Capítulo 4
El que ríe de último, ríe mejor…
Narra Amy
No puedo creer que ese estúpido me haya dejado con la mano tendida, es un idiota de lo peor, me doy cuenta de que con este hombre no puedo ser como con los demás y que la información que me brindaron es completamente inservible, según, este hermoso hombre es soltero y quizás si lo sea, pero por boca de Marie, esta escena de hace un rato es más común de lo que imaginé.
Dominick Black se acercó a mi con el fin de humillarme y hacerme saber que él es el mandamás en este lugar, pero si él cree que yo voy a humillarme como la mayoría de las personas que trabajan aquí deben estar acostumbradas a hacerlo, está completamente equivocado…
Termino mi día de trabajo y el Señor Black no vuelve a aparecerse en la oficina por lo que resta del día, me preguntó ¿Para dónde habrá ido y por qué salió tan molesto de aquí? ¿No sé supone que uno queda satisfecho después de tener sexo? A lo mejor este hombre es todo lo contrario.
Salgo en búsqueda de un taxi, y esto es lo que más odio de New York, el hecho de que conseguir un taxi sea la mayor hazaña del mundo, camino unas cuadras y resignada decido pedirle a mi padre que me envíe un auto que pueda ser utilizado de alguien de mi puesto, ya que aún debo aparentar un perfil bajo.
Llegó a mi casa cansada después de una larga jornada laboral, ¡Joder! Si tan solo mi padre supiera todo lo que tengo que hacer, me tratara mucho mejor, él cree que con solo verme los hombres caen a mis pies, debo admitir que en ocasiones es así, pero a veces hay casos difíciles, como este, que requieren de más trabajo, dedicación y esmero.
Me acuesto a dormir, porque mañana me espera un día agitado, y pienso aprovechar cada segundo en esa empresa para obtener información y poder largarme a continúar mis vacaciones.
A la mañana siguiente me dispongo a hacer mi rutina de ejercicios para luego desayunar, me enfrento a mi closet una vez más y veo que la mayoría de mi ropa no se compara en nada a lo sexy que se veía esa mujer, así que en definitiva ser yo misma es lo ideal, me pasa por la idea, quizás tener que involucrarme con el vicepresidente sería más fácil que con el señor Black, no es que sea cobarde alguna, para nada, es que el simple hecho de tenerlo cerca hace que me hierva la sangre y eso que a penas acabo de conocerlo.
Me visto y recibo una llamada de mi hermano
— El auto que pediste está afuera, ve a hacer lo que se te mandó y no te atrases — me dice molesto y no entiendo cómo alguien puede estar de ese humor tan temprano en la mañana.
— Hola hermanito, estoy bien, muchas gracias — le digo con sarcasmo y el me dice de vuelta
— déjate de estupideces Amy, Necesito algo de información vital rápido, Black's y Asociados están cerca de cerrar un trato importante.
— La tendrás hermanito, como siempre… — le digo con una sonrisa y él cuelga la llamada.
Bajo con una sonrisa y el portero del edificio me saluda amablemente
— Buenos días señorita Amy, el día está tan encantador como usted — yo solo sonrío ante su comentario y le doy los buenos días también, él continúa diciendo
— Un hombre que envió su padre dejo esto para usted — me tiende las llaves de un auto y me señala un Volvo de la edición del año pasado, por lo que veo este es el concepto de papá de pasar desapercibida, le agradezco y tomo las llaves del auto.
En camino hacia el edificio de Black's y Asociados agradezco mentalmente por poder venir en mi propio auto, porque si hay algo que detesto en la vida es el transporte público, prefiero mil veces caminar a esperar que a algún taxi le dé la gana de aparecer.
Llegó al estacionamiento y veo la hora, y se me está haciendo tarde, Busco un puesto desocupado y no encuentro ninguno, veo uno vacío cerca de los ascensores subterráneos u cuando voy a estacionarme un fabuloso auto de lujo se me atraviesa y ocupa el asiento, choco mi mano contra el volante y maldigo internamente, me quedo allí parada viendo como el hombre más sexy y arrogante que mis ojos han visto, baja con un traje a medida color n***o, con una camisa blanca, traje que porta elegantemente, me quedo allí con el motor encendido y veo que me observa mientras activa la alarma de su auto, me quedo aún con las manos en el volante esperando que se vaya, no se que pasa conmigo y porque no pongo el auto en marcha de una vez.
Lo veo caminar hacia mi auto y se para a un lado tocando con sus nudillos la ventana del auto para que la baje, lo hago y se agacha hasta mi altura y que asombrada por el intenso azul de sus ojos a esta corta distancia.
— ¿Ves ese cartel que está allí? — me pregunta y yo asiento — ¿Puedes leerme lo que dice?
Sigo mirando en frente pero no pienso leer el cartel, al diablo mi padre y sus negocios, no pienso humillarme ante este hombre, habrá otra manera de conseguir información, pero no esta.
Lo miro a la cara y alzando la ceja le pregunto
— ¿Usted sabe leer? — el abre sus ojos, asombrado por mi respuesta y yo continúo diciéndole — lea su cartel usted mismo — y así sin más acelero el auto sin importarme si lo lastimo o no, veo su cara de asombro e ira por el espejo retrovisor y pienso que quizás este sea mi segundo y último día en esta empresa. Pero… ¿Quién lo manda a molestarme? Normalmente trato de controlar mis emociones pero este hombre me hace perder los estribos. Pienso en la reacción de mi padre si me echan al segundo día, pero qué más da… después me las arreglaré con él.
Estaciono en el primer puesto que veo vacío y salgo rápidamente a tomar el ascensor porque voy retrasada, ingreso mi tarjeta de acceso y llegó hasta el piso correspondiente.
Veo a lo lejos a Marie hecha un caos y me acerco a ella preguntándole
— Buenos días Marie, ¿Qué sucede? — ella me responde aún yendo de aquí para allá
— El señor Black llegó con el genio de mil demonios — y me siento mal por ella, porque no puedo evitar pensar que su mal humor es debido a nuestro enfrentamiento en el estacionamiento.
— ha citado a los jefes de todos los departamentos, eso quiere decir que empezará a cortar cabezas, vamos a preparar la sala de juntas antes de que las nuestras sean las primeras— me dice Marie y yo silenciosamente la ayudo porque me siento culpable de todo su estrés.
Entramos a la sala de juntas y dejamos los documentos en su lugar, poco a poco van llegando los altos cargos de la empresa y Marie me indica que me siente al fondo, por si mi jefe, el señor Müller, necesita algo de mí.
La sala ya está llena, solo falta el engreído que pedirá los informes a todos los que allí se encuentran, cuando Dominick Black entra al lugar, todos se ponen de pie como si él mereciera una reverencia, él camina con su espalda erguida y su mirada en alto, sintiéndose el dueño del mundo.
Se sienta al frente de todos y comienza a hablar un montón de cosas que no entiendo, no porque no sepa sino porque mi atención está fijada en sus labios, veo cada movimiento que hace al hablar y los imagino recorriendo cada parte de mi cuerpo, besando delicadamente el centro de mi placer…
¡Amy Basta!, Me regaño mentalmente y siento como Marie me golpea suavemente con el codo y no entiendo porque lo hace, volteo a verla y me dice en un susurro.
— El señor Black te habla Amy.
Me pongo de pie y con mi mejor sonrisa prefabricada le digo
— ¿En qué puedo servirle señor Black? — el se me queda mirando pensativo, pasando un dedo por su barbilla.
— ¿Señorita Johnson no? — yo asiento confirmando lo que él ya sabe porque yo misma me le presenté el día anterior — necesito que baje a la cafetería y que suba café para todos, tome la orden de cada uno y la quiero aquí en 10 minutos
¡Maldición! ¿Acaso este hombre cree que soy su mandadera? Veo de reojo como Marie se pone de pie y me dice
— yo puedo ayudarte — escuchamos como es golpeada la mesa con la palma de su mano y nos dice
— Marie a tu lugar, deja que la nueva se encargue...— y yo no hago otra cosa más que mirarlo con ira, Marie trata de interceder diciendo — señor son muchas bebidas calientes para una…
La mirada que le da la inmuta por completo y esta toma asiento en su lugar, de repente como si de un gesto de solidaridad para conmigo se tratara a todos rechazaron el café queriendo continuar con la reunión, cuando voy a sentarme un poco más tranquila escucho su voz
— no he ordenado que se siente, si ninguno de ellos desea nada yo si, quiero un café grande, bien cargado y sin azúcar pero ya.
Salgo de la sala de juntas echa una furia, una vez más este hombre pretende humillarme, pero esto no se queda así, en la cafetería pido su café y subo con un plan en mente, Dominick Black empezará a pagar sus humillaciones
Entro a la sala de juntas y él me ve de arriba a bajo, camino con paso firme hasta su silla y le digo — aquí tiene su café bien cargado y sin azúcar — y entre dientes digo — amargo como usted
El escucha lo que digo y frunce el entrecejo, cuando voy a entregárselo "accidentalmente" lo derramo encima de él.
Lo veo ponerse de pie y maldecir varias veces
—¡Con un demonio! Está caliente…
Y yo con mi mejor cara de inocente comienzo a disculparme, la mirada que me da, es como si quisiera matarme, así que me alejo un poco de él.
Lo veo intentar limpiarse y calmarse inhalando profundamente, me mira directo a los ojos y con voz firme, sin necesidad de levantarme la voz me ordena
—¡A mi oficina ya mismo! — yo camino en silencio pero por dentro lo estoy disfrutando, si me despiden al menos me voy con la satisfacción de haberme desquitado.
Entra detrás de mí y cierra la puerta, me paro mirando su escritorio, dándole la espalda y de pronto siento como me toma de la cadera y me da media vuelta, está tan cerca de mi, que hasta puedo sentir su respiración, me toma del mentón haciéndome mirarlo a los ojos y me dice
—¿ A qué demonios juegas Amy?— y yo no puedo pensar en nada más que no sea lo maravilloso que suena mi nombre en su voz…