JULIE
Siento que la cabeza me va a explotar, los sucesos de hace unos momentos vienen a mi mente como unos flasbacks de cosas que no quiero recordar en el resto de mi vida e incluso cierro los ojos con fuerza intentando transportarme a otro lugar, intentar olvidar el hecho de que Quentin me ha besado a la fuerza e incluso, que a mi prima le importo un carajo porque ni siquiera se digna en mirarme mientras su prometido la amenaza con quitarle lo poco que le ha obsequiado.
—Quiero el anillo de regreso para mañana o te acusaré de robo ante las autoridades ¿estás entendiendo? Y tú, más te vale que te alejes de aquí si no quieres que te muela a golpes.
El tal Rixon está frente a mí, protegiéndome de Quentin quien insiste en verme, en conversar y en intentar explicar lo que para mí, no tiene explicación ni justificación alguna. ¡Se ha estado cogiendo a mi prima!
El estrés, la falta de empatía que recibo de quien se supone es mi familia y el que él me esté mirando con tanta desesperación en sus ojos es una combinación de mierda para mi maldito orgullo.
Si hay algo que me ha caracterizado siempre es la palabra impulsiva. Nunca tengo control ni pienso en las consecuencias que van a traer mis acciones, como ahora, que en dos segundos me pongo de pie con el puño cerrado y avanzo hasta ellos propinándole un puñetazo junto en la nariz de Olive.
—¡Maldita loca!—grita, retorciéndose en el suelo mientras sus manos se empapan del color carmesí de su sangre. —¡Mira lo que me hiciste!
Estoy enfurecida, enceguecida y de ser posible, me lanzaría contra ella para quitarle las malditas extensiones que tiene en su cabellera pero me contengo, me quedo en mi lugar hasta que alguien me sostiene de la cintura. Quisiera decir que no reconozco el calor de las manos que me tocan pero estaría mintiendo porque sí lo hago, sé perfectamente que son del hombre que me ha sostenido por una década.
El dolor se extiende a mi corazón, al centro de mi pecho provocándome más dolor del impensado en una situación como esta.
—¡No me toques, no te atrevas a tocarme!—gruño, alejándome de su toque. —¡Una maldita década, Quentin, una puta década de mi vida te entregué y así es como me pagas!
Cuando intenta acercarse de nuevo sé que mi única salvación es acercarme a Rixon quien le impide dar un paso más con solo levantar la mano.
—Quédate ahí y terminarás en el suelo con tu amante—amenaza.
En eso, Olive es capaz de ponerse de pie, con la sangre medio seca enseñando que le he partido la maldita nariz de un puñetazo limpio.
—¿Por qué me golpeas? ¡Mi madre va odiarte!
Sus palabras me hieren, principalmente porque se suponía que éramos familia, que nos queríamos o al menos, que me respetaba sin embargo veo que no es así. Ella no siente nada por mí y es doloroso admitirlo.
Me digo a mí misma que no voy a llorar porque ninguno de estos dos merecen mis lágrimas, ni siquiera mis lamentos.
—¡Él es quien te engañó!—continúa.
Asiento, dándole la razón.
—Él se cagó en una década juntos, tienes razón—susurro—Pero tú, eres mi familia, tienes mi sangre, me viste crecer, me cuidaste, Olive. Tú... fuiste como una hermana para mí, y es por eso que me duele tu traición más que la de él, porque puedo conseguir otro novio, puedo quitarlo de mi vida pero a ti no porque sea como sea, seguimos siendo familia para mi mala suerte, es por eso que te mereces el puñetazo y todos los golpes que te lleguen, por ser una hija de puta con quien te dio una mano más veces de las que podrías contar.
Mis propias palabras abren una herida en mi pecho que a este punto, parece bastante difícil de que en algún momento vaya a cerrar. Todavía recuerdo cuando vino a pedirme que diseñara su vestido porque no confiaba en nadie más que en mí, cuando dijo que yo era la única persona que la entendía y muchas veces más donde fui su confidente, su amiga, su hermana y su prima. Fui todo lo que quiso las veces que se dio la puta gana y así me lo paga. No me interesa Quentin, el que me fallara podría haberlo hecho con cualquier persona pero me duele su traición como familia, porque sabe lo difícil que es confiar para mí y aún así me hizo daño.
Si eso no es ser cruel, no sé qué lo sea.
—Es momento de que se vayan—menciona Rixon.
—No, tú y yo vamos a hablar antes de que me eches porque no vas a dejarme así como así—reniega Olive, sin importarle la situación en lo más mínimo.
—¿No tienes aunque sea un poco de dignidad? Vete, Olive, lárguense y busquen dónde vivir juntos porque a este paso, ambos van a quedar en la calle.
Ella se niega.
—¡Vas a oírme, tú vas a oírme quieras o no!
De un momento a otro, la situación escala de nivel cuando veo que él se aproxima a ella hecha una furia, la toma del brazo y aún arrastrándola, mientras ella grita que no la abandone, le abre la puerta lanzándola fuera seguida de Quentin quien no hace ni el más mínimo intento de acercarse a mí.
Es un maldito inútil, un hombre que no tiene la capacidad ni siquiera de defenderse a sí mismo y por eso me alegro que te esté fuera de mi vida, porque al menos ahora supe de qué está hecho, y la verdad, que solo es de cristal.
La puerta resuena con fuerza, incluso el techo vibra por el portazo que da con los gritos de mi prima como un eco persistente repitiendo una y otra vez lo mismo.
Yo tomo asiento en el sofá donde desperté mientras él camina de un lado al otro intentando respirar, controlar la ira que emerge y siento incluso a través de la ropa. Es como un perfume que se impregna por toda la habitación, uno donde se puede oler las ganas de matar a alguien que tiene.
—¡Casi me caso con una infeliz!—reniega.
—Y yo estuve con uno diez años—susurro, dándole la razón.
—¿Quieres competir acaso por quién es más miserable? Porque de ser así, te gano por partida doble porque además de aguantarla, tendré a los putos medios persiguiéndome por dos malditos meses hasta que esto pase.
Ruedo los ojos.
—Oh, los medios, lo siento, había olvidado que eras alguien importante.
No tengo tiempo para sus mierdas, ni siquiera para jugar a quién sufre más porque en esta situación, ambos quedamos como dos malditos miserables.
—Claro, como tú eres una don nadie, no importa—continúa, insultándome—¿Tienes idea de lo que va a convertirse mi vida? ¡No, claro que no, porque aquí solo mencionas que tenías diez años con ese idiota! ¿Es que acaso nunca notaste que cogía con tu prima?
Sus palabras abren la herida y alimentan el odio que siento por esos dos. Indignada me pongo de pie.
—¿Y tú nunca viste que te casabas con una egocéntrica? Oh, no, eres igual, lo siento.
Alza las cejas.
—¿Soy egocéntrico?
—Y un idiota también, uno que de seguro maneja empresas multitudinarias, que se cree inteligente y no pudo ver que una mujer tan simple y superficial estaba con él solo por dinero—comento, enfadándolo aún más.
Para mi suerte, sonríe, se carcajea aunque no es una sonrisa alegre la que me da.
—Yo sabía que estaba conmigo por el dinero pero ¿Por qué estaba él contigo? ¿Qué podría ofrecerle una chica común y ordinaria como tú? Porque yo le daba dinero, pero tú, no tienes nada qué ofrecer, quizás por eso buscó a alguien más ¿no crees?
—Ustedes eran tal para cual ¿no es así?
Se encoge de hombros.
—Ser ambicioso no está mal, quizás deberías intentarlo, seguro que podrás retener a un hombre con esa cualidad.
Aprieto la mandíbula con fuerza. Su lengua no se detiene, su ego es tan grande que ahora que está herido, busca por todos los medios volverme igual de miserable pero no le doy el placer sonriéndole.
—Me irá tan bien como a ti, supongo, que teniendo todo para ofrecerle a una mujer, aún así lo engañan con otro hombre que no tiene nada—recalco, dándole donde más le duele y eso se refleja en la mueca que hace.
Punto para mí.
—Ella se arrepentirá, no yo.
Me encojo de hombros.
—Puede ser, pero quizás note que casarse con un engreído fue lo peor que pudo pasarle en su perra existencia.
Se ríe de mí acercándose.
—¿Estás molesta por que la consideré para ser mi esposa aún cuando crees que es una egocéntrica? ¿Qué clase de prima eres? ¿Acaso la traición viene de familia? Porque desde que me conociste noté que creías que era demasiado para ella.
Trago grueso retrocediendo.
—Sin lugar a dudas tienes el ego más grande que haya conocido—reniego—Con razón Olive te engañó.
Enfurecida camino hacia la puerta para salir, sin importar que la loca de mi prima esté allí fuera, cuando su voz me detiene.
—Creo que para mi mala suerte, tengo algo en común con tu ex novio—comenta—Que teniéndote a mi lado, yo también te engañaría porque claramente no eres suficiente para nadie.
Punto para él.
No digo nada más porque discutir con él sería como discutir con Olive, una total pérdida de tiempo así que me armo de valor abriendo la puerta, enfrentándome a mi madre, tía, prima, ex novio infiel, una mujer desconocida y a la única persona que me mira sin recriminación en la mirada, mi hermana.
Me abre los brazos a los que corro prácticamente pues son el único lugar donde me siento a salvo y contenida por una vez.
—Todo va a estar bien—susurra acariciándome el cabello.
Siento que los ojos me escuecen, me arden y tengo una gran bola de emociones en la garganta que me niego a soltar frente a toda mi familia. No le daré el placer a nadie de ver que esto me ha destruido, así sea una reacción esperada, no planeo llorar aquí, así me arda el pecho por contenerme.
—Hija, Olive tiene la nariz rota y dice que tú se la rompiste—habla mi madre detrás de mí—Ve ahora mismo a disculparte, ¿Qué van a pensar de nosotros? Yo no te eduqué de esa forma.
La enfrento.
—Pero a ella sí la educaron para ser una perra malagradecida ¿cierto?
Estoy molesta, no sé ni lo que digo así no entiendo por qué le respondo así a mamá pero el que la prefiera a ella, como siempre, me hace comprender que quizás el tal Rixon tenía razón y yo siempre fui poca cosa comparada a ella. Quizás por eso hasta mi madre la prefiere, y eso sí que me hiere, pero no más que la bofetada que me da la cual me hace voltear el rostro.
El sonido queda registrado en mi mente como referente a uno de los momentos más vergonzosos de toda mi vida y es que pude oír incluso el silencio detrás de su acción.
—¡Mamá!—dice mi hermana.
Levanto la mirada enfrentándome, no solo a la mirada de mi madre, sino a la de todos los espectadores incluido el ex novio de mi prima, Rixon.
—Vas a ir ahora mismo a disculparte con la familia, dirás que enloqueciste por un momento, que no puedes esperar a que Olive y tú hagan las pases de nuevo y con suerte, ellos nos perdonará enseguida—murmura por lo bajo, intentando no llamar la atención y es que mamá se siente tan en deuda con la familia de su hermana por habernos prestado dinero para su tratamiento cuando tuvo cáncer hace cinco años que ahora nos hace lamerles el suelo por donde caminan pero a pesar de amar a mi madre, y Dios sabe que lo hago, no planeo perder mi dignidad ni mi orgullo ofreciéndole disculpas.
—¿Quieres molerme a golpes? Hazlo las veces que quieras, pero no pienso pedir disculpas a una zorra ingrata que estuvo cogiendo con mi novio—gruño enfurecida, haciéndole frente a mi madre por primera vez en toda mi vida. Ni siquiera el que esté sorprendida me detendrá.—¿Quieres defender a alguien? Ponte los pantalones de madre y defiende a tu hija por una vez en tu vida.
Me arde su indiferencia a mi dolor, me arde el que siempre le hubiera preocupado más las apariencias que nuestro bienestar y me duele todavía más el ver que retrocede poniéndose de lado de mi prima quien sonríe victoriosa mientras su madre amenaza con quitarme hasta el apellido por haber herido a la puta de su hija.
Ahora mismo me duelen muchas cosas, pero más que nada, me duele el deseo de venganza que me corroe el cuerpo por completo.