Cazadores de monstruos

Capítulo 12: Un nuevo paso

-No sé cómo puedes escribir todo eso- Dijo Nayeli, cobre el hombro de Verónica- ¿De verdad puedes pensar todo eso? Lo escribes como si fuera tan obvio, pero yo no hubiera podido pensar todo eso, no creo que muchos puedan.

Verónica terminó la actualización de su blog.

-Gracias, es fácil con un tema tan interesante.

-¿De verdad crees que los monstruos puedan ser tan inteligentes?

-La verdad no lo sé, pero es preocupante, todo es muy incierto y si de algo podemos estar seguras es que el pueblo no es seguro.

-Con la mitad del pueblo buscando a esa cosa no creo que cause muchos problemas, ahora que sabemos que está ahí, solo es cuestión de días para que lo encuentren. Digo es como mi mochila morada ¿la recuerdas? era la que tenía costuras rosas que como me encantaba, pero un día ya no la encontré y cuando recordé que la última vez que la use fue en la pijamada de Karen pues supe que debía estar ahí, solo tuve que ir a su…

-Si, creo que tienes razón- La cortó Vero.

Verónica se levantó de la silla y se acostó en la cama de Nayeli.

-¿Cuánto tiempo pasará para que lo encuentren?- Preguntó Verónica y aunque lo dijo en voz alta, realmente se lo preguntó así misma.

-¿Eso te preocupa?

-Es algo que he estado pensando. Si el caso se alarga mucho, perderé el interés del público y si es muy corto, no habrá mucho de donde pueda sacar para extenderlo lo suficiente.- Le explicó a su amiga.

-¿Y qué tal si fuera todo falso? Digo, no sería la primera vez ¿recuerdas el caso del pescador fantasma? qué aparecieron pescados muertos y un par de hombres fueron encontrados “asesinados” flotando en el agua, también hicieron todo un teatro, pero resultó que el agua había sido intoxicada con desperdicios médicos. Al parecer todos los malo que pasa en el pueblo pasa en ese lago, tal vez deberían poner más vigilancia o cercarlo, bueno, eso no me gustaría, me gusta nadar en el lago ¿Cuándo volveremos a ir a nadar? hacer tiempo que no vamos- Nayely una vez más se extendió, pero esta vez Verónica la dejó continuar- ¡Oh, tal vez el lago está maldito! ¿Crees que sea posible?...

Mientras su amiga conectaba ideas, Verónica pensaba en la posibilidad de que todo haya sido falso, esa idea no se le había cruzado por la cabeza. Estaba sumamente emocionada con la idea de un nuevo monstruo en el pueblo, que no pudo ser objetiva, tal vez no quería serlo. El tener un tema tan interesante y que le apasionaba desde niña era algo que debía aprovecharse, de cualquier forma, realmente no está haciendo algo que no fuera a hacer antes, el estar al pendiente de la información que sale a la luz en otros medios de comunicación y en comunicados oficiales es la única novedad, con los casos anteriores e historias de los pueblerinos solo tenía que buscar información vieja y entrevistar a algunas personas, pero ahora pensando en lo que hace y como lo hace, no cree que sea el avance en su carrera como ella creía hace unas horas. Su entusiasmo no tiene nada de reprochable, pero como las maneja, deja mucho que desear, incluso para ella.

¿Qué haría Martha Villalobos?

Eso era lo que se preguntaba cada vez que tenía una duda respectó a su carrera y en más de una ocasión le ha ayudado a tomar decisiones.

Martha Villalobos es otra estrella salida de Monte n***o, es una reportera ganadora de un premio Pulitzer por su reportaje de la extinción de los monstruos, publicado hace casi cuarenta años, en donde expone los factores principales de las extinciones de las criaturas fantásticas, porque a diferencia de lo que muchos pudieran creer, la investigación de Martha indica que el principal factor no fue la caza furtiva, fue la caída de la cadena alimenticia tan frágil que se manejaba en estas tierras.

El reportaje favorito de Verónica fue el del ciclo de la vida de los golems, criaturas magníficas y extrañas que vivían en la punta de la Montaña Oscura. La misma Martha pasó varias semanas explorando el terreno, observando a las criaturas poniendo en riesgo su vida con tal de cumplir con su investigación, todo un modelo a seguir para Verónica.

-... entonces hasta yo creí ver algo flotando en el lago, pero mi papá me dijo que solo era una tortuga, pero creo que no hay tortugas ahí.- Nayely seguía con su extensa cadena de ideas, cuando la respuesta llegó a la mente de Verónica.

Vero se levantó de golpe, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no gritar “eureka”.

-¿Sabes quien es Martha Villalobos?- Le preguntó a su amiga, preparando el campo para decirle su gran idea.

-Sí, sí, la gran investigadora que hizo muchos reportajes de no sé que tanta cosa.- Respondí Nayely con un tono de hartazgo, para ser una chica que nunca se callaba, le hartaba escuchar del mismo tema tantas veces como a cualquiera.- Me has contado de ella muchas veces.

-¿Pero sabes cómo consiguió su reconocimiento?

Nayely no entendía a donde iba todo esto y su expresión lo dejó en claro.

-Ella no esperaba a que todo se descubriera y juntaba la información, ella se arriesgaba e intentaba conseguirla ¿te imaginas si Crónicas de Monte n***o consiguiera la premisa? Si en mi trabajo expusiera por primera vez al Heraldo e incluso si descubriera cómo vive… olvídate de la universidad ¡Podría hasta ganar un Pulitzer!

-Oye pero no crees…

-Y si encuentro al heraldo eso tal vez me lleve a las causas de la sequía y de su término.- Verónica no escuchaba a su amiga, la emoción no se lo permitía.

-¡¿No crees que puede que estés exagerando un poco?!

Nayely tuvo que levantar la voz, como tantas veces su amiga tuvo que cortarle las ideas, ahora ella se veía obligada no solo a cortarle las ideas, también reducir un poco sus esperanzas.

-Todo el pueblo lo está buscando, cada cazador de la zona está en el bosque ¿por qué piensas que tú podrías llegar antes que ellos?

Verónica lo pensó un momento, su amiga tenía un buen punto, pero la respuesta le vino fácil.

-Ellos están recorriendo el bosque, totalmente ciegos, yo primero buscaré información. Cada monstruo tiene un patrón de comportamiento, muy inusuales, pero se pueden deducir y después iré al bosque.

Verónica estaba decidida y nada de lo que dijera Nayely la haría cambiar de decisión, ella lo sabía muy bien, en estos casos solo había una cosa que se podía hacer por su amiga.

-No puedes ir sola, es muy peligroso, así que iré contigo.

Nayely era una buena amiga, Verónica lo sabía pero a veces entre tanto parloteo lo olvidaba.

-Gracias.-Dijo Verónica desde el fondo de su corazón.

-Pero yo tampoco seré de mucha ayuda, solo somos dos chicas, no sobreviviremos en el bosque, necesitamos algo de… musculo.- Nayely se sonrojo.

-¿Qué tienes en mente?

-Un caballero que nos acompañe y cargue las cosas pesadas.

-Ah…- Verónica conocía a su amiga lo suficiente como para saber a donde iba todo esto.- ¿y ya tienes a alguien en mente?

Nayely fingió pensarlo un momento.

-¿Qué tal el chico de la moto que vimos hoy?

-¿El que te sonrió?- preguntó Verónica, sabiendo ya la respuesta.

Nayely asintió.

Verónica sabía que su amiga tenía debilidad por los chicos guapos, pero no era una mala idea, un guardaespaldas que ayude de ser necesario, podía pensar en alguien mejor, pero le daría a su amiga la oportunidad, después de todo ella es la única que la respaldaba.

-Sí, está bien, puedes invitar al chico guapo de la moto.

Nayely abrazó a su amiga, estaba feliz y emocionada como una niña chiquita a quien le acaban de decir que iban a ir al parque de diversiones.

Nayely vio el reloj en su muñeca, marcaba el cuarto para las seis.

-Será mejor que ya me vaya, quiero llegar antes que papá.

Cuando regresó a casa, pensó en el nuevo paso que estaba tomando. Era una idea emocionante y excitante, pero no dejaba de lado la posibilidad de estar arriesgando su vida, recuerda las heridas de Antonio y pensó que esa podría ser ella, pero no había tiempo para dudas, no había tiempo para el miedo, ya después habría tiempo suficiente para eso.

Abrió la puerta de la casa. Eran las seis, pero no estaba el auto de su padre, había llegado antes que él.

-¡ya llegué!- Aviso a su madre y a su hermano.

De la cocina salió su madre.

-¿Cómo les fue?-Preguntó con una sonrisa en el rostro, que casi de inmediato desapareció- ¿Y tú hermano?

–¿No está aquí?