Suzana Ferrari: Sería mejor estar viendo al mismísimo diablo frente a mí en este momento, en lugar de ver a Caio parado en la puerta mirando el deseo que estoy dibujando. Una gran rabia se forma dentro de mí, ¿cómo puede tener el coraje de estar aquí después de todo lo que ha pasado? —¿Qué haces aquí? —pregunto furiosa. Ve cómo pasa su mano por su barbilla, aparta los ojos de mi pantalla y me mira. —No eres bienvenido aquí —dice Lívia a mi lado. Simplemente sonríe, viéndome irritada. —¡Vete! —espeto señalando la puerta. —Necesito hablar contigo —responde tranquilamente. Una cosa que Caio siempre ha sido es demasiado calmado y eso siempre me ha irritado profundamente. Me dan ganas de estrangularlo con mis propias manos. —No tengo nada que hablar contigo —respondo. Él arquea la cej