Valerie
Miré mi teléfono una docena de veces, sin saber qué responderle a Derek. ¿Tus empleados me hirieron? ¿Tus empleados hicieron una comida compartida, pero no me invitaron? ¿A nadie le caigo bien? Nada parecía encajar así que simplemente no respondí.
Mi teléfono empezó a sonar, apareciendo el nombre de Derek. Lo dejé sonar hasta que fue al buzón de voz, pero una vez que intentó llamar de nuevo, contesté.
—Hey Derek —dije, tratando de que mi voz no me delatara.
—Hey, ¿estás bien? —preguntó él.
—Supongo. —Encogí los hombros, a pesar de que solo mi gato era testigo allí.
—¿Estás en casa?
—Sí, ¿por qué?
—Abre la puerta principal.
A regañadientes, me levanté del sofá y me acerqué a la puerta. Cuando abrí la puerta, Derek estaba parado allí con una bolsa más fresca y aún tenía el t
