«¡Oh, wow... nunca imaginé que el dueño fuera alguien tan imponente como él. Y justo hoy, cuando me veo tan desaliñada y con los ojos hinchados!»—pensó Jennifer, con asombro y algo de vergüenza porque siempre le gustaba estar bien arreglada en todo momento. Entonces, en ese mismo instante, una marea de recuerdos inundó la mente de Jennifer. Recordó las numerosas cenas familiares donde el abuelo de Archie y él solían despotricar contra Ares, la empresa que había surgido de la nada. Siempre sostenían que en tan solo unos años, Ares se había convertido misteriosamente en un gigante exitoso. ―¡Ah, sí! Ahora recuerdo... mi esposo solía hablar de Ares company― exclamó Jennifer, sorprendida mientras clavaba su mirada en Stavros―Por fin tengo el honor de conocer al dueño. No tenía idea de que en