VOLVAMOS EL TIEMPO ATRÁS
Antes de que Killian y Alora se encontraran en el cruce peatonal con el "trágico" accidente del café, retrocedamos el tiempo atrás cuando el príncipe llegó al mundo humano y se hiciera billonario.
Existen tierras inhabitables y prohibidas en nuestro mundo, incluso muchas de las cuales nosotros como simples mortales no tenemos conocimiento alguno. Sin embargo; aun con todo y la era de la tecnología a pesar de que vivimos en un mundo en paz con otras especies al no saber en general de su existencia, los humanos seguimos sin conocer la mitad de lo que realmente nos rodea.
Muchas leyendas giran en torno a lo que diariamente escuchamos, leemos o percibimos, en las cuales tomamos la decisión de poner atención o no hacerlo. Tal es el caso de los licántropos, las leyendas de los hombres lobo que a la luz de la luna llena se transforman volviéndose seres peludos, fortachones y sin razón que los domine.
En esas tierras prohibidas para los humanos, que en algún momento fueron desplazados por los hombres lobos por un tratado de paz entre ambas razas, un imperio perdido gobernado por una monarquía, yace latente por el bienestar de los licántropos, pues es la realeza quien domina a los de su especie vigilando que ese tratado de paz se respete.
Killian es el príncipe heredero de esa familia real, los Licanto, la familia más poderosa dentro del mundo de los licántropos y los únicos autorizados para hablar cosas de política en nombre de los de su especie con la asociación mundial de humanos, representando a su respectiva r**a.
El día en que el rey Lobardo Licanto decidió que era momento de que su hijo aprendiera una lección, fue cuando Killian citó a veinte de las familias más importantes de su especie para dar una fiesta, que terminó cancelando porque a “su alteza le dolía la cabeza” cinco minutos antes del evento
Killian estaba leyendo un libro sobre las finanzas humanas, en su habitación, estaba plácidamente boca abajo mientras movía las piernas con soltura hacia arriba, mostrando su postura de comodidad, había tomado un baño y recibido un masaje, por lo que se encontraba en bata. El rey entró sin más, azotando la puerta tras de sí, había dado la orden a los mozos de su hijo que los dejaran a solas con un ademán de mano. Los sirvientes se retiraron de prisa haciendo una reverencia hacia él y el príncipe.
— ¡Killian es una vergüenza lo que acabas de hacer! ¡No se juega de esa manera con el tiempo de los demás! —gritaba el rey Lobardo, el príncipe seguía con los ojos pegados a su lectura.
— Me dolía la cabeza, no podía atender una reunión en ese estado —dijo el príncipe indiferente
— ¡Es una grosería y un desplante que has hecho en nombre de la realeza a las familias más importantes!
— Se terminarán olvidando de lo sucedido hoy, además soy el príncipe heredero no pueden quejarse sobre mí.
— Si no aprendes los modales adecuados y tomarle importancia a la gente que te rodea, difícilmente serás un buen rey para ellos, y es mi obligación hacer caso a sus peticiones, por lo que he tomado la decisión de que vayas al mundo humano y aprendas la lección que aquí claramente no aprenderás.
Killian por un momento interrumpió su lectura, por la sorpresa de las palabras de su padre “no puede estar hablando en serio” pensó, sonrió relajándose nuevamente regresando a su lectura, sin saber que su padre hablaba en serio y su vida llena de lujos estaba por cambiar.
A la mañana siguiente, el príncipe despertó tarde, cuando se levantó hizo sonar la campana que había al lado de su cama, pero nadie acudió al primer llamado, esperó un minuto haciéndola sonar nuevamente, sin que nadie llegara nuevamente a él. Exasperado el mismo se levantó abriendo las cortinas de mala gana refunfuñando.
— ¡Un príncipe no debe abrir nunca las cortinas por sí mismo ni hacerlo esperar! gritó en su enorme cuarto vacío.
Para cuando la luz natural de pasó a inundar su habitación, se dirigió nuevamente a tomar la capana que la había dejado sobre su cama, pero nadie acudió a su llamado. Echando chispas sobre su cabeza, fue a su enorme closet, de dos niveles, casi le dio un infarto al corazón al no ver ninguno de sus trajes de colección que tenía. Todo el lugar estaba completamente vacío, sus pertenencias habían sido reemplazadas por una pequeña maleta color negra con llantas para poder arrastrar con comodidad.
Tomó la maleta, dentro de ella, había un par de pantalones de par de tenis, tres playeras para combinar, ropa interior y era todo. Con cara de disgusto, dejó la maleta en el closet y con paso decidido fue a enfrentar a su padre a su oficina real.
Salió de su habitación y llegó a la oficina de su padre que se encontraba viendo el horizonte a través de su ventana, de espaldas el cabello largo y canoso en comparación con su ancha espalda lo hacían ver imponente con el tamaño de músculos que se cargaba, por algo era el rey de los alfa, cosa que Killian no entendía bien su papel como príncipe, primero debía aprender una lección de sencillez y darle una enorme cantidad de responsabilidad para que entendiera la importancia de gobernar, era lo que su padre pensaba.
— ¿Por qué me has quitado mis pertenencias y dejado esa horrible ropa? ningún mozo fue a auxiliarme a mi llamado — le reclamaba furioso a su padre. El rey se limitó a sonreír débilmente.
— Desde hoy dejarás de ser un príncipe hasta que aprendas la lección de vida que quiero darte —dijo el rey girando su cuerpo para verlo a la cara.
— No puede estar hablando en serio ¿de verdad me enviarás con los humanos? ¿En qué casa de tus amigos humanos estaré?
— En ninguna, hijo, te tendrás que valer por tus propias manos. Así que quítate la pijama y toma la ropa que te han preparado que el tren para ir a la muralla sale en cualquier momento.
— Pero padre, daré una disculpa pública por lo que hice ayer, me portaré mejor pero por favor no me dejes ir al mundo de los humanos.
— No hay nada que pueda hacer necesito prepararte para el trono y esa actitud es claro que no la puedes tener.
— Pero, pero …
— Está decidido Killian sino lo haces tú mismo ordenaré a que te obliguen, no hagas pasarnos más vergüenza de la que ya tenemos por tu actitud.
El joven príncipe tragó saliva, en un intento de súplica hincándose ante su padre, con la voz más suplicante que tuvo para dar lástima, lo vio a los ojos.
— Sé que no he sido el mejor hijo, pero prometo dar lo mejor de mi para enmendar mis errores.
— No creas que soy idiota Killian, o vas por tu maleta o yo mismo en persona te obligaré a hacerlo —lo reprendió su padre como niño chiquito, dándole un zape en la cabeza.
El príncipe, indignado se levantó del suelo, viendo a su padre con rencor de un niño de tres años por no haber recibido su paleta.
— Está bien padre, iré al mundo de los humanos, espero no te arrepientas de tu decisión, me llevaré esta pijama que no me empacaron una los ineptos.
El príncipe salió caminando con la cabeza en alto, altanero como siempre, mientras su padre se daba de zapes en la pared mientras sudaba la gota gorda “espero que no haga estupideces en el mundo humano”.
Pasó una hora hasta que el príncipe se presentó nuevamente en la oficina del rey, llevaba puesto uno de los pantalones de mezclilla, playera negra y sus tenis negros, estaba vestido como un humano común y corriente.
— Bien, algunas palabras antes de que me vaya —decía el príncipe desde la puerta, el rey se encontraba sentado detrás de su escritorio con las manos entrelazadas sobre su abdomen.
— Tienes que seguir al pie de la letra todas las reglas del tratado licántropo—humano, para seguir guardando la paz con ellos. La asociación mundial de humanos me concedió el permiso de que pases un tiempo allá, dada las circunstancias en las que nos encontramos. Escucha muy bien las reglas Killian: 1. Debes encontrar un lugar para desaparecer en luna llena asegurándote que no lastimarás a nadie más en tu momento de crisis, aún no puedes controlarlo por lo que se convierte en un peligro potencial. 2. No puedes morder a nadie con la intención de convertir a un humano en licántropo bajo ninguna circunstancia, ni siquiera si un alto funcionario de la asociación de humanos si se encontrara en riesgo de morir. 3. y la más importante no puedes mantener ninguna relación sentimental con ninguna humana bajo ninguna circunstancia, por el bien de la paz mundial no se permiten híbridos.
— ¿Algo más? —dijo Killian indiferente.
— Si, pero esa es más petición mía, mantén un perfil bajo en el mundo humano. Mientras menos humanos sepan de tu existencia es mejor, garantiza tu seguridad y también evita que el tratado se debilite.
— Bien, no sé en cuánto tiempo regrese anciano, pero cuando lo haga, sabrás que habré hecho mi propia voluntad allá también —dijo el príncipe sin más saliendo de la habitación quedando el rey solo en la habitación.
— Dudo que puedas hacerlo hijo mío, el mundo humano es por mucho más competido que el de nosotros —dijo el rey a su hijo ahora ausente.
Y es así como la historia del príncipe Killian comienza en el mundo de los humanos, tratando de entender la lección que su padre le mandó a aprender por su propia cuenta.