PRÓLOGO
Prólogo
25 años atrás…
Veo a mi pequeña Amy jugar, y me preocupo por su futuro, esta enfermedad me consume cada día más y no se que hacer el día que no pueda cuidar de ella, ¿Cómo hará para sobrevivir sin mí cuando está horrible enfermedad acabe con mi vida?, Debo hacerlo tarde o temprano, y más vale que sea temprano…
—Princesa, es hora de dormir, mañana será un gran día…
Veo como Amy corre hacia mí para abrazarme y me agachó hasta su altura y extiendo mis brazos para ella, es increíble cómo ha crecido tan rápido, aún recuerdo cuando era tan solo una bebita que cabía en mis brazos y ahora se ha convertido en una hermosa niña con rasgos inigualables.
Me duele, me duele en el alma tener que dejarla, pero lo hago por su bien. Me acuesto a su lado porque es la última noche que pasaré a su lado, trato de dormir pero no puedo, lágrimas corren silenciosamente por mi rostro y lo único que hago durante toda la noche es verla dormir.
Al día siguiente me decido a hablar con ella y explicarle que iremos a un paseo y salimos de casa, Amy va contenta durante todo el camino y yo solo le pido a Dios que la adopte una buena familia, que sepa sacar provecho a su inteligencia, belleza y potencial creativo.
Llegamos al frente del orfanato y me siento muy nerviosa, me agachó a su altura para decirle
—Hija quiero que me hagas un favor, camina hasta ese lugar— le digo señalando la casa hogar— y entregues esta carta a la persona que salga y me esperes allí dentro, voy a hacer unas compras ¿Entendido?— ella me mira confundida con esa mirada dulce que tiene y me pregunta
—Mamá… Mamá, ¿ahí vive tu amiga la princesa?— yo solo puedo asentir para evitar llorar mientras la veo saltar y aplaudir de emoción diciendo un —¡Siiiiiiii…!— y continúo diciéndole
—Amy no se te olvide, eres una niña amable, cariñosa, bondadosa, hermosa y sobre todo muy inteligente— la veo asentir y decirme— Yo inteligente mamá y hermosa y linda como princesa— la ayudo a cruzar la calle y la observo desde mi escondite, caminar hacia allá con su mochila en la espalda, veo como toca la puerta y una monja sale a su encuentro, sale a la calle y empieza a mirara ver si ve a alguna persona y tengo que esconderme por completo para que no me vea.
Cuando salgo de mi escondite, ya Amy estaba dentro del lugar, lo único que pude hacer fue irme a central park a llorar, a llorar esta amarga despedida y por todo lo que me pasará, no tengo el dinero suficiente para un tratamiento de quimioterapia o radioterapia, así que sé perfectamente que el cáncer irá creciendo en mí como un gusano que me come por dentro.
Me voy a mi casa y me quedo en el cuarto de Amy una vez más, me hago una promesa, iré a diario al orfanato a verla desde lejos, verificar que se encuentre bien, hasta que una buena familia se la lleve para darle la vida que ella merece.
Al día siguiente miro desde lejos el orfanato durante todo el día, veo a los niños jugar pero no está mi Amy y me pregunto ¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo? Y debo resistir el impulso que hay en mí de salir corriendo a averiguarlo.
Al otro día me siento más tranquila al verla, está sentada sola, en la banca del patio de juegos, veo como dos niñas se le acercan y comienzan a burlarse de ella, se que es tonto que lo piense pero quisiera poder evitarle eso, a veces, los niños son muy crueles. La veo levantarse y a pesar de que cada niña le saca más de una cabeza de estatura, ella se para firmemente y las empuja y estas caen al suelo llorando, inmediatamente veo como se acerca una monja para ayudar y mi hija es llevada dentro del lugar.
Al tercer día me fue imposible levantarme de la cama, no tenía fuerzas para absolutamente nada, estaba débil así que decidí pasar el día entero en cama durmiendo.
Al cuarto día fue igual, solo que esta vez la debilidad vino acompañada de vómitos y dolor de cabeza, ¡Dios! Si esta enfermedad quiere llevarme que lo haga de una vez por todas, eso que ruego a Dios cada minuto.
El quinto día me sentí mucho mejor, con más fuerzas y decidí ir a observar a mi niña, está sola una vez más, mirando directamente hacia la calle, veo como los ojos se le iluminan cuando logra verme porque no soy lo suficientemente rápida para esconderme y la escucho hasta este lado de la calle gritar "mami, se que estás ahí" mientras solloza desconsoladamente, decido marcharme porque oírla así es demasiado duro para mí, sentir que la he decepcionado porque ella ha pasado estos días esperando a que yo venga por ella, hace que mi corazón se rompa en mil pedazos, seguramente para este momento mi linda Amy de apenas 3 años ya debió de dejar de amarme.
Al sexto día, cuando vuelvo al lugar veo dos lujosas camionetas y me pregunto si será alguna persona que vino a realizar algún tipo de donativo, a lo lejos apenas logro ver hacia el patio de juegos porque la camioneta que está allí parada bloquea mi campo de visión, a duras penas logro divisar a una hermosa mujer rubia, elegantemente vestida, paseando por todo el lugar, la veo agacharse a ayudar a algunos niños y veo como su mirada se posa en mi Amy, la veo sentarse en la banca junto a ella y como se toman de la mano, mi Amy sonríe, después de varios días al fin la veo sonreír, no sé quién sea esta mujer pero sería la madre ideal para mi hija cuando yo no esté.
Dos horas después veo toda una conmoción en la puerta de la casa hogar, veo que la familia adinerada sale, desde mi posición logro ver a un guapo señor de traje elegante y gesto serio, de su mano viene un niño que sólo puedo describir como una mini versión de él, más atrás viene la mujer rubia que ví anteriormente y de su mano viene nada más y nada menos que mi pequeña Amy, con un rostro sonriente, la verdad es que no se cómo sentirme, no pensé que esto sucediera tan rápido y que vería tan pronto a mi hija de la mano de otra mujer a la que llamará "mamá" muy sonriente, si estoy siendo egoísta, lo sé, pero pensé que al menos podría verla durante unos días más, solo deseo que esa familia le brinde el amor y todo lo que ella necesite y me voy del lugar sabiendo que tendré que vivir con esta decisión por el resto de mi vida...
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