La obra comenzó y yo no podía ver nada, solo sentía, escuchaba y olía, los textos de los actores me parecían extraños, pero por lo que podía deducir, tanto Greta, como las demás personas en el escenario tenían alguno de sus sentidos bloqueados. Un ligero masaje en el cuerpo empezó a ponerme nervioso, pero la música suave y los susurros de las personas me calmaban un poco, manteniéndome al límite entre salir corriendo y quedarme. Mis músculos se iban relajando y tensando, hasta que la voz anterior, la de la actriz morena, volvió a dejar la frase en mi oído, frase que repetí como un mantra, esperando que ayudará de algo. —La vida, tiene el riesgo de vivirla —dijo un hombre casi a un costado de mí—, el riesgo de morir, de dejarla pasar; pero, ¿Qué es la muerte sino una consecuencia de la