CAPÍTULO 4

1628 Words
Suzana Ferrari: Hoy me desperté sintiéndome muy mal, algo que nunca me había pasado, es decir, algo no estaba bien. No suelo estar así, creo que algo que comí me hizo daño, así que decidí tomar un antiácido para ver si mejoraba, pero nada funcionó. Así que decidí ir al médico porque soy la clase de persona que no le gusta esperar hasta ver qué pasa, por lo que cuando no me siento bien, voy directamente al especialista para resolver el problema. Llego al hospital y espero unos minutos para ser atendida, pero pronto me llaman al consultorio del médico. —¿Qué es lo que siente, señorita Ferrari? —pregunta el médico, es el mismo que atendió a mi cuñada Stefany cuando descubrió que estaba embarazada de gemelos. —Me siento mal, cansada y con muchos vómitos —respondo. —¿Cuándo fue la última menstruación? —pregunta. —Fue el mes pasado, está atrasada hace algunos días, pero siempre se atrasa, es normal —digo. El médico me mira extrañado y levanta las cejas. —¿Cuándo fue su última relación s****l? —pregunta. Paro y pienso que la última vez que tuve relaciones fue con Caio hace un mes. —Hace aproximadamente un mes —respondo confundida.   «¿Por qué eso importaría?», pienso. Siento cómo mi corazón se acelera cuando el médico menciona las siguientes palabras. —Vamos a hacer una prueba de embarazo y esperar el resultado —me indica. «Comienzo a respirar pesadamente, sé que algo anda mal, pero no creo que sea tan grave», pienso. —Doctor, no puede ser que esté embarazada, tomo anticonceptivos —digo—. No es necesario hacer una prueba de embarazo. Él sonríe de lado. —Vamos a verificarlo —dice. Salgo de la consulta del médico preocupada, pero trato de mantenerme fuerte con la idea de que es imposible que esté embarazada, después de todo, tomo anticonceptivos. Espero un tiempo después de hacer el examen, el médico pidió un análisis de sangre para asegurarse, e imagina mi cara cuando recibí el resultado: ¡POSITIVO! Grita el resultado, me quedo sin reacción. Estoy embarazada de Caio. Mi exnovio no puede ser, ya que siempre usaba condón con mi ex, Caio fue el único con quien cometí ese error. Salgo de la sala del médico y veo que Lívia me está esperando, ella vino a encontrarme cuando le dije que iba al médico. —¡Dios mío! ¿Qué pasó? —pregunta preocupada. —Estoy embarazada —respondo asustada. —¿De Daniel? —pregunta. —No —respondo irritada—. Estoy embarazada de Caio. Ella abre la boca sorprendida, cuando le hablé de la maravillosa noche que pasé con Caio, en ningún momento mencioné que lo hicimos sin condón. —Y ahora, ¿por qué no usaron condón? —pregunta. —Estaba tan bien —digo sonriendo al recordar la noche que pasamos juntos—. Pero eso no importa, voy a hacer lo correcto —respondo. —¿Le vas a decir? —pregunta. —Claro, jamás ocultaría esto de él, estamos hablando de un hijo, Lívia, es justo que le diga que va a ser padre. —Tienes razón, vamos allá —responde. Caio tiene el derecho de saber que va a ser padre, así que salgo con Lívia hacia su empresa. Conozco a la familia Houston desde hace muchos años y sé que mi entrada no será impedida cuando diga mi apellido, Ferrari. Lívia se queda en el coche, necesito hablar con él a solas, así que ella me espera. Cuando entro en la oficina de Caio hago lo que he hecho toda mi vida, enfrentar los problemas de frente, así que le cuento de inmediato que estoy embarazada, en ese mismo momento veo cómo Caio cambia completamente, parece enfurecido. —¿Cómo puedes decir que estás embarazada de mí, si tenías un exnovio y terminaron recientemente, incluso fue el mismo día en que dormimos juntos? —responde enfadado. —Estoy embarazada, Caio —digo irritada, al igual que él, porque no puedo creer que piense que soy el tipo de persona que quiere aprovecharse de un embarazo. —¡NO PUEDO SER EL PADRE DE TU HIJO, SUZANA! —grita Caio. Me pongo nerviosa al verlo gritar, ni siquiera mi padre me grita, no será un hombre de la calle el que lo haga. —¡PERO ERES TÚ, CAIO! ¡¿OLVIDASTE QUE TUVIMOS RELACIONES?! —grito alterada como él. Sonríe con sarcasmo. —Tuvimos relaciones una vez y acababas de terminar con tu novio, y ahora vas y quieres ponerme un embarazo en mis hombros, ¡como siempre, eso nunca sería posible! ¿crees que soy un idiota para aceptar un hijo que no es mío? —escupe y no puedo creer que haya dicho eso. —¿Cómo no es posible si estoy embarazada, caio? Mira aquí —le arrojo el resultado de la prueba de embarazo en la cara, pero Caio ni siquiera lo agarra. —Ve a buscar al maldito padre de tu hijo, porque ese hombre no soy yo, mierda —dice enfadado. —¡Eres tú, caio! Estoy segura —hablo en el mismo tono, pero estoy muy desesperada por estar siendo tratada como una cualquiera, nunca pensé estar en esta situación en mi vida. —No puedo ser padre, suzana, no tengo espermatozoides vivos, tengo varicocele desde hace muchos años, ¡nunca podré ser padre! ¿tu hermano nunca te lo dijo? Ya que estás aquí, haciendo el papel de puta intentando echármelo encara y... —No dejo que termine de hablar, tan cerca que estoy, le doy una bofetada en la cara sin medir siquiera la fuerza que pongo. —¡Nunca más me llames puta, idiota! —espeto furiosa y Caio me mira incrédulo. —¿Entonces qué eres, Suzana?, ¿no sabes quién es el padre de tu hijo y vienes a echármelo a mí? —responde él. Miro hacia él incrédula, no puedo creer que Caio me esté tratando así, pero no me daré el lujo de llorar frente a él. Lo enfrento mirándolo a los ojos. Estoy desolada por dentro, perdida, pero respiro profundo e intento recuperar mi dignidad. —Escucha bien lo que voy a decir: nunca más te acercarás a mí, no quiero que me dirijas la palabra nunca más en tu vida, Caio, en este momento te has muerto. Eres un maldito hijo de puta que tuvo el coraje de despreciar a su propio hijo y yo jamás, escucha bien, JAMÁS, quiero que te acerques a él en el futuro. Si algún día te arrepientes de hoy, no me busques. Y si algún día siquiera intentas acercarte a ese niño —digo poniendo mi mano en mi barriga—. TE MATO —digo alterando la última frase. —No tengo por qué arrepentirme porque ese hijo no es mío, pero si quieres, puedo pedir una prueba de ADN y puedo decir que será muy feo que todos sepan que Suzana Ferrari no sabía quién era el padre de su propio hijo. Y que intentó estafarme —dice irritado y sonriendo con sarcasmo. —Muere con tu arrepentimiento en el futuro, maldito —digo y salgo de la sala. Salgo de la empresa de Caio desolada y veo a Lívia esperándome en el coche. Cuando ella me ve, enseguida abre los brazos para abrazarme. Lloro mucho por el dolor de saber que mi hijo fue rechazado por su propio padre. Que no creyó en mí y me trató de la peor forma posible. Nunca pensé que Caio fuera tan imbécil y sin carácter. —Él rechazó a nuestro hijo, Lívia, Caio rechazó a su propio hijo —digo con la voz entrecortada. —¡Ah, amiga, el que está perdiendo es él, porque las dos vamos a cuidar muy bien de ese bebé! —dice ella. —No quiero ni imaginar cuándo mi padre se entere —digo preocupada—. Siempre fui un ejemplo, y mira ahora, embarazada de un hijo que no tendrá padre. —Él estará feliz, Olavo Ferrari estará encantado de saber que será abuelo otra vez, serán dos embarazadas en la familia, ya que tu cuñada ya tuvo gemelos, es decir, será otro niño para la familia —responde ella—. ¿Le dirás que Caio rechazó a su propio hijo? —pregunta. Limpio mis lágrimas y respiro hondo. —Mi hijo no tiene padre, solo tiene madre. Caio jamás será su padre, no lo quiero cerca de mí ni de mi hijo, no quiero que nadie sepa que él es el padre, porque nunca quiero que alguien de mi familia lo obligue a hacerse cargo del niño. A partir de hoy, Caio está muerto para mí y deseo que muera con el remordimiento, porque sé que algún día lo sentirá, ya que, no me iré de la ciudad, mi hijo crecerá aquí y él verá lo hermoso que es y no necesito nada de ese maldito. Mi hijo nunca lo llamará padre —sentencio indignada. Lívia sonríe de medio lado, sé que mi amiga está tratando de darme fuerzas. —Todo saldrá bien, Suzan, vamos, porque tenemos que alimentar a este bebé —Mi amiga siempre ve el lado positivo de las cosas. Entro al coche y no miro hacia atrás, fue una noche única y sé que la llevaré el resto de mi vida. En ese momento, Caio no existe, lo que hizo conmigo y con mi hijo siempre será recordado por mí. Mi bebé puede buscarlo cuando crezca, pero mientras yo sea la única responsable de él, Caio no se acercará ni a un metro de mi hijo. Hago este juramento para mí misma hoy.
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