Mascaras. 2

4678 Words
Adam y Liz buscaron a Sophie entre todos los huéspedes que sonrientes observaban los fuegos artificiales que seguían explotando en el cielo, pero ambos se comenzaron a preocupar cuando no consiguieron ver la cabellera pelirroja de su amiga entre la gente y corrieron dentro del hotel pensando en que tal vez había subido a su cuarto, por más que Liz intento llamarle parecía que su celular se había apagado, buscaron primero en el lobby, salieron al área de la piscina y se acercaron incluso a la playa tratando de ser positivos en creer que se habría encontrado realmente con James, pero ya desesperados decidieron subir a buscarla en su habitación. – ¡Sophie! – grito Adam tras abrir la puerta de golpe porque cargaba con una de las llaves electrónicas que pidieron en recepción solo por si acaso. – No está en el baño. – dijo Liz ya entrando en pánico. – Tal vez fue a nuestro cuarto, su maleta no está. – no había nada en el lugar. – Tengo un mal presentimiento. – salieron del cuarto y fueron al suyo. – ¿Annie? – Adam se sorprendió mucho al ver a la mujer. – Perdiste a Sophie. – fue lo primero que dijo mientras los observaba fijamente. – Nos separamos con los fuegos artificiales. – respondió notando que sus cosas tampoco estaban en el cuarto. – ¿Ella está con James? – pregunto Liz. – No, el señor Doménico todavía tiene cosas que atender, pero la señora los espera en el aeropuerto. – sonrió de forma ligera. – ¿Qué? No estoy entendiendo nada ¿Por qué Sophie está en el aeropuerto? – la mujer no comprendía nada. – Porque le ocurrió algo ¿verdad? La llamada a decirme que la cuidara más y no apartara mis ojos de ella tenía que ver con que estaba en peligro. – Adam calzo todas las piezas. – Vamos abajo que las camionetas los están esperando. – Annie asintió con la cabeza confirmando las palabras de Adam. – ¿Para donde nos vamos? – Liz y Adam se vieron a los ojos. – Nos vamos a Sicilia ¿No les gustaría conocer la ciudad de Palermo? – camino hacia la puerta de salida. – ¿Creí que tenía casa en Cerdeña? – susurro Liz mientras tomaba la mano de su novio. – Vamos a la casa de los señores Giuseppe... – Annie alcanzo a escucharla – El jefe espera que la señora este más cómoda teniendo el respaldo de Ivana y porque también tiene trabajo que atender. – paso a caminar frente a ellos. – ¿Sophie está bien? – pregunto Liz entrando con ella al elevador. – Si, el involucrar a la señora en este problema no fue la primera opción de todos, pero siempre estuvo muy bien vigilada y custodiada, solo que cuando despierte no va a estar muy contenta con el jefe. – se rio imaginando el problema que todos iba a tener porque que Sophie se viera inocente no quería decir que realmente lo fuera. – Supongo que nos llevan a nosotros para que seamos mediadores en ese lio, pero lo que no entiendo es porque tuvieron que meterla en ese problema si se supone que nosotros nos tomamos vacaciones. – Liz se cruzó de brazos. – El problema en si es que ella era el objetivo de un secuestro y no por estar saliendo con el jefe. – no quería dar detalles porque no confiaba al cien en ellos. – Entonces los rumores eran verdad, habían hombres secuestrando mujeres extranjeras para venderlas. – Adam de pura casualidad había escuchado eso, más nunca imagino que fuera a pasar dentro de un hotel. – Si. – Annie salió del elevador cuando las puertas se abrieron. Fueron llevados al aeropuerto donde les estaban esperando y Liz se preocupó mucho al ver a Sophie dormida en uno de los asientos del jet ya que cuando le hablo la pelirroja no despertó, Ivana iba en compañía de sus dos pequeños cargados de energía a pesar de las horas que eran y fue un alivio el tensiones entre todos pues los pequeños no tenían pena alguna para preguntar o para conversar, el único detalle es que tuvieron que viajar sin los demás puesto que los detalles por arreglar incluían obtener información a fuerza de todos los tipos que en su momento persiguieron a Sophie. Tras la llegada al aeropuerto en Palermo fueron llevados a una villa que con la menuda claridad de la madrugada se veía hermosa, Liz estaba un poco inquieta por su amiga pues no vio justo que alguien le hubiese disparado un sedante y su disgusto hubiera sido mucho peor de saber que la persona que le disparo era la misma mujer que los acompañaba, dentro de la enorme casona se les fue asignada una de las habitaciones para invitados con todas las comodidades necesarias e Ivana como buena anfitriona les dejo descansar con la seguridad de que podían sentirse como en sus propias casas. – Vacaciones en Sicilia. – comento Liz sentándose en la cama. – Al menos tenemos la seguridad de que nadie nos va a raptar en esta isla... – Adam se sentó a su lado – Me siento culpable por escuchar y no advertirles a ninguna de las dos, quizás si les hubiera dicho Sophie hubiese tomado más precauciones. – tomo las manos de su novia. – Con lo cabeza dura que es no lo creo, además quién demonios creería que la intentarían secuestrar dentro de un hotel con toda esa seguridad. – ella lo abrazo para reconfortarlo. – Lo que me preocupa a mi es el desorden que va a formar cuando el efecto del sedante le pase, porque tu no la conocen cuando realmente se enoja, esa chiquita da espanto. – ambos rieron. No podían hacer más que descansar las pocas horas que quedaban antes de que sol saliera y se acostaron para intentar dormir un poco, Sophie fue llevada al cuarto de James, el efecto del sedante le iba a durar unas dos horas sumado a que dormiría más por estar desvelada e Ivana no tenía que preocuparse por eso pues iba a ser James quien le diera las explicaciones necesarias cuando despertara y quien lidiaría con su enojo. ****************************************************************************** El trino de pájaros sumado al sonido de las olas del mar hicieron que Sophie fuera abriendo los ojos poco a poco, no recordaba el haber dejado las cortinas del balcón abiertas y sus puertas mucho menos, pero fue lo primero que sus ojos verdes enfocaron, le pareció extraño ver tanta distancia entre su cama y las puertas, pero se sentó de golpe dándose cuenta de que no estaba en la habitación del hotel y recordando los momentos antes de que un pesado sueño la invadiera, seguía usando el vestido de la noche anterior y después de revisarse el cuerpo escucho la puerta de entrada abrirse. – Buongiorno piccolina. – quien entraba al cuarto era James con una sonrisa coqueta en sus labios. – ¿Dónde estoy? – comenzó a observar la habitación. – Debo darte la bienvenida a Palermo, estoy seguro que la ciudad te va a encantar. – cerro la puerta tras de sí con el seguro por si acaso. – ¿Palermo? – hizo memoria geografía – ¿Me trajiste a Sicilia? ¿Qué demonios hago en Sicilia? – se hinco en el colchón. – Es un lugar seguro donde vas a poder salir a caminar tranquilamente sin preocupación a que algo malo te suceda, además me canse de esperar los siete días que me pediste. – se acercó a la cama. – ¡Anoche casi me secuestran y fue por tu culpa! – se le lanzo encima con intenciones de pegarle. – No fue mi culpa. – James la atrapo en el aire y la sujeto con firmeza de las muñecas. – ¿Qué no fue tu culpa? ¡Infeliz, descarado, bastardo, todo fue tu culpa! – comenzó a forcejear con mucha fuerza, más de la que aparentaba tener. – Si te calmas puedo explicarte y deja de intentar golpearme porque no te quiero lastimar. – tuvo que soltarla cuando ella comenzó a retorcerse. – ¡No me voy a calmar y tampoco creas que te tengo miedo! – Sophie estaba furiosa, tanto que le pego una bofetada con todas sus fuerzas. Tras el golpe se hizo un silencio entre ambos la bofetada fue tan fuerte como para dejar la mejilla del hombre roja con los finos dedos muy bien delineados y con la cara hacia un lado, Sophie no se movió de su lugar y tampoco demostró alguna expresión de arrepentimiento, se veía la furia en sus ojos verdes y entonces James la agarro por los brazos de una forma brusca para después lanzarla en la cama dejándola entre sus piernas, cuando ella intento golpearlo en defensa se sentó sobre sus muslos, el peso de James era más que suficiente para dejarla inmovilizada completamente. – Pongamos las cosas claras piccolina, no insultos y no agresiones ¿Entiendes? – le cruzo los brazos sobre el pecho para librarse de aruñones. – ¡Quítate de encima, mamut! – chillo intentando moverse, pero solo consiguió que él presionara su pecho – Me estas dejando sin aire. – jadeo relajando el cuerpo. – ¿Vamos a poder mantener una conversación sin insultos? – pregunto sin dejar de apretarla. – Si. – aspiro una gran bocanada de aire al ser liberada. – Nada de lo que paso fue culpa mía, tampoco estaba en mis planes que fueras la carnada inocente... – explico sin soltarle las muñecas – Los hombres de anoche trabajaban para una organización asquerosa que se dedica a secuestrar mujeres bonitas para clientes de alto perfil, hombres ricos, políticos y hasta miembros de organizaciones religiosas, fotografían a posibles víctimas y las publican en una página web, si alguien oferta por ellas las secuestran y las entregan. – ella no giro su rostro para verlo en ningún momento. – ¿Por qué será que me buscaron a mí? – pregunto con sarcasmo – No creo que esos tipos sean tan idiotas como para secuestrar a una figura pública. – forcejeo de nuevo. – En Italia no eres nadie más que otra turista de cara bonita... – tenia suerte de haberse sentado sobre la cadera de Sophie y no más abajo o el rodillazo que le pego seguramente le hubiese dolido mucho – No lo digo a forma de ofensa, no mal entiendas mis palabras, pero aquí pocas personas te han detenido en la calle para sacarte fotos contigo, no hay fotógrafos rodeándote, en Italia pocas personas saben de la prodigiosa violinista que eres. – parecía que sus palabras solo la enojaban mucho más. – Liz debe estar aterrada. – con ese comentario lo escucho reír. – Yo la vi abajo muy contenta comiendo fruta y hablando con Ivana. – su respuesta hizo que se le soltara de las manos. – ¡Eres un idiota! – comenzó a darle manotazos en el pecho – ¡Nadie te dio permiso para sacarme de Bari, ni para secuestrar a mis amigos, todo lo que paso es tu maldita culpa, mafioso de pacotilla! – sus muñecas fueron apresadas nuevamente. – ¿Qué dijimos de los insultos? – le cruzo los brazos sobre el pecho otra vez. – ¡Me importa una mierda! – gruño entre dientes – ¡No tenías ningún derecho a traerme aquí, a arruinarle las vacaciones a mis amigos, tampoco tenías derecho de usarme como una carnada para atraer a los tipos esos hacia una trampa y para colmo me hiciste lucir como idiota creyendo que hablaba con otra persona! – de tanto enojo que sentia que comenzó a llorar. – Primero, tus amigos vinieron a la isla por su propia voluntad y están emocionados de conocer la ciudad, segundo, tenía todo el derecho de proteger a mi novia y tercero, el plan no era que tu fueras carnada, pero no entraste al hotel cuando llame tu atención. – no le gustaba para nada verla llorar, pero no la iba a liberar para que lo siguiera golpeando. – Primero que nada, yo ya no soy tu novia, segundo, si no entre al hotel es porque los tipos no me dejaron y tercero, llama un taxi porque yo me largo a Paris. – suspiro con resentimiento. – ¿Vas a arruinarle las vacaciones a tus amigos? – James sonrió. – Llama a un puto taxi que yo tengo dinero de sobra para irme por mi cuenta, si ellos quieren quedarse es cosa suya. – levanto la cabeza hacia él con intenciones de golpearlo. – Bueno preciosa, de ahora en adelante quiero que comiences a considerarte como una secuestrada por este mafioso de pacotilla. – James no se inmuto porque ella no llegaba a él. – ¿Secuestrada? – Sophie se rio – En tus sueños será el único lugar donde puedas secuestrarme y no me intentes fastidiar porque no sabes lo que soy capaz de hacerte. – intento removerse. – Después de que te salve me amenazas, que poco agradecida eres mi amor. – fue su turno de reírse de ella. – ¿Mal agradecida? ¿Y tú que eres? mentiroso y traicionero que solo me está usando para sus propios fines, canalla, bicho rastrero. – vio cómo se estaba conteniendo la risa. – Creo que te estas quedando sin insultos y no quieres usar palabras más fuertes porque me amas. – le dio un beso en la frente. – Yo ya no te amo, te odio. – quiso pegarle un cabezazo de nuevo, pero James estaba con la guardia en alto. – ¿Es tan difícil entender que todo lo que hice fue para protegerte? nunca fue mi intención hacerte sentir tonta, solo esperaba que estando conmigo nada te pasara, pero escapaste. – solo quería que dejara de verlo como el culpable de todo. – Porque no me dijiste que eras tú desde un principio y estoy segura que pudimos ahorrarnos todo esto, un mensaje James, nada te costaba mandarme un puto mensaje y yo te hubiese ayudado. – lo que más la molestaba era eso, que él no le hubiese dicho nada de lo que iba a hacer. – Perdóname, pero quien te entiende... – junto sus cejas con molestia – Fuiste enfática conmigo diciendo que no querías saber nada de lo que yo hacía y ahora me sales con que me podrías haber ayudado. – la vio alzar una ceja y meditar un poco. – Quiero volver a Paris. – susurro sin más. – No vas a volver. – se levantó y se alejó de la cama. – ¿Cómo que no voy a volver? – Sophie también se levantó – James vuelve aquí... – lo vio caminar hacia la puerta – ¡James no te atrevas a irte! – alzo la voz mucho más, pero él no se detuvo. El ser ignorada hizo que la furia se apoderará de su cuerpo y sin pensarlo mucho se puso las sandalias de dedo que estaban junto a la cama antes de correr tras él porque no se iba a escapar de sus reclamos, tampoco le iba a permitir que hiciera lo que se le diera la gana con ella solo con la excusa que era un mafioso porque en ese momento le importaba un diablo quien fuera, bajo las gradas gritándole en inglés y lo correteo por la sala hasta la cocina sin cerrar la boca un solo segundo, salieron a la terraza y lo persiguió hasta las mesas en el jardín bajo unas sombrillas grandes, en una mesa estaba la familia Giuseppe tomando el desayuno y en la otra estaban sus dos amigos que se quedaron con el bocado a medio comer al verla salir gritando detrás de James quien al verlos solo rodo los ojos. – ¡Ya cállate! – dijo en voz alta dándose la vuelta – ¡De esta casa no te vas a ir, te acostumbras o sigues chillando y te jodes! – su voz severa la dejo estática por unos segundos. – ¡No soy de tu propiedad para que me mantengas prisionera! – le respondió ya más calmada. – ¡No te vas y punto! – sentenció dándose la vuelta y caminando hacia la mesa – Siéntate a comer antes de que el desayuno se enfríe. – se sentó frete a Ivana con los hermanos a los costados. Sophie hizo una pataleta como niña a la que se le fue negado un capricho zapateando en el suelo mientras gruñía del coraje, en un impulso se sacó la sandalia y se la lanzó al hombre que acababa de tomar asiento, su idea jamás fue pegarle, pero esa mañana había despertado con tanta suerte que justo le atino, la sandalia rebotó en la cabeza de James girando en el aire antes de caer al suelo y como efecto Jace escupió su trago de café como manguera de bombero justo hacia su hermano Antoni que tenía a Laura en su regazo que cerro sus ojitos ante la lluvia indeseada, Liz hizo un sonido de asombro y Antoni tuvo que levantarse de la mesa para limpiar a su hija antes de que se pusiera a llorar, Ivana solo se cubrió la boca escuchando a Jonathan soltarse en carcajadas indiscretas por haber visto a su papá escupir el café, a todas estas Sophie paso de estar roja del coraje a ponerse tan blanca como un fantasma y se cubrió la boca con ambas manos asustada ya de sus acciones. – Ya nos mandaron a dormir con los peces. – susurro Liz tomando el brazo de Adam que trataba de no reír. – ¡Para que veas de lo que soy capaz y que no te tengo miedo mafioso de pacotilla! – Sophie recupero las agallas. – Yo que tu comienzo a correr. – dijo Ivana. Antes de que la pelirroja hablara de nuevo James se levantó de golpe haciendo la silla hacia un lado con brusquedad y de Sophie no quedó más que su otra sandalia en el suelo porque corrió aterrada a meterse en la casa. – En mi vida había visto a alguien correr tan rápido. – comento Antoni sorprendido. – Pobrecita se le fueron los colores con lo que hizo. – Ivana ya no pudo con la risa. – Mierda, que mujer para gritar. – James se volvió a sentar pasando las manos por su rostro un poco agobiado. – Creo que vas a tener mucho que hacer para convencerla de que te perdone por todo lo que ha pasado. – Jace sonrió burlón antes de recibir un golpe por parte de Ivana. – Hubiera sido lindo que pudieras quedarte con la boca cerrada y no escupirle a tu hija en la cara. – lo regaño por lo que había pasado. – No te digo lo que eres solo porque estos dos repiten todo... – Antoni lo vio con enojo – Esta camisa me la vas a lavar tú y el pijama de la niña también. – tomo asiento de nuevo. – Perdón, no pude contenerme. – se encogió de hombros. – James ¿Quieres que hable con ella? – pregunto Liz. – No creo que quiera hablar con nadie ahora mismo, desayunen tranquilos y ya después vemos que pasa. – James sonrió con un poco de diversión. – Por experiencias previas desde ya te digo que ese enojo no le va a durar horas, le va a durar días. – Adam tuvo la oportunidad de ver una de las discusiones más grandes que Sophie tuvo con Richard durante su matrimonio y fueron dos semanas en las que la pelirroja no le dirigió la palabra. – Ya veremos cuanto le dura el berrinche. – tomo el vaso con jugo para beber, no iba a despreciar el desayuno. Sophie después de entrar a la casa se asomó ligeramente por la puerta corrediza observando que James no la iba a perseguir, se quedó observándolos por un largo rato y fue atacada por el sentimiento de celos al ver que sus dos amigos se reían con los del hombre, dentro de ella sabía que ni Liz ni Adam tenían que pagar su mal genio, pero no podía evitar sentirse traicionada por los dos y un montón de ideas tontas pasaron por su cabeza. – Señora... – Annie se sobresaltó porque Sophie dio un brinco del susto – Perdón, no fue mi intención ¿Quiere tomar el desayuno en el comedor? – había escuchado todo el alboroto. – No tengo hambre gracias... – le vio con recelo – Podrías decirle a Víctor que prepare el auto, quiero que me lleve al aeropuerto. – se cruzó de brazos. – Aunque tuviéramos permiso de hacer eso tardaría más en llegar a Paris que en estar de vuelta en esta casa. – la vio fruncir el ceño con enojo. Se dio media vuelta y se fue de la cocina, Víctor que iba entrando abrió la boca con intención de saludarla, pero la pelirroja pasó de largo a su lado sin verlo de reojo y subió las gradas corriendo para irse a encerrar al cuarto en que despertó, le puso seguro a la puerta y arrastro un sillón de la esquina para trancarla antes de lanzarse a la cama, se puso la almohada bajo la boca y grito lo más fuerte que pudo porque estaba muy enojada, la actitud de James la frustrada pues parecía que no se tomaba las discusiones muy en serio y siempre la dejaba hablando sola, lo que no sabía es que James tenía un carácter más fuerte que el suyo y si la dejaba hablando sola era porque no quería perder el control, eso sí sería hacerla llorar de tristeza y de miedo. Cuando pudo calmarse se sentó en la cama para limpiarse las lágrimas sintiéndose asquerosa cuando vio las plantas de sus pies un poco grises por la mugre que se les pego al correr por la terraza, se levantó y saco de su maleta que estaba en el cuarto unas prendas de ropa limpia, no le fue difícil encontrar el baño ya que la habitación solo tenía dos puertas y una de ellas llevaba a un closet muy vagamente ocupado por prendas masculinas. Bajo el agua caliente de la regadera hizo un recuerdo de todas las cosas que dijo durante la pelea y quizás si fue muy injusta con James, ella no hubiese podido hacer nada para ayudarlo porque era una gallina y posiblemente hubiese arruinado todo el plan por mala actriz en momentos de crisis, recordando los hechos de media noche sí estuvo muy bien protegida ya que James se mantuvo cerca suyo y aunque tuvo que correr, los autos estacionados estratégicamente en lugares donde las luces de las farolas no llegaban pudieron ser obra de él; con la cabeza fría comenzaba a ver las cosas con mejor claridad, pero por orgullo no se iba a disculpar poniendo como excusa para ella misma el hecho de que James la hizo pasar vergüenza y sus palabras sobre que ella no era nadie más que una extranjera bonita en ese país le resultaron ofensivas hasta la médula. Al terminar su baño se secó muy bien y se puso la ropa antes de salir, sentada en la cama nuevamente vio lo poco lastimada que estaba su rodilla tras la caída, roja y un poco hinchada, pero sin heridas sangrantes como sintió, mientras se quitaba los carrizos de piel escucho dos suaves toques a la puerta. – Sophie, somos nosotros... – era la voz de Liz – Vamos a ir a caminar a la playa, ven con nosotros y te distraes un poco. – lo del secuestro no iba tan en serio. – No tengo ganas de ir a caminar. – no se levantó de la cama. – Sophie vamos, un poco de aire marino te puede sentar mejor y así aprovechas a comer unas tostadas azucaradas. – Adam intento hacerla salir usando el antojo. Escucharon como un mueble pesado era arrastrado adentro y después el seguro de la puerta ser quitado, Sophie abrió un poco la puerta asegurándose de que iban solos y después la abrió para dejarlos entrar. – No tengo ganas de comer nada dulce. – eso era verdad. – Escucha, James nos contó lo que pasó anoche y nos explicó porque no dejó que nos quedáramos en Bari después de que hayan atrapado al jefe de la banda. – Liz la abrazo al verla cabizbaja. – ¿Los mando a lavarme la cabeza? – cuestiono viendo a Adam mientras rodeaba con sus brazos a su amiga. – No digas tonterías, el hecho que pague mi sueldo no quiere decir que le soy leal a él, tu eres mi mejor amiga... – él le apretó la mejilla suavemente – Pero tengo que decirte que estoy de acuerdo con habernos traído, fotografiaron a Liz y la pusieron en la página web como un blanco potencial al igual que a ti. – James había podido hablar con ambos con calma. – Entonces no deberían salir. – levanto la cabeza. – Para compensar los días de vacaciones que nos quitó en Bari dijo que podríamos pasear libremente por toda la isla sin peligro porque es de la familia Giuseppe y aquí es poco probable que intenten secuestrarnos. – explico Liz. – Dijo que yo estaba secuestrada y no saldría hasta que a él se le diera la gana. – metió su rostro en el pecho de Liz. – Creo que lo dijo más por molestarte que por hablar enserió, nos ha prestado una de sus camionetas para que salgamos. – Adam sonrió esperando animarla con eso. – Vayan ustedes y disfruten, no me siento bien para salir de paseo. – se alejó de Liz. – Sophie, quizás James por enojo haya dicho cosas feas, pero tú tampoco fuiste muy fina al gritarle todas esas cosas. – él también hablaba inglés. – No es por capricho ni por lo que paso, de verdad que no me estoy sintiendo bien y no tengo ganas de salir. – se froto ambos lados de su sien con los dedos. – ¿Te está doliendo la cabeza? – pregunto Liz al verla mal. – Un poco, creo que es por todo lo que grite. – arrugo la nariz. – Creo que ando una pastilla para eso, descubrí que las habitaciones tienen botellas con agua. – fue a la mesita de noche. – No ha comido nada, no puedes darle medicamento... – Adam la llevo a la cama – ¿Qué te pasó en la rodilla? – se puso en cuclillas frente a ella. – Anoche me caí al ir corriendo... – subió las piernas – Creo que me hace falta dormir un poco, vayan a pasear y disfruten en mi nombre, me traen unos bocadillos ricos. – se acostó para descansar. – Cariño no te ves bien, creo que deberíamos quedarnos con ella. – le toco la frente asegurándose de que no tuviera fiebre. – Chicos no, vayan a pasear y no se repriman por mí, yo me voy a dormir y no es justo que se aburran en esta casa. – Sophie sonrió de forma forzada. – ¿Quiero que te traigamos algo en especial? – pregunto Adam levantándose. – Si encuentran por ahí un puesto como el de la playa en Bari, un vaso con mango rallado, sal, limón y mucho picante. – casi babea con el recuerdo. – Te traeremos muchos vasos con mango. – el hombre la cubrió con la sábana. Sophie se despidió de sus amigos y después de que ambos se hubiesen ido del cuarto se levantó para ir a cerrar la puerta con seguro, arrastro el sillón nuevamente porque no quería intromisión de nadie ya que necesitaba dormir un poco con ese dolor ridículo de cabeza que solo iba en aumento, se cubrió de nuevo con la sábana y estaba decidida a dormir para aplacar los restos de enojo que pudieran quedarle en su menudo cuerpo.
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