Al día siguiente, después de una mala noche por la falta de poder conciliar el sueño, se levantó de la incómoda cama al salir el sol, aunque fue más por sus instintos de lobo que la mera luz solar por el intento de ventana que había en aquel departamento, que se dio cuenta que era ya de día. Se levantó de la cama yendo al baño, pero sus ganas de hacer sus necesidades básicas al ver el estado tan putrefacto del lugar, le revolvió el estómago solo de entrar y oler.
No había comido desde que salió de su palacio el día anterior, se había dado cuenta que los sirvientes también estarían ausentes en ese lugar, su padre realmente había estado hablando en serio, estaba viviendo en unas condiciones precarias y no sabía cómo conseguir comida ¿Acaso tenía que salir a cazar? nunca había cazado, no se imaginaba yendo detrás de un ciervo ensuciando sus únicas dos cambias de ropa con lodo, sudor y mal olor, cuando él estaba acostumbrado a recibir la carne en término medio acompañado de un Royal Tokaji Essencia 2008 o un Domaine de la Romanee—Conti, Romanee—Conti Grand Cru, Côte de Nuit (vino tinto).
A pesar de que existía el muro entre el mundo humano y el mundo de los hombres lobo, lo cierto era que existía el intercambio de bienes y servicios, dentro de esos bienes los vinos y el champagne eran considerados una exquisitez por parte de él.
El joven licántropo suspiró, no se atrevía a pensar en cazar, no podía ensuciar sus manos reales, eran demasiado importantes como para ponerlas a trabajar en cosas que consideraba banales. Quiso aventarse a la cama en un impulso de depresión, pero su depresión quedó reducida de nuevo a asco por el estado en que se encontraba el colchón. Pensó en el colchón y el mero hecho de pensar que durmió la noche en algo tan sucio, hizo que le diera una comezón psicológica y comenzara a rascarse como loco todo su cuerpo enterrando sus uñas sobre su piel, por pensar que tenía pulgas.
De nuevo los estornudos se hicieron presentes, dejándole la nariz con flujo nasal transparente y sin poder oler al cien por ciento a su alrededor, no sabía si agradecer o maldecir.
Intentó bañarse lo mejor que pudo con la escasa agua que salía de la regadera oxidada, aunque para sus adentros no sabía si se había bañado bien o se había terminado de ensuciar. Trató de no pensar en ello, se sacudió la cabeza tal cual canino, tomó una de las cambias de ropa de la maleta “al menos la ropa olía bien” pensó para sí mismo, en un intento de darse ánimos. Se cambió de prisa para salir de lo que era su “nuevo hogar”.
Caminó por los pasillos del lugar, en busca del encargado que lo había atendido ayer. Los gritos de los vecinos se hicieron presentes, llenos de peleas y discusiones, y objetos voladores que chocaban contra el piso o las paredes. El mismo hombre ebrio de la vez pasada seguía durmiendo plácidamente en las escaleras polvorientas.
Llegó a la planta baja, donde el mismo encargado del día anterior se encontraba ahí, desayunando, de mala gana.
— ¿Hay algún lugar dónde puedan darme de comer? —dijo Killian con indiferencia mientras guardaba la distancia con el hombre calvo.
— !Ja! eres un holgazán lo sabía, si quieres comer tienes que tener dinero para pagarlo ¿lo tienes? —dijo preguntó el señor.
— No ¿cómo lo consigo? —Killian estaba perplejo ante lo que el encargado le decía.
— Trabajando, tienes que conseguir un trabajo.
— Osea que si consigo eso que llamas trabajo, me dan dinero y con eso puedo comprar comida —Killian sintió un alivio al saber que después de todo no estaba en una condición tan precaria, al menos no tendría que salir a cazar, se llevó una mano al pecho en forma de alivio— Oh, después de todo no me tengo que ensuciar las manos ¿cómo es eso que llamas trabajo? ¿dónde lo consigo o cómo sé de él?
— No sé si estés bromeando —el encargado le aventó un peródico manchado de comida en la cara a Killian, pero éste por sus reflejos lo tomó en el aire— más vale que tengas lo de la renta al final de mes, ahí vas a encontrar una sección de empleos, busca el que más te convenga.
Killian comenzó a hojear el periódico con cierto disgusto, no sabía que era el trabajo pero estaba seguro que si lograba adquirir uno, regresaría pronto al lugar para comer algo y con suerte cambiarse a un lugar mucho mejor con ausencia de mundanes. Se sintió positivo, orgulloso porque vencería la voluntad de su padre para hacer la suya propia en un abrir y cerrar de ojos, estaba riendo como idiota imaginándose su antigua vida llena de sirvientes, fiestas y grandes manjares finos dignos de la realeza.
Sus pensamientos fueron reemplazados rápidamente por un rugido estruendoso de su estómago que le pedía comida a gritos. El príncipe comenzó a intensificar su olfato, oliendo la pizza del encargado, a pesar de no estar acostumbrado al olor, cualquier cosa que lo alejara de cazar fuera de la ciudad parecía apetitosa, tenía una mezcla en la boca de estar salivado por asco y antojo al mismo tiempo.
— Bueno, yo … —tragó saliva al ver cómo el encargado se metía la rebanada a la boca, viendo la escena de manera lenta y pausada, como sus dientes amarillos mordían el pan duro y frio— me retiro.
Dijo Kil, al mismo tiempo que daba un vistazo a la pizza fría, su estómago volvió a rugir otra vez en protesta por la falta de comida. Se giró en dirección a la puerta.
— ¡Hey! ¡holgazán! —le gritó el encargado al mismo tiempo que le aventaba una rebanada grande de pizza al muchacho, éste con sus reflejos de licántropo lo atrapó en el aire— no sé qué situación tengas, eso por lo menos calmará tu hambre, recuerda la renta al final de mes.
Killian vio la rebanada de pizza con indiferencia, con toda la altanería que pudo, enderezó su espalda para tomar una postura principesca, lo más fina y elegante que pudo para ocultar la vergüenza que él, el príncipe de los licántropos estaba pasando ante una r**a inferior de humanos.
— No era necesario —dijo Kil con los brazos cruzados de forma elegante, parecía como el aura del muchacho era más brillante que el esto de la estancia donde se encontraba, odiaba admitir que estaba agradecido ante el gesto del recepcionista, por lo que la altanería resultaba su mejor arma para esconder su vulnerabilidad en ese momento— tendrás tu renta a final de mes —dijo al mismo tiempo que se quitaba un mechón de pelo
Salió del lugar tal cual estrella de televisión en su mejor momento, el encargado del lugar, lo había ignorado por completo, pues se vio enfrascado en su programa de televisión. Una vez estuvo fuera, Kil vio fijamente la pizza sin pensarlo la devoró de un solo bocado, su estómago aún seguía protestando. Para un humano normal la porción hubiera estado bien para aguantar el hambre un rato pero para un lobo como él solo le había dado más hambre.
Había caminado durante dos horas bajo el rayo de sol, hasta que, victorioso, había llegado a la dirección de la entrevista de trabajo, se había perdido al cruzar la calle y caminar hacia el lado contrario de donde se encontraba el lugar de trabajo. Hizo una caminata estúpida de dos horas por no entender las instrucciones de tránsito de los humanos, se sintió un completo idiota al ver que el taxista lo había dejado a tan solo una cuadra de su destino, cuando lo sacó del vehículo a la fuerza por no tener dinero.
Suspiró con resignación engreída, entró al restaurante, y lo primero que pudo notar en el aire fue un olor a “café con caramelo y pan dulce de naranja espolvoreado en azúcar mascabado con un toque de hierba de la bondad, un toque de canela de la india con un poco de cúrcuma”. Los sentidos de su cuerpo comenzaron a maquinar un torrente químico que le mandó la señal a su cuerpo de caer en un éxtasis casi incontrolable ¿qué demonios le estaba pasando? Un impulso por correr fuera del lugar y ver de dónde provenía aquel olor que lo volvía loco, se apoderó de sus instintos naturales de lobo.