Capítulo tres

3479 Words
GIOVANNA ◤ ... ◥ Alejo a Abdel de mí y respiro entrecortadamente, trato de entender qué sucedió y porque él me besó en este momento. Siento como mi interior comienza a doler levemente y mi naturaleza se activa al momento, Abdel intenta acercarse y casi corro para huir de él. Su mano toma mi muñeca y me vuelve a atrapar, pero ahora no trata de besarme, solo cierra los ojos y suaviza su agarre. Con curiosidad lo miro y espero a que nadie se haya dado cuenta sobre lo sucedido, no quiero que su familia piense, que quiero aprovecharme de él o que quiero escalar a un puesto que no me pertenece. Los ojos verdes de Abdel se clavan en mí en cuanto él abre los ojos y, quisiera correr para esconderme de su mirada que examina hasta lo más profundo de mi alma. Cuando aparta su mirada respiro con calma, intento seguir su mirada y cuando estoy por girarme para ver lo que él mira toma mi mentón con su mano. Me obliga a mirarlo y sonríe después de varios minutos en silencio. «¿Todo está bien?, todo está bien», me repito a mí misma. — Abdel, ya no vuelvas a hacer eso. No me gusta y... —. Mi voz se corta al momento en el que él va hacia mi cuello, su nariz roza con mi cuello y siento un cosquilleo. ¿Qué ocurre?, intento apartarlo con todas mis fuerzas, pero sus manos me toman de la cintura impidiendo que salga de sus brazos. — Tengo miedo, Abdel —. — Shhh... nada —susurra relajándome, sus labios besan mi cuello logrando que me estremezca y mi naturaleza empieza a pedir ayuda para controlar mi celo—. No quiero que te vayas. Giovanna, si te pido que te quedes, ¿lo harás? —. — Eso no justifica que me besarás, ya te había dicho antes que no debías de hacer eso. Somos amigos y los amigos no se besan. Tampoco se ayudan en su celo —. Una suave risa aparece y se reincorpora dejando mi cuello, nuestra altura vuelve a ser un inconveniente en ese momento, se encoge de hombros mirándome con una sonrisa y solo niego. — Digamos que soy un amigo especial —. Niego. — No debes de negarlo, no aún. Responde mi pregunta, por favor —. — Porque quisieras que me quedará, al final de cuentas, no siempre estarás ahí para defenderme de los demás —. Dije triste, me dolía tomar esa decisión y dejarlo. Él siempre ha sido bueno conmigo y me ayudó mucho en mis tiempos difíciles, pero dolía, aun así, somos distintos y eso es algo que todos siempre dicen. Un carnívoro y un herbívoro no pueden estar juntos, siempre hay un peligro en eso. Aunque Abdel parece no entender eso y no quiere aceptar lo que otros dicen, pero siento que los demás tienen razón. — ¿Y si no les agrado? —me suelta y se aparta de mí, cierro mis ojos mientras me contengo para no provocar un problema y prosigo—. Sabes, nunca ha sido del agrado de nadie y la última vez que tu mamá me vio... —. — Giovanna —me interrumpe—, hace unas semanas que paso eso. Mamá tampoco opinó sobre tu comportamiento al correr hacia la salida con pena —niego, Abdel siempre lo toma a la ligera—. Y tampoco dijo nada al ver esas mejillas coloradas que tenías mientras te despedías —. — ¡Estuvimos a punto de hacerlo Abdel! —le recrimino en un susurro—. Debemos de dejar eso a un lado, no vuelvas a tocar el tema, ¿me veo bien hoy? —. Murmuro un poco avergonzada, hable desde lo más profundo de mi inseguridad intentando cambiar de tema. Ese pantano verde de sus ojos me examino, una mirada que me puso aún más nerviosa espere con paciencia su respuesta y solo sonrió mirando hacia otro lado. ¿Qué significa eso?, pensé. Mi corazón late con fuerza y tragó nerviosa el nudo en mi garganta que crece cada vez más cuando no recibo respuesta de él «no debo de ponerme nerviosa, nadie debe de ver mi colita», me digo a mí misma intentando guardar la calma. Y sonrió mirando a Abdel que pone su mano sobre las mías mientras sonríe. — Te ves muy hermosa, podría decir que eres más hermosa que la luna de hoy —. Bajo mi rostro con un sonrojo por sus palabras. Me extiende su brazo para ayudarme a subir las escaleras de la entrada de su casa y cuando llegamos a la puerta me oculto detrás de Abdel nerviosa de lo que pueda ocurrir y tratando de que mis pensamientos inseguros no me ataquen. Alguien aparece en las escaleras al mismo tiempo que abrimos la puerta y eso hace que me ponga más nerviosa. Detallo a la mujer que baja las escaleras y por su aroma me doy cuenta de que es una coneja como yo, ella luce una tez bronceada algo distinto a lo que veo en Stanyms, su cabello es n***o y llega hasta por debajo de sus hombros, sus ojos son azules y nos mira en cuanto se da cuenta entregándonos una hermosa sonrisa. — ¡Oh, han llegado! —dice la mujer—. Es bueno saber al fin quién es la persona de la que tanto habla este niño —Abdel y esa mujer intercambian miradas siendo algo que me deja con dudas— Oh, claro, de la chica de la que tanto habla mi sobrino. Le causas muchos problemas... —. — Tía, no digas vulgaridades —. La interrumpe y sonríe molesto. — ¿E-ella... es tu tía? —. Digo con una gran vergüenza, sintiendo un pánico que me ataca por dentro al extender mi mano. Uno que se desvanece cuando ella me dedica una sonrisa dulce tomando mi mano. — Claro y soy la tía más bonita. Qué bueno es conocerte, escuche... mucho de ti. Es bueno saber que otra coneja será parte de la familia ahora —me abraza con fuerza más de la que yo tengo y Abdel la aparta de mí con una mirada seria—. Estaba cansada de tantos chuchos por aquí, después me entenderás, pero ya no estaré tan sola. Así nos reímos de los chuchos y sus rarezas de carnívoros —. — P-pero soy su amiga... ¿No? —. Menciono sin entender por qué me incluye tanto, no creo que sea normal que un amigo se considere así. — Eres familia —. — ¡Ivanna! —. Alguien le hablo, y por lo que recuerdo esa es la voz de la madre de Abdel. — Nunca olvides eso, no importa cuánto alguien tarde en decirte las cosas. Tú ya eres familia para mí —me sonrojo—. Oh, qué linda. ¿Trajiste eso para nosotros? —. Su dedo índice apunta al tazón de galletas y asiento, se lo extiendo y ella lo toma en sus manos con una dulce sonrisa. — He escuchado mucho de estas galletas, mi sobrino es un glotón y no comparte, gracias, por traernos para probar. Eres una linda chica —. Ella se despide caminando hacia un pasillo y perdiéndose entre la oscuridad, siento la mirada de Abdel sobre mí, pero me niego a mirarlo. Su mano toma mi mentón y lo atrae hacia él siendo suave, nuestros ojos se miran fijamente y solo trago mi saliva. — Son mías, ¿lo sabes? —. Me rio por sus celos hacía unas galletas. — Te debo unas —sonríe como un niño pequeño e intenta acorralarme contra la puerta de la entrada, por lo que me escabullo escapando de él—. Tu tía es muy bonita —. Menciono llamando su atención y lo veo fruncir sus labios por lo que dije. — Es un demonio, no te dejes llevar por su rostro dulce y tierno. Desde pequeño me ha hecho la vida insoportable y eso que tiene 10 años más que yo —. Agarra mi mano y comienza a guiarme por toda la casa hasta llegar a lo que creo es la sala principal de su casa, debo de admitir que tiene una casa algo grande. Pero se entiende, son los gobernantes de las manadas que conforman Stanyms. Cuando llegamos a otra sala más acogedora observo como varias personas ya están ahí conversando entre ellos, sin prestar atención a otra cosa. Ivanna alza su mirada después de unos segundos al notar nuestra presencia y toca el hombro de alguien, un hombre de facciones duras alza su mirada fría y mira hacia nosotros, tiene un cabello platinado, con una tez oscura. Una sonrisa surca de sus labios dejando a un lado su porte aterrador y procede a mirar a Ivanna, que ya sonríe abiertamente. — Ves cariño, te dije que era hermosa —. Los demás dentro de la sala pusieron atención y procedieron a mirarnos a Abdel y a mí, aquello solo provoco que mi sonrojo se extendiera. Tome con fuerza el brazo de Abdel, escondiéndome detrás de él con timidez, Abdel tocio con falsedad haciendo que todos lo miraran de inmediato. — Dejen de mirarla, ¿qué les había dicho? —. Se queja mirando a cada m*****o de su familia quienes sonríen volviéndome a mirar. Jalo del saco de Abdel intentando que deje de comportarse así con su familia, sus ojos verdes me miran y se gira hacia mí escondiéndome de todos ellos. Me dedica una sonrisa suave y delicada, me da un pequeño asentimiento pidiendo mi permiso y acepto. — Les presento a Giovanna, mi... mi mejor amiga desde la infancia —. Se aparta de mí después de ver que he calmado mis nervios y tomo la manga de su saco con fuerza mientras todas las miradas regresan a mí, sonrío nerviosa y recibo las miradas de todos con miedo. — Hace un tiempo que no te vi. Con que tú eras —dice la madre de Abdel—. Te quería invitar a cenar esa vez y conocer más sobre ti, mi hijo solo habla lo que le interesa hablar. Espero ahora si tenga el gusto de conocerte bien —. — Siempre habla de ti, no había momento que no te mencionara. En las cenas familiares, en los festejos y en su rutina diaria. Creí que ya se estaba poniendo loquito, ¿me entiendes? —. Asiento mientras Ivanna, su tía, ríe. — ¡Ivanna! —. — ¡Abdel! —. Exclama de una manera juguetona, retando el temperamento de Abdel. Sin darme cuenta el miedo y esa leve ansiedad que comenzaba a sentir me abandonan mientras rio junto a los demás, los padres de Abdel solo niegan con una sonrisa al ver como su hijo no puede dejar de ser un enojón mientras me presenta. E Ivanna solo hace muecas, molestando a Abdel en el proceso, mientras que su pareja la toma por la cintura y se la lleva para que ella también guarde la calma. Los demás piden que Abdel se calme, aunque siempre ha sido un gruñón y no creo que eso se le quite en largos años, hasta pienso que si tiene hijos los hará igual de gruñones que él y serán su séquito cuando planee algo. No tengo dudas de que será así en un futuro cuando tenga familia, estoy segura de que escucharé alguna noticia de eso en un futuro. — Cariño, es verdad y no tienes que comportarte así. Menos con nuestra visita especial —. Respondió su madre con dulzura mientras Abdel bufo entrecerrando sus ojos, ambos nos volteamos a mirar al mismo tiempo y eso hizo que volviera a reír. — Mejor pasemos al comedor para la cena — Dice el padre de Abdel, con un porte estricto, dejando a un lado la sonrisa que tenía hace segundos. Abdel me toma por la cintura guiándome hacia el comedor hacia donde van todos, sus ojos parecían haberse oscurecido, algo que tomo por su celo, pero aun así se mantiene tranquilo y sigue caminando sin detenerse, mientras me dedica una sonrisa. ☽☾ Miro como un grupo de niñas, entre ellas las hermanas de Abdel, se posan enfrente mío mirándome con curiosidad mientras murmuran entre ellas. Nunca había estado rodeada de tantas personas sin sufrir alguna burla, es muy diferente todo en este momento para mí y es algo que me está comenzando a agradar. — ¿Las conejas siempre son bonitas?, mi tía y tú son muy bonitas —murmura, una niña de cabello n***o y ojos medianamente rasgados, creo ella es la hermana adoptiva de Abdel, Jazmín—. Quiero ser una coneja como ustedes, así seré bonita como ustedes —. Sonrió mirando como frunce su rostro entre tristeza, lo que llegue a escuchar de Abdel era que parecía que su hermana no tenía una especie, que había nacido sin una y eso ha traído complicaciones que solo la Luna y Alfa de Stanyms habían podido manejar. Sus padres biológicos la habían desechado como si fuera basura y el Alfa la había encontrado en sus exploraciones, donde decidió darle su apellido y adoptarla. — Tú también eres bonita —Menciono acariciando su cabello y ella sonríe. Saber que alguien pide ser de mí misma especie es difícil, aun la especie de conejos sufre de discriminación dentro de distintos países y no somos comprendidos a menos entre carnívoros, no lo somos. Ellos solo nos obligan a irnos hacia sitios solo para nuestra especie, creo que solo Abdel intenta comprender mi especie por lo buena persona que es, pero temo que aquello acabe en algún momento. Por lo que no deseo que Jazmín sufra lo mismo, prefiero que siga sin una especie a sufrir como yo. — Jazmín, tú eres muy fea —dice otra niña en forma de burla empujando el hombro de Jazmín—. Siempre lo serás —. Aquello hizo que la hermana de Abdel bajará su rostro y corriera hacia su madre que limpio sus lágrimas, no se fue sola, sino que dos niñas que estaban junto a ella corrieron detrás de Jazmín con preocupación. Eso me recuerda a mí, solo en breves recuerdos que tengo, había algunos donde corría hacia Abdel llorando porque algún niño me lastimo con sus palabras. Abdel llega por mi espalda pasando su mano por mi hombro, se veía molesto y parecía que él había escuchado lo que la niña le había dicho a Jazmín. — Leticia, le diré a Ivanna lo que le has dicho a Jazmín. Sabes que a ella no le gusta que hagas comentarios de burla a otras especies o por la apariencia de personas —. La fulmina con la mirada y la niña se va molesta, escondiéndose detrás de su padre, que le recrimina por haber hecho que Jazmín llorará. La tercera niña que permaneció a nuestro lado es aún más pequeña, tiene 5 años y es la hermana pequeña de Abdel. Él la alza en sus brazos provocando una risa espontánea de ella y la carga. — Giovanna, ella es Iria. Iria, ella es Giovanna —. — Mucho gusto en conocerte, Iria —. Digo extendiendo mi mano y ella la toma riendo alegre. — ¿Ella es tu Luna, hermano? —. Hablo mirando a Abdel. — No, solo soy su amiga —. Digo al ver que Abdel solo guardo silencio. — Entonces... eres una Luna muy bonita, igual que mami —. Abdel la bajo y dejo que ella corriera directo hacia Jazmín, observe como Iria abrazo a Jazmín por la espalda y le dio un dulce beso en la espalda. Ella era una ternura, nunca había visto a una niña de su edad, siendo así de dulce, puede ser que aprecie mucho a Jazmín. Iria tiene unos ojos grandes y brillantes de un color verde claro, su cabello es castaño y cae en ondas por su espalda, su tez es blanca como la madre de Abdel. — Eres todo un caso perdido, Abdel —le regaño por no decirle a su hermana nada cuando pensó que era la Luna—. Es una niña y puede decirle a cualquiera lo que ella piense, y si no lo niegas podría causar un problema después —. — Ella no tiene la culpa, porque hacerle pensar otra cosa —. — ¿Cómo? —. — Nada. Solo... que no puedo negarles nada a mis hermanas, ella te ve como una luna, porque negarlo si yo considero que es cierto —. Se acerca con pasos lentos hacia mí, salimos del comedor y me acorrala contra la pared, frunzo el ceño confundida con lo que ha pasado y me escabullo caminando lejos de él, casi corriendo hasta que sus manos me tomaron. Mire la escalera frente a mí y subí un escalón alejándome de él, me toma con más firmeza haciendo que caiga en sus brazos. — Abdel, basta —. Le pido. — Giovanna, ¿por qué a veces eres tan lenta en entender las cosas? Cuando dejarás de huir de mí, ¿cuanto más tengo que fingir? —. Entiendo sus palabras, pero niego, no puedo ser su luna y él no puede ofrecerme eso. Creo entender de lo que habla, alguna vez hizo la sugerencia de que ambos éramos pareja y eso me lleno de miedo, recuerdo haberme alejado de él por un tiempo. Creía que eso podría hacerlo cambiar de opinión, separe nuestros caminos por un mes esperando que reflexionara con sus palabras. Pero ahora parece regresar esa idea a él. — A veces sueles ser necia y prefieres evitar tu realidad, ¿no estás cansada de eso? —. — Y-y-yo... —. Guarde silencio sin encontrar las palabras adecuadas. Mi corazón latía con más fuerza al encontrarme atrapada entre sus brazos que oprimen mi cuerpo contra el suyo, noto en su mirada una desesperación y tristeza a la vez. ¿Le dolerá que me vaya?, ¿es eso, cierto? Los nervios provocan que mi cola esponjosa salga como una de mis transformaciones involuntarias, un hipo me invade y dejo de mirar los ojos de Abdel. Me siento ansiosa por querer ocultar mi colita, pero estando aún cerca de él no podría. No quiero que esté en cuenta que ese punto es uno de los más débiles de mi cuerpo. — Giovanna, piensa mejor en tu decisión y no te vayas —. Niego mientras intento alejarme para que él no note esa transformación involuntaria, como una vez que mis orejas salieron al tener hipo, un doctor tuvo que verme y ponerme calmantes para volver a la normalidad. Así que ahora no quiero que descubra lo que provoca mi colita en mí y que hace que aparezca de manera involuntaria. — Abdel, si mi pareja no está aquí no debo de quedarme aquí. Este no es mi hogar, nadie me ha respetado en todo lo que he vivido aquí —siento como una de sus manos busca algo en mi cuerpo, «¡brócolis!, se ha dado cuenta»—. Quiero vivir sin ser la burla de alguien, si mi pareja estuviera en esta manada trataría de convencerlo para irnos ambos de este lugar —. — ¿Y si no se puede? —. Me alejo de Abdel y me siento en el escalón al ver como su mamá viene hacia nosotros, ella nos da dos tazas de chocolate caliente, eso no hizo que Abdel apartará su mirada de mí. Tome con cuidado del chocolate siendo algo que tranquilizo mi cuerpo haciendo que todo sea normal de nuevo. — No podre soportar más tu delicioso aroma, Gio —revelo, su mirada hizo que me sonrojara y solo me escondí detrás de mi taza—. ¿Traes el frasco contigo?, el que siempre te digo que tengas junto a ti —. Asiento, le paso el frasco lleno de un líquido morado que él se toma. Cierra los ojos por un momento y noto como el color verde de sus ojos regresa, su mano esculca dentro de mi bolsa pequeña y encuentra el bote de supresores. Me extiende una pastilla y la tomo entre mis manos. — Toma esta tú, así calmarás tu aroma de celo. Hay varios alfas cerca, no quiero arriesgarte —. Tomo del chocolate en silencio para pasarme la pastilla, mientras ambos miramos la gran luna llena que hay en el cielo nocturno, una que se mira perfectamente por la ventana más cercana a nosotros. Siempre hemos hecho eso cuando preferimos callarnos, ya que así evitamos algo incómodo o terminar en una pequeña pelea sobre un desacuerdo. ◣ ... ◢
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