Capítulo 4: ¿Y el otro?

2319 Words
Verónica conocía a su hermano, Erick, era un niño muy bondadoso, pero sufrir la muerte de su abusador era demasiado, hasta para él. Ante la negativa de su padre de permitirle asistir a la reunión, fue cuando pensó en cubrir todo lo sucedido para su blog, donde por lo general publicaba historias paranormales que algunos pobladores le contaron. Cubrir la historia podría ser un excelente ejercicio, que podría ayudarle a su admisión a la carrera de periodismo. La idea, el entusiasmo y ambición de su hija convencieron a Gerardo, permitirle acompañarlo a la junta, con la condición de no hablar en la junta y cuidar a su hermano, quien también iría para evitar dejarlo solo en casa ya que María, su madre, trabajaría hasta tarde esa noche, ella accedió gustosa. De vez en cuando miraba a su hermano durante la junta pero aún lucía concentrado en sus propios pensamientos. –Debemos concentrarnos en descubrir qué sucedió antes de hacer de esto un espectáculo– Continuó el jefe. –¡Tiene razón!– Gritó un hombre sentado en una banca lejana– ¡Primero debemos encontrar a esa cosa! –No es a eso a lo que me refería– Dijo el jefe con molestia– No sabemos si esto fue ocasionado por un animal o un ser humano o un monstruo. –Discúlpeme… – Lo interrumpió una voz firme, detrás del inspector. En la parte de atrás de la tarima, había una banca similar a las otras de la iglesia pero mucho más pequeña, en ella estaba sentada Rosario Mungia (la jefa de divulgación cultural), Clara Mercado (secretaría del gobernador y voz del anuncio) y levantándose del último lugar Moisés Escamilla (actual alcalde del pueblo). El alcalde Moisés era como un hombre muy peculiar, quien sea que lo viera podría pensar que el hombre era raro, era un hombre bajo debía medir tal vez 1.60 metros, eso ayudado por sus zapatos con un discreto tacón y papel higiénico en su interior, usaba trajes de colores cafés y marrones. Parecía que tenía sobrepeso únicamente en la parte superior de su cuerpo, siempre caminaba de una forma muy recta, como si temiera encorvarse solo un poco, porque el peso de su tórax se saldría de equilibrio sobre sus delgadas piernas y rodaría hasta que alguien le ayudara a levantarse y encontrar el punto perfecto de equilibrio otra vez. Y su cuerpo no era lo más extraño en ese hombre, su eterna y blanca sonrisa de oreja a oreja, debajo de sus pequeños ojos redondos a muchos les resultaba amistosa, pero en el fondo, había algo en su positividad eterna, como su sonrisa que los inquietaba. El alcalde solía tener una voz firme y segura, pero las cosas que hacía y decía tenían cierto sin sentido con su seguridad, algo de una sutil incongruencia, una duda oculta detrás de una firme seguridad. El gobernador caminó al estrado, firme como un asta y sonriente como si fuera en camino a abrir un regalo de cumpleaños. –Inspector Ramírez ¿Cuánto tiempo ha vivido y protegido a este pueblo?– le preguntó. –Casi veinticinco años. –Respondió el jefe Ramírez. Verónica nunca había visto a alguien sobreponiéndose al jefe. –¡Oh! casi veinticinco después de la sequía ¿no es así? “Sequía” así era como los pueblerinos le llamaban a la desaparición de los monstruos. –Dígame en esos veinticinco años ¿ha presenciado o visto alguna criatura de apariencia monstruosa o desconocida para usted? –No– Respondió el jefe entre dientes. –¿Y qué tal algún fantasma? –No. –¿Un demonio tal vez? –No. –Se vio furia en los ojos del jefe, más de uno de los pobladores creyeron que un golpe le quitaría de pronto la sonrisa al gobernador. –¿No? Eso significa que usted no es experto en seres paranormales ¿No es así? El público que hasta ese entonces había visto ese humillante espectáculo en silencio se empezaba a emocionar. Muchos compartieron la furia del jefe, era un hombre que se había ganado el respeto del pueblo y muchos lo veían como la verdadera autoridad, incluso por encima del alcalde, pero muchos otros eran conscientes que el jefe era la gran barrera entre sus ambiciones y sus objetivos, una barrera que se estaba tambaleando frente a la mitad del pueblo. –No…–Respondió el jefe. –¡Entonces cierra la boca, maldito Apanco!– La voz de hombre que nadie pudo ubicar resonó por las paredes de la iglesia. Una parte apoyaron el insulto con risas y afirmaciones, varios repitieron ese extraño insulto y la otra parte se molestó con la primera mitad y los mandaron a callar. –¡Vamos amigos! ¡No es motivo para decir esas barbaridades!– Dijo el alcalde con fuerza y logró calmar los ánimos. –Lo que digo jefe, es que esto está fuera de su campo y debe dejar a los expertos en este tema hacer su trabajo– Le dijo al inspector y al terminar hizo un gesto con la mano pidiéndole que tomé el asiento que él había dejado desocupado y así lo hizo. El gobernador se centró en el atril y procedió a revelar sus planes al pueblo. –Co–ciudadanos, lo que acabamos de vivir es una terrible tragedia, perdimos a uno de los nuestros y dejará una marca en todos nosotros. Un joven tan feliz y vivo no debería perecer en esas condiciones, pero ¿qué podemos hacer al respecto? Muchos quieren salir a cazarlo…– Varios de los presentes aprobaron esta frase.– Otros creen que es mejor dejarlo en libertad– Otra ola de murmullos– ¿deberíamos capturarlo?– Los murmullos se combinaron, opiniones rebotaban en las paredes de la parroquia.– Creo que mi gabinete y yo hemos llegado a un plan que será beneficioso para todos. –¿Beneficioso?– Murmuró Erick, Verónica lo escuchó, pero fue muy sutil, no sabía si era cierto. –Ahora quiero invitar a pasar al experto en entes y criaturas paranormales Giovanni Trujillo. De la primera fila se levantó un joven, no parecía pasar de sus 30, vestía un traje n***o azulado, el cabello peinado de izquierda a derecha, bien fijado por una capa de gel y usaba unos lentes sencillos pero modernos. Caminó hasta el estrado donde el alcalde lo esperaba con un brazo extendido hacía el atril, como si temiese que pudiera seguirse y perderse en el camino. –Buenas noches, sé que muchos tienen dudas e incertidumbre de lo que está pasando o podría pasar en este pueblo y estoy aquí para responder algunas de sus preguntas. Para empezar debo decir que analice el cuerpo de la víctima y sus heridas, sin lugar a dudas, son producto del ataque de una criatura que a todas luces es desconocida. Una nueva ola de murmullos se propagó por toda la iglesia. –¡Hay que ir tras él!– Gritó un cazador entre la multitud y una ola de aprobación de los otros cazadores le siguieron. El alcalde movió con gentileza al especialista, para poder hablar por el micrófono. –Eso sería una mala idea– Dijo moviendo moviendo las palmas de las manos hacia abajo, en señal de que bajaran el volumen– Pueblo de Monte n***o, hemos llegado a la conclusión que eso seria… improductivo para todos. El silencio y la confusión apaciguaron a la multitud. –Como todos están enterados, en la próxima semana se llevará a cabo el festival de la noche de los olvidados, el cumpleaños de nuestro hermoso pueblo. Y desdé el inicio de este caso las reservaciones en hoteles y moteles, están por primera vez en veinte años, completas. Tenemos casa llena ¿saben lo que eso significa? Que dinero va a entrar al pueblo, venta de alimentos, tours por la zona, venta de conmemorativos, hospedajes ¡era el impulso que esperábamos para que este pueblo volviera al mapa! Aplausos por parte del público. –¡Pero no podemos permitir que esa cosa ande suelta por el bosque, matando a nuestros hijos!– Gritó algún insatisfecho. –Eso es verdad pero hay otro motivo por el cual no podemos permitir que se mate al monstruo, Doctor– Dijo el alcalde abriéndole paso nuevamente al joven especialista. –Pues la aparición de esta criatura ha causado dudas entre la comunidad científica y seguramente entre ustedes también. Tal vez ustedes lo sepan o tal vez no, pero estos “monstruos” no son animales comunes, no hablo solo de su extraña apariencia, habló de sus cerebros y sus instintos. Son criaturas con una mayor inteligencia que un delfín o un pulpo, en cuestión de inteligencia están en un punto medio entre animales comunes y nosotros.– Giovanni miró al alcalde, que respondió a su mirada asintiendo con la cabeza, el especialista trago saliva y dijo–Tenemos la teoría que gran parte de las criaturas que habitaban las montañas no están extintos como todos creíamos, hay dos posibilidades, la primera es que al sentir su hábitat amenazada encontraron formas de ocultarse e “invernar” hasta que el mundo cambie lo suficiente y se les permita existir. La otra posibilidad es que son más inteligentes de lo que suponemos y se encuentren trabajando en equipo, y como las hormigas o abejas han enviado a esta criatura a explorar el terreno, buscando algo, no sabemos si alimento o refugio o algo que no podemos imaginar. El punto es que este… “Heraldo” nos ha dado el mensaje de que las criaturas que habitan en las cercanías pueden volver a aparecer. La ola de murmullos se descontrolo como nunca antes esa noche, todos estaban conmocionados, algunos felices, otros espantados pero un sentimiento había despertado en todos esa noche. –¡Pero…!¡Pero si no lo sabemos manejar y cazamos a esta criatura antes de que sea seguro podemos arruinarlo todo!– Gritó Giovanni intentando sobreponerse al ruido. El alcalde con otra señal lo retiró del atril y esperó un par de segundos a que el ruido bajara lo suficiente. –Sabemos que el tener a la criatura sería una excelente publicidad para el pueblo, los turistas saldrían y vendrían solo para poder ver al Heraldo, pero no podemos matarlo y no podemos dejarlo andando por el bosque libremente, así que he decidido que lo más apropiado sería levantar una prohibición, nadie tiene permitido asesinar a este monstruo y si alguien llegara a romper esta prohibición se le dará una pena de cárcel… La noticia no les sentó bien a todos los cazadores que se encontraban en el lugar, (que eran bastantes) la emoción de ir por una criatura desconocida y monstruosa y conservar su cuerpo como el mayor trofeo de su carrera se había desvanecido. –Maldito– Murmuró una sombría figura al fondo del recinto, nadie pudo oírlo, se dio media vuelta y salió de la iglesia, ya había escuchado todo lo que tenía que escuchar. –...pero ¡Pero!– intentó continuar el alcalde– Aquel que pueda atrapar a la criatura ¡CON VIDA! se llevará el crédito por su descubrimiento además de una jugosa recompensa de cincuenta mil pesos. Y así, el enojo de los cazadores rápidamente se convirtió en alegría y emoción, pero había una persona que no estaba satisfecha aún. Verónica Alba levantó la mano lo más alto que pudo, como si estuviera en medio de una clase y ella fuera la única que supiera la respuesta correcta, fue la única que pidió la palabra esa noche y su acto no pudo pasar desapercibido por el alcalde, que al verla le dio la palabra, mientras que el padre de Verónica la veía con desaprobación, ya que rompió su acuerdo. Verónica se puso de pie, sin soltar la mano de Erick que la sostenía con suavidad pero firmeza, como una niña cargando a su osito de peluche. –¿Señor, eso significa que está prohibida la caza letal para cualquier criatura sobrenatural?– Todos la miraron callados y lo que siguió le dio a más de uno algo que pensar aquella noche– Y si lo que su especialista dice es verdad, entonces si cazan al heraldo es posible que las criaturas desaparezcan por otros 50 años, sin mencionar… que si son criaturas tan inteligentes tal vez su asesinato no debería ser correcto, digo ¿cuál es la diferencia entre matar a un animal y a un ser humano? y ¿Cuál es la diferencia entre matar a un monstruo y matar a un hombre? La mano de Erick la empezó a apretar con fuerza, lo miró para ver qué sucedía y en sus jóvenes ojos se vio una furia muy madura para un niño. –Verá señorita Alba, ese es un tema muy complicado para alguien tan joven como usted– Dijo el presidente sin perder ni un segundo su inquietante sonrisa del rostro– pero su primera pregunta, debemos encontrar y modular la caza de las criaturas que puedan llegarse a aparecer. Creemos que esto sería lo mejor para todos. –¡¿Todos?!– Un gritó resonó como el rugido de una bestia. La voz de Erick era apenas reconocible para su padre y su hermana. Se levantó con furia de su asiento, la mano de Verónica empezó a doler por la dureza con la que Erick lo sostenía e hizo un intentó casi desesperado por soltarlo. –¿Erick? ¿Erick, qué haces?– Dijo Gerardo discretamente tratando de sentar a su hijo en su lugar sin llamar demasiado la atención, pero fue inútil. Erick con pasos firmes llenos de furia camino rápidamente hasta las escaleras centrales que conectaban con la cátedra y una vez que estuvo a la vista de todos dijo: –¡¿Lo mejor para todos, dices?! ¿Y qué pasa con el otro?!
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