagamos que salga a la vista.-– añade la castaña molesta. Misael y los demás esperan el regreso de ambas chicas para poder partir rumbo a Ciudad Emma, tienen varias cosas que tratar, darle la bienvenida a Bastian y ver de qué manera se harán cargo del pequeño.  Sin mencionar que todos extrañan a los demás miembros del equipo y a su hogar en sí. -–¿Por qué tardan tanto?-– Pregunta Darel. -–Ya vendrán–- sonríe Misael por la impaciencia del rubio. -–¿Y si algo les sucedió?-– Carlos se pone de pie. Ante ésta idea los tres deciden dejar a Jamie a cargo e ir en busca de las demás mujeres del grupo metahumano. No tardarán mucho en encontrarlas ya que poseen cierta comunicación mental entre todos gracias a Liesse. Micaela se pone de pie y extiende sus manos hacia los costados, la tierra comienza a moverse con fuerza, embravecida y sedienta de un buen movimiento que empareje sus capas tectónicas; el bramido que produce el temblor en verdad es ensordecedor y los edificios a su alrededor no hacen más que acrecentar dicho sonido acompañando el vaivén del suelo. Liesse por su parte levita a unos metros de distancia evitando así perder el equilibrio, decide ayudar a su amiga y todo lo que hay a su alrededor se levanta varios metros del suelo y moviéndose por todos lados. Pueden ver claramente como una chica aparece frente a ellas sorprendida por lo que ve, entre las sacudidas del suelo y los objetos volando por el lugar, la muchacha no hace más que evadir los golpes. –-¿Quién eres?-– Pregunta Micaela deteniendo el caos. -–Mi nombre es Rebekka Wells.–- la muchacha queda a distancia de ellas. -–¿Por qué nos atacas?-– Liesse la observa. Rebekka sonríe de lado, con un elegante movimiento de sus manos logra mover los cimientos de hierro que se encuentran dentro de las estructuras de los edificios, las construcciones metálicas se doblan por la mitad como si de goma de tratara y se mueven libres y a su antojo. Los látigos de metales se mueven y se lanzan contra Mica y Liesse, quiénes los evaden asustadas y sorprendidas. -–¿¡Cómo hizo eso!?-– grita Micaela. -–Controla los metales.–- responde Liesse. Nuevamente los látigos se dejan caer sobre las muchachas que para evadirlos saltan en diferentes direcciones. Micaela lanza varias rocas hacia su atacante qué, con suma facilidad levanta una pared de hierro para cubrirse; mientras se distrae haciendo ésto recibe un golpe de la castaña. Con sus puños hechos roca golpea a Rebekka haciendola volar por los aires, antes de poder cantar victoria sus piernas son envueltas por hilos de materiales metálicos que se enrollan en todo su cuerpo inmovilizandola y cortando su piel cuando forcejea buscando su liberación. –-¡Mierda! ¡No puedo salir!–- grita la argentina cuando un enorme bloque– o al menos eso parece– se dirige hacia ella. Su amiga alemana intercepta el vehículo en el aire desintegrandolo con su telekinesis, observa atenta como su contrincante utiliza los hilos metálicos como si fueran gigantescos y fuertes brazos que levantan lo que sea que haya a su alrededor; Rebekka hace que sus brazos de hierro se lancen contra la rubia que no duda en intentar detenerlos. -–¡Ríndanse ahora!–- grita la portadora de habilidades metálicas. -–¡Jamás! ¡Eres tú la que debe rendirse!-– responde la alemana. Ambas se enfrascan en una lucha de mentes, en la que la más poderosa terminará tomando el control; los metales están a mitad de camino entre ambas chicas, una lucha por hacerlos llegar hasta la otra punta y así acabar con sus enemigas mientras que la otra se limita a mantenerlos a raya dándole tiempo a su amiga de escapar de sus ataduras. Liesse doblega a Rebekka, logra que su mente tome el control de las cosas y los brazos gigantescos pierden fuerza, retroceden considerablemente y su ama lo hace con ellos. De pronto una punzada de dolor atraviesa el costado derecho del cuerpo de la rubia, Liesse es obligada a caer de rodillas sobre el suelo; su mano viaja rápidamente hacia la zona adolorida y en ella se acumula la sangre; una estaca de metal se ha incrustado en ella. Rebekka la atacó por la espalda, sabiendo que la chica estaría ocupada con los demás brazos y no prestaría atención a cómo lentamente se formaba. -–¡Oye!-– Carlos aparece prácticamente volando sobre ellas.-– ¡Tu puta madre! ¡Aléjate de ellas! Con una sonrisa en los labios Rebekka se marcha con rapidez, Darel corre hacia sus amigas para poder liberar a Micaela mientras que Misael se apresura a ayudar a Liesse. -–¿Cómo nos encontraron?-– Pregunta la argentina. -–Seguimos los sonidos de pelea-– contesta Darel.–-Nos percatamos tarde de que ustedes no se encontraban cerca. –-Liesse resiste.-– Misael trata de calmarla. -–¡Carajo!-– Carlos presiona la herida con su sudadera.-–Pierde demasiada sangre, ¡j***r! -–Al menos Mica está a salvo.–- susurra Liesse nerviosa. La chica comienza a hacer arcadas, la sangre se acumula rápidamente en su boca y probablemente ya está instalada en sus pulmones. -–No vas a morir aquí Liesse.-– Misael intenta mantenerla con los ojos abiertos. -–T-Tranquilo–- le sonríe la rubia. -–Debemos parar la hemorragia sin moverla.-–Darel se acerca.-–Misael, dame de tu energía. Hay que suturar la herida con calor. -–¿Cómo chingados harás eso?-– Carlos comienza a perder la calma. Misael no duda de su amigo, inmediatamente lanza una descarga a su cuerpo y el australiano la absorve por completo; en cuanto da la orden Carlos quita la sudadera ensangrentada y Darel procede a emanar un rayo –similar a un láser– de su mano, poco a poco y lentamente va cerrando la herida con la esperanza de que no haya nada roto por dentro, que ningún órgano vital haya sigo dañado y así evitando que más sangre se escape del cuerpo de su mejor amiga. Los gritos de dolor de la chica dejan saber que lo que están haciendo es perturbador, sin anestesia, sin conocimiento, sin preparación. –-Resiste Liesse.-– Micaela toma su mano. -–¿Liesse?-– el ruso la observa con desesperación. Lentamente la herida deja de sangrar pero sigue derramandose por su boca y dificultándole el poder respirar; la muchacha tras una convulsión deja de moverse y sus ojos se cierran. -–¡Liesse! ¡No me hagas ésto!-– el ruso la abraza.-–¡No me puedes dejar!
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