03. Un desastre

2051 Words
~•⊰ Mike ⊱•~ Sentía la electricidad en el ambiente. Una mezcla entre nervios y un desmesurado entusiasmo. Había planificado este viaje al poco tiempo, después de “ese” día, lo que significó muchísimas horas de trabajo extra, reuniones, viajes, asesorías y más aún, entrevistarme con un montón de personas, a quienes debía confiar lo más preciado que tenía en la vida: mi negocio. “Roberts Group” nació gracias a mi afición por los autos. Tras una fallida incursión en el negocio del entretenimiento, junto al hermano de Lindsay, mi ex esposa; me arriesgué y decidí hacer uno de mis sueños realidad, al invertir en una concesionaria automotriz de autos de lujo. Al día de hoy, ya tengo seis concesionarias operativas en algunas ciudades de Estados Unidos como: Miami, Austin y Houston, todas con una excelente proyección y las ofertas para seguir creciendo me siguen llegando, lo que me hace sentir muy orgulloso por el camino recorrido. El timbre sonó y bajé las escaleras para abrir, ya que estaba esperando el transfer que me llevaría al aeropuerto. Mi sorpresa fue que en la puerta, se encontraba mi mejor amigo, Ray y su esposa Susan. —¡Hermano! —Me saludó con un abrazo, mientras estrechamos las manos. —No pensé que te vería hoy —respondí sorprendido, saludando a Susan con un beso en la mejilla y dejándolos pasar. —Venimos a desearte un buen viaje, Mike —respondió Susan, regalándome una sonrisa. —No esperabas irte sin que nos despidamos, ¿verdad? —cuestionó Ray, lo que me hizo bufar y negar. —Sólo son vacaciones, Ray. —¿Y si te enamoras de una europea y te perdemos? —cuestionó gracioso, moviendo sus cejas de arriba abajo. —No me enamoraré de nadie, Ray… Ya sabes que eso no es para mí —respondí. Susan me miró con pesar y Ray bufó. —No te cierres, hermanito —Insistió, mientras por instinto, continuaba negando. —Yo sólo espero que lo disfrutes mucho, te reencuentres contigo mismo y pongas en orden tu corazón, Mike —Intervino Susan, cambiando el tema, cosa que agradecí, pues Ray se pone siempre muy intenso, después de lo que ocurrió con Megan, su hermana menor. —Es la idea, Su —respondí—. No tengo nada para ofrecerles, pues dejé la nevera vacía, ya que será poco más de un mes fuera de casa —expliqué. —No te preocupes, Mike, sólo quisimos venir a desearte lo mejor —respondió Susan. Mi celular vibró, notificándome que el transfer estaba por llegar a buscarme, así que tomé mi maleta, mi bolso de mano y salí junto a mis amigos, justo en el momento en que el vehículo estacionó fuera de mi casa. —Disfruta de la experiencia y envíanos fotografías —Pidió Susan, mientras me abrazaba y se despedía. —Espero que sanes tu corazón y te des cuenta que mereces muchas cosas bonitas, amigo —dijo Ray, insistiendo con el tema. Revoleé los ojos y asentí—. No olvides llamar de vez en cuando —agregó, entregándome un regalo—. Creo que te puede servir para el viaje ¡Ábrelo cuando llegues allá! —Me guiñó un ojo con picardía y negué. —Gracias por venir, amigos —Les sonreí y caminé con las maletas hacia la Van, que estaba esperándome con la puerta abierta. Me recibieron las maletas y abordé. A pesar de la hora que era, el rumor de voces en el aeropuerto me sonó bastante familiar, ya que tuve que viajar mucho el último tiempo, pero en esta ocasión mi energía era distinta e incluso, me sentía diferente, como si llevara un letrero luminoso sobre la cabeza, señalándome con una flecha, anunciando que mi viaje era por vacaciones y no por trabajo. Sonreí ante la estúpida idea y me senté a esperar el llamado de mi vuelo. Una vez abordé el avión, me acomodé en la ventanilla y tomé de mi bolso de mano la Ki.ndle, pues hay un libro que quería leer hace mucho: “Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman y como me esperaban casi trece horas de vuelo, sería la oportunidad perfecta para comenzar a leerlo. Busqué mis audífonos, preparé mi playlist y dejé todo a mano, esperando despegar. La aeromoza que me acercó inicialmente a mi asiento, llega con una pasajera, que a mi parecer, llegó corriendo para alcanzar el vuelo, ya que jadea y respira agitada. —¡Creí que no llegaba! —exclamó la mujer, aún con dificultad para respirar, sentándose a mi lado. —Pero lo has logrado —respondí. Le sonreí. —Hailey —Se presentó, estirando su mano, la cual estreché. —Mike —respondí. Tras el saludo del capitán, las indicaciones de las aeromozas y solicitarnos que nos abrochemos los cinturones, el avión inició el recorrido por la pista, ascendiendo con suavidad. —Buenas noches, mi nombre es Karol y yo los atenderé en esta oportunidad —Se presentó la azafata—. ¿Desean algo para beber? —Le hice un ademán a la mujer a mi lado, para que ordenara ella primero. —Whisky, por favor —respondió Hailey, con demasiado entusiasmo, por lo que miré a Karol quien asintió y desvió su mirada a la mía con una enorme sonrisa. —Un jugo de naranjas, por favor. —¿Crees que sea muy pronto para un whisky? —preguntó mi compañera de asiento. Me encogí de hombros, sin saber qué responder—. Lo necesito para ahogar las penas del corazón, ¿sabes? —dijo. —Lo siento mucho —rebatí. Aunque no sé por qué le dije eso. Cualquier cosa funcionaría, para no continuar con la conversación, pues quería leer y tener un vuelo tranquilo. Me puse los audífonos, encendí la Kin.dle y le puse play al reproductor, dejando que la música me envolviera. Recibí mi jugo de naranjas, dándole un sorbo y me dispuse a iniciar mi lectura, aunque la mujer a mi lado, tenía otros planes para mí. —Llevábamos cinco años, ¿lo puedes creer? —mencionó una vez la miré, tras darme unos toques en el brazo—. Dijo que no le veía más futuro a lo nuestro y me terminó —Hailey se puso a llorar desconsolada, mientras busqué con la mirada a Karol, pidiéndole auxilio. —¿Necesita algo? —preguntó Karol a mi acompañante. —Otro whisky, por favor —gimoteó. Karol asintió y se retiró enseguida—. Y yo, que pensaba que tendríamos hijos… una casa bonita —Sollozó, mientras yo intentaba retomar mi lectura, pero con mi acompañante era bastante difícil, pues me movía el brazo, llamando mi atención cada vez. (…) Un desastre. Ese fue mi viaje de inicio de vacaciones. Hailey, comenzó a contarme toda su dramática relación con Bruce, desde que lo conoció hasta hace una semana, cuando cortaron. Según ella, siempre le dio todo a él, sin pedir mucho a cambio, sólo que la quisieran. Supuestamente, él nunca le ofreció nada concreto, ya que vivían el día a día, viendo dónde los llevaba la relación, pero ella se fue enamorando cada vez más y sin darse cuenta, pasaron cinco años. Yo simplemente escuché, sin emitir comentario alguno. No era el más indicado para aconsejarle nada. Había dejado de escucharla después de que se bebiera el cuarto whisky. Primero, porque no le entendí nada, ya que había bebido demasiado y segundo, porque me tenía harto, así que cerré los ojos y me hice el dormido, con toda la incomodidad al no poder reclinar el asiento, ni apoyar mi cabeza en una cómoda almohada. La mujer habló hasta que se cansó. Literalmente cayó rendida y se durmió, cosa que agradecí en el alma, pues pude pedirle a Karol una almohada y una manta, para dormir más cómodo, reclinando el asiento. Adiós a mi lectura. No fue mucho lo que conseguí dormir. Despertamos cuando Karol nos avisó que estábamos próximos a aterrizar. Hailey me preguntó qué haría en Milán, así que, sin entrar en muchos detalles y mintiéndole un poco, dije que eran unas vacaciones y que me encontraría con mi familia al llegar. —Siento si te hice el viaje demasiado incómodo, Mike —dijo, cuando ya estábamos por bajar del avión—. Pero me ayudó a sacar todo lo que llevaba dentro, así que te lo agradezco mucho —agregó— ¿Qué le podía decir? —. Espero que lo pases increíble en tus vacaciones —Asentí en agradecimiento. —No fue nada. Espero que logres sanar tu corazón —Tomé mi bolso de mano y prácticamente, hui. ¿Quién era yo, para darle consejos del corazón a alguien? —Bufé, mientras salía del avión y caminaba por el pasillo a buscar mi equipaje. Me sentía de muy mal genio, tras el espantoso vuelo. Sólo quería llegar al hotel, darme una ducha y descansar un poco, pues en Milán eran las siete de la mañana y nos juntaríamos al medio día con la gente del tour para iniciar esta aventura. Apenas llegué al hotel, sonreí, intentando cambiar el chip. Crucé la entrada y uno de los botones, me recibió el equipaje, dándome la bienvenida. Caminé hacia la recepción, donde hice el registro y me dieron la llave de mi habitación. Cuando me doy la vuelta, tropiezo con un bulto de cabello anaranjado, que se encontraba a mis pies, haciéndome caer. —L-lo s-siento —dijo la mujer, con la voz temblorosa, cubriéndose el rostro, por lo sucedido. Refunfuñé y fruncí el ceño, poniéndome de pie—. No fue mi intención —agregó. —Descuida, ya pasó —rebatí molesto, pues la chica tenía todo un desparramo de cosas sobre el suelo. ¿Pero cómo diablos esperaba que la viera, si estaba justo a mis espaldas en un punto ciego? —Me pregunté. —¡Maldita sea! —Se quejó la pelirroja—. No encuentro el condenado papel… Seguí al botones, quien me miró con preocupación, mientras me esperaba a un lado del elevador, para llevarme a mi habitación. —¿Se encuentra bien? —cuestionó en un perfecto inglés. Asentí. —Sí, gracias —Volteé a mirar a la chica, quien se levantaba rápidamente del suelo, levantando un papel en el aire, agitándolo de un lado a otro, como si hubiese encontrado un boleto ganador de la lotería. Entramos al elevador y llegamos al quinto piso, donde se encuentra mi habitación. (…) Salí de la ducha, me puse unas bermudas negras, unas tenis y una camiseta gris, además de una gorra, ya que se sentía el calor emanando por la ventana. Tomé mi cangurera, mis gafas de sol y salí de la habitación. Nos reuniríamos con el grupo del tour, en el hall principal del hotel, donde me caí esta mañana, gracias a esa chica pelirroja. Al llegar a la primera planta, veo bastantes personas reunidas, por lo que me acerco al notar a los guías, que traen unas camisetas distintivas de la agencia de turismo: “Touristi-K”, además de unas gorras e identificaciones, colgando de sus cuellos. —¡Buenas tardes a todos! —saludó uno de los encargados—. Mi nombre es Román y mi compañero es Xavier. Antes de comenzar con el recorrido de hoy, les pediré que se acerquen a mi compañero, para hacer un registro —explica, por lo que todos comienzan a acercarse al susodicho. Esperé a que la mayoría lo hiciera y finalmente me acerqué para apuntarme. Cuando volteo, choco con un cuerpo menudo, sorprendiéndome otra vez, con que es la misma pelirroja de esta mañana. —¿Tú otra vez? —cuestioné más serio de lo que quería sonar. —Discul… —Se quedó en silencio. Revoleé los ojos, en vista de lo despistada que es—. ¿Tienes algún problema conmigo? —cuestionó de mal genio. —Sólo ten más cuidado. No podemos estarnos chocando cada vez que nos vemos —refuté. —Ya te pedí disculpas, ¡fue un accidente! —exclamó esto último. Bufé y me di media vuelta. No quería que otra mujer, me amargara el inicio de mis vacaciones. Ya con mi compañera de vuelo, tuve más que suficiente.
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