¡Voy a pedir tu mano!

1856 Words
Que alivio siento cuando dice que estuvo ahí, pero no lo hizo. ¡Dios! ¡Gracias! ¡Gracias por todo esto! Nunca me hubiera perdonado si mi hijo perdía la vida por mi inmadurez y cobardía. Porque fue cobardía mía haberme ido, haberle destrozado el corazón a Eylin con esas palabras. No tenía como saber que había quedado embarazada. Sé que hay muchos casos en los que se embaraza a la primera, pero esperaba que no fuera mi caso. Sin embargo, con la suerte que me cargo, me tocó. Y esto es una gran suerte. Si que lo es. Independientemente de que no ame a la madre de mi hijo, me siento afortunado y bendecido por esto. Sé que vendrán muchas cosas duras, para los dos, no solo para ella. Porque nuestras familias no pasan por un momento amigable que se diga. Pero eso no es nuestro problema. Yo no abandonaré a mi hijo por las malas decisiones que otros tomaron. A Alicia nadie le dijo manipula a aquel pequeño para que asesine a su madrastra. Si lo hizo, fue porque quiso, porque de amor nadie se muere. Yo también fui engañado, también amaba a Damaris, pero en mi jodida vida haría algo en contra de ellos para lastimarlos. Fue una ignorancia completa lo que Alicia hizo y, por ello está pagando con justa razón. Por eso, aunque el mundo entero se aponga, yo voy a velar por mi familia, porque Eylin y mi hijo serán mi familia. Lo que haya pasado antes de esto, no me importa, no me interesa, no tiene valor para mí. Voy a dar todo, absolutamente todo para que lo que sea que ella y yo vayamos a tener, resulte. Estoy aquí, a su lado, con los pensamientos perdidos mientras ella textea en el celular. De reojo la veo morder las uñas. Creo que ese grandulón llamó a sus padres y, es con estos que textea. Espero que termine, que se serene para empezar nuestra plática. Cuando la veo guardar su celular y apretar sus manos aclaro mi garganta. —No voy a preguntar si es mío porque estoy convencido de ello —digo con la mirada al frente. «Mareos, náuseas» Son cosas que solo les dan a los hombres cuando está enfermo o, su esposa embarazada. Enfermo no estoy, pero si tengo a alguien embarazada. Tras de eso, soy consciente que Eylin no había estado con nadie y, no creo que dos, tres días se metiera con alguien más. Las fechas coinciden, soy el padre de ese niño y, me haré responsable. Es cierto, no la quiero como se debería querer a una mujer cuando se va a empezar una relación, pero estoy dispuesto a hacerlo. En el pasado, los matrimonios empezaban sin amor, con el tiempo se iban enamorando y tenían hogares duraderos. Unos más crueles que otros, pero todo sacrificio servía para mantener la familia unida. —Lo es —dice para confirmármelo por si existe duda. Pero en mí no hay duda. Desde que supe que estaba embarazada no hice otra cosa en pensar que era mío—. No lo planee, no… —Lo sé. No tienes que sentirte culpable —sigo con la mirada en frente—. Fue irresponsabilidad de los dos, más mía que tuya. Porque yo soy el doctor experimentado, yo debí protegerme. Pero no voy a lamentarme por nada, porque estoy feliz de esta noticia —digo al fin mirándola. Para que note en mis ojos que es verdad lo que digo— ¡Estoy feliz, Eylin! ¡Muy feliz! —ella apenas sonríe— Quiero que lo tengamos, que no pienses en ningún segundo que vas a estar sola —me atrevo a coger su mano. Ella se estremece, lo sé, por el movimiento leve de sus hombros—. Enfrentaremos esto juntos —muerde el labio y una lágrima rueda por su mejilla. Llevo mi pulgar hacia esta y la limpio— Tranquila, que estaré en todo momento a tu lado. —¿Dará la cara a mis padres cuando les diga que estoy embarazada? Aun no lo saben. —Ahora mismo lo haré. —¿Ahora? —se puso tensa— Pero… ¿No quiere pensárselo un poco más? —No tengo nada que pensar. El niño que llevas en tu vientre es mío, y por él voy a enfrentar cualquier adversidad junto a ti. Se queda en trances, apenas logra decir— ¡Gracias! —le regalo una sonrisa y enciendo el auto. Manejo hacia la mansión Mancini a enfrentar mis malas decisiones, como un hombre debe enfrentarlas. Antes de llagar, Eylin me pide detenga el coche— ¡Está seguro? Mire que no es necesario que esté, yo puedo decirles… —Eylin, voy a pedir tu mano —abre apenas los labios paras soltar un… POV DE EYLIN. —¡¿Qué!? —me quedo en shock. No puedo creer lo que está diciendo, me parece que escuché mal, por ello musito— ¿Pedir mi mano? —Si —vuelve a afirmar. Mi corazón se acelera, incluso en mi vientre se suscita un corrientazo como si estuviera en una montaña rusa—. Cuando digo que voy a estar en cada momento a tu lado, me refiero a que nos casaremos y criaremos a nuestro hijo juntos. —Pero… usted —él no me ama, como va a casarse conmigo. —Eylin. Sé que te di un rotundo no, que dije palabras asegurando que jamás habría algo entre los dos, pero esto lo cambia todo. —Se piensa casar conmigo solo por el embarazo… no tiene que hacerlo. —No voy a negarte que es solo por el embarazo —toma mi mano—. Pero voy a hacer todo, para que esto funcione. Lo miro sintiendo algo de felicidad, pero a la vez dolor. Él no me ama, se casaría conmigo por mi embarazo. No podría aceptar eso, yo no podría atarlo por un hijo—. No puedo obligarlo a atarse a mí por el embarazo, me contento con que esté presente en la vida de mi hijo. —No me estás obligando, quiero estar en todo momento en la vida de mi hijo ¿Comprendes? No quiero verlo solo unos días a la semana. Quiero llegar a casa y la primera persona que me reciba sea él. Quiero quedarme a su lado viéndolo dormir cada noche. Amanecer y lo primero que encuentre al salir de la habitación sea él. Eylin, no estoy dispuesto a dejar que mi hijo se crie en dos hogares diferentes, además que el gobierno no lo permitiría. —Pero… no seremos felices. —Lo seremos —dice regresando la mirada a mí, ya que segundos antes la había posado al frente— Tú me amas, solo tengo que yo amarte, y quiero amarte, voy a amarte —el corazón se me acelera. Late con fuerzas, mi yo interna grita, grita porque esto es lo que quería escuchar desde hace mucho tiempo—. Vamos a ser felices, porque los dos trabajaremos para lograrlo ¿Sí? —asiento con lágrimas en los ojos. Son lágrimas de felicidad, porque, que el hombre que amas te diga que quiere intentarlo y que hará todo para amarte, no es algo que se ve todos los días, menos les sucede a todas. Cuando Rolan arranca siento que la respiración me falta. Mis piernas y todo mi cuerpo están temblando. No sé cómo vayan a reaccionar mis padres. Papá estaba super que enojado, tanto que me dejó en visto. Siento miedo, miedo de su rechazo, de que se decepcione de mí. Cuando ya ingresamos a la mansión, mi pecho se acelera con más fuerzas, un váguido atrapa mis piernas y, no sé si podré caminar hacia el interior. Pero tengo que hacerlo, tengo que ingresar y dar a conocer la noticia a mis padres. Cuando ingreso, veo que están reunidos en la sala, pensaba encontrarlos a los dos, pero mi hermana está aquí, Esme a llegado. Al ella verme y yo verla, corremos y nos fundimos en un abrazo, en un profundo abrazo— Pequeña, como estás —sonrió porque me dice pequeña, solo por haber nacido segundos antes que yo. —Esme ¿Por qué no me dijiste que vendría? —cuestiono mientras le atrapo el rostro, me parece increíble que haya regresado. —Bueno, he tenido sensaciones extrañas, mi gemela no me responde las llamadas, los mensajes —mira hacia atrás y musita bajo—, pensé que ese ogro te había prohibido hablarme y que toda esa sensación horrible era porque me extrañabas. Porque mi bebé no puede vivir sin mí ¿Cierto? —me hace mimos, seguido me abraza y ahí toma recién en cuenta la presencia de Rolan—. Oye hermanita ¿Ese no es el ex de Damaris? —Puedo saber ¿Qué te trae a mi casa? —se acerca mi padre. Antes de que se acerque más me interpongo. Don Eduany me saca dos cabezas. Mi padre es alto, muy alto, pero nosotros con Eylin somos unas chaparras que no pasamos del metro sesenta. Así de enanas somos. —Señor Mancini, estoy aquí porque hay algo importante de lo que debemos hablar. —Mi familia no tiene nada que hablar contigo ni con nadie de los tuyos —mi madre observa desde el fondo, me hace señas que me aparte, pero no lo haré. Es este día en el que deben saber la verdad— ¡Sal de mi casa ahora, porque ningún Kaya es ni será bienvenido! —Rolan no se va —digo y, mi padre me mira desde arriba, como un faro, solo direccionando sus ojos en mi dirección—. Rolan y yo, tenemos algo importante que informarles —mi hermana enarca una ceja, abre la boca cuando doy un paso hacia atrás y agarro la mano de Rolan. Veo como la cara de mi padre enrojece más de lo que ya está. Yo siento que voy a desmayarme, tengo un miedo que me paraliza por segundos—. Padre… —tartamudeo y las palabras se me hacen una bola en la garganta. Mi padre sigue mirándome desde arriba, con ojos iracundos, como si ya intuyera lo que voy a decir. Además, este agarre deja claro que entre Rolan y mi persona, hay algo. —No te atreverías, Eylin —masculle con los dientes apretados. —He venido a pedir la mano de su hija —dice Rolan y, padre levanta la mirada para fulminarlo con esta—. Nosotros tenemos una relación —me sorprende su mentira, pero creo que es mejor a decir que se casa conmigo por el embarazo—. He decidido casarme con su hija. —¡¿Por qué!? —ruje mi padre y me presiona de los brazos— ¡¿Por qué habiendo tantos hombres en el mundo tienes que meterte con el hermano de la infeliz que orilló a tu sobrino a hacer cosas que un niño a esa edad no debía hacer!? —su agarre y respuesta me llena de terror.
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