6. Tranquilo, Arath.

1961 Words
Me quedé inmóvil unos segundos, cavilando la opción de buscarla dentro de los cubículos del baño cuando de nuevo escuché la risa de la mujer, pero no podía simplemente parar, es decir, en este punto evitar que siguiera fluyendo era imposible. —Estamos por comenzar, darán acceso enseguida —espetó aquella mujer aun lado de mí, sonriendo desinhibida frente al lavamanos. —Este es el baño de hombres —mascullé con pena, dejando una brecha para que el sonido del agua retumbara por todo el lugar. —Ah —respondió sin vergüenza escaneándome brevemente con la mirada—, no, aquí eso no existe, los baños son mixtos. ¿No lo notó? Aquella mujer detuvo su vista a la altura de mi hombría, e hizo una mueca de aprobación con la boca, mientras el sonido salía de sus labios apretados, sacudió sus manos para quitar el exceso de agua salpicándome un poco en el proceso ara luego darse la vuelta como sí nada de eso fuera nuevo para ella. Lavé mis manos con velocidad, con la intención de ir con aquella mujer e interceptarla o algo por el estilo. Aquel suceso lo consideraba una invasión a mi privacidad y tenía la intención de reprocharlo. Tomé un par de toallas para secarme las manos cuando volví a escuchar la voz de la morena seguida por otra voz que le respondía, debo admitir que sentí algo de miedo que comentará lo que acababa de apreciar, por lo que me quedé un segundo pensando que hacer, me miré al espejo y noté una conversación normal, algo sobre la utilería de la obra que no entendí. Salí del lugar solo para ver como se alejaba de espaldas, con su cabello yendo de un lado a otro. La seguí, pero no para enfrentarla, sino para ir con mis amigos dejando pasar el suceso anterior, ya habría tiempo después y sí no la volvía a ver jamás, mejor para mí; para mi sorpresa la fila estaba avanzando, y ellos estaban a punto de pasar, así que corrí para entrar. Greta paró en la fila extendiendo los brazos, esperando a que yo llegará para entrar, pese a que alguien le comentó que no podía hacer eso. —Sí puedo —respondió ella a un joven formado en la fila—, mira, lo estoy haciendo. —Señorita, por favor, no se pueden apartar lugares—una persona del staff le hablaba con algo de cordialidad a Greta mientras ella se giraba como fuera de sí, parecía que se lo comería con los ojos en cualquier momento—, el joven salió de la fila y tendrá que… —Fue al baño ¿No le puede esperar? —suplicó ella, yo intentaba encontrar a Mily y a Erick, pero no los veía por ninguna parte, y tampoco estaba la gente cerca de nosotros, suponía que ya habían entrado, apreté un poco más el paso para llegar mientras Greta seguía apelando— Todos tenemos necesidades, estas obras son largas, muy largas a decir verdad y no es que no me guste, solo que, a mí casi me revienta la vejiga la última vez, porque no nos dejan salir de la sala; no sea desconsiderado, él está enfermo y tenía que vaciar su bolsa de colonostomía. Es que él no puede ir al baño de manera normal. Llegué al lugar justo cuando estaba pronunciando aquellas ultimas palabras, que me tomaron por sorpresa, el joven de la fila me miró con los ojos bien abiertos, casi con pena, luego miró a Greta, con las mejillas coloradas, la mujer de pelo naranja sonrió victoriosa, era cuestión de tiempo que nos permitieran pasar. —Eso no es cierto —señaló la morena interrumpiendo la victoria de Greta—, el señor sí fue al baño, pero no tiene ninguna bolsa, al menos yo no vi una, incluso podría decir que está bastante bien, a decir verdad. Greta se quedó con el coraje atrapado y yo con la pena y algo de rabia de que se ventilara un suceso como el anterior, el joven de la entrada nos estampó una mirada voraz y nos pidió salir a los dos de la fila, nos habían negado el acceso, al menos hasta que la fila se acabará. Nos sentamos en una jardinera esperando a que la gente terminara de pasar. —Es colostomía —dije para Greta para reconfortarla, se veía frustrada por su intento fallido, ella me miró encogiéndose de hombros—, bueno, era una buena excusa, casi funciona. —Da igual, no nos dejaron pasar de cualquier forma —lamentó mientras extendí el paquete de chicles en mi dirección—. No entendí ¿Ella te vio en el baño? —Da igual —respondí dando un par de pastillas en la mano de mi amiga y metiéndome un par más a la boca—, ¿Qué hacemos ahora? —Esperar a ver si nos dejan pasar al final, yo me iría ahora, pero tú querías ver la función, estamos aquí por ti. Eso era cierto, había hecho eso para no pensar en la profecía de la madrina Nimba y por supuesto en Mily; sin embargo, había terminado por llamarle para que fuera a acompañarme, en este punto me daba cuenta del pésimo manejo de conflicto que tenía y del mar de contradicciones que habitaban en mí. Respiré profundo mientras fruncia los labios. —¿Qué quieres hacer? —indagó mi acompañante, mientras tronaba una bomba de chicle—¿Buscamos otra función? Tal vez podamos entrar a otra. —Todavía pueden pasar a esta, sí es que quieren. La morena estaba parada frente a nosotros, con una sonrisa enorme, sentí de pronto que se burlaba de nosotros, por lo que le miré contrariado, aguantándome las ganas de reclamarle, pero no cambiaría nada de hacerlo. —Yo puedo hacer que pasen —comentó ella como dirigiéndose a Greta—, de hecho, tendrían mejores lugares. —¡Muy bien! Me convenciste. Yo estoy dentro —respondió mi acompañante poniéndose de pie—. ¿Qué dices tú, Arath? —¿Qué dices, Arath? Levanté la mirada, subiendo las cejas también, no tenía otra cosa mejor que hacer, pero aquella mujer no me daba buena espina. No tenía sentido que momentos atrás nos sacará de la fila y ahora nos ofreciera colarnos a los mejores lugares. —¿Por qué quieres que entremos? —pregunté con los ojos entrecerrados, giré para ver a mi compañera y espetar en su dirección— ¿No se te hace sospechoso, Greta? Primero por ella nos vetaron de la fila y ahora nos quiere meter. —Lo siento —musitó para disculparse—, pero, es que escuché lo que estaban diciendo, sé que tú querías ver la obra, los demás eran consecuencia y tal vez sí yo no te hubiera entretenido en el baño… —¡Momento! ¿Cómo está eso de que te entretuvo? —Greta subió y bajo las cejas dando a entender que tuvimos un encuentro “diferente” a lo sucedido— ¿Esto que siento es tensión s****l? Dediqué una mirada a Greta para que se callará, pues su comentario no ayudaba en nada en este momento, solo había provocado la risa de aquella morena de la que ni si quiera sabía su nombre pero que ahora, me conocía más de lo que me gustaría admitir. —¿Van o no? Por que es la última oportunidad. Revoleé los ojos y asentí ligeramente, ya estaba ahí, invertí mucho tiempo formado, sin contar que de verdad quería ver esa obra, me había llamado la atención, además estaría a un lado de Greta, y ella siempre decía coas que me hacían reír, además, ya saben lo que dicen, la esperanza muere al último, y yo aún conservaba un hilo que me hacía pensar que era una buena idea. —¿Nos vas a decir cómo te llamas? —chilló Greta cuando seguíamos a la mujer escaleras arriba y luego por un pasillo— Tú ya sabes qué me llamo Greta y que este hombre guapo que tu vez aquí se llama Arath. —Mucho gusto —susurró—. Perdón, pero debemos guardar silencio, la obra esta por comenzar y no pueden hacer ruido. Hablamos después. Eso fue lo último que dijo, guiñó un ojo para abrir una puerta, nos guio a través de ella, bajamos otras escaleras y nos acomodó en un par de sillas, estaba muy oscuro, y no podíamos ver nada, había un par de personas más y luego el telón o una tela que nos impedía ver hacía el otro lado. —¡Gracias! —chilló por lo bajo Greta, haciendo que aquella mujer se girará con una sonrisa apretada y nos señalará tajante que debíamos guardar silencio, mi amiga se volvió a mí y comentó—. Aquí sí vamos a poder ver todo —ella se frotó las manos como quien está a punto de comerse su postre favorito—. Espero que sí salgan en cueros. Risas, muchas risas se escucharon, incluso la gente a un costado de nosotros empezó a reír al escuchar a la peliteñida con sus puntadas. —Greta, guarda silencio, todos te escuchan —agregué cuando un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, había escuchado muchas más risas y las personas que estaban a los costados no eran suficientes para el sonido, miré para todos lados y me incliné un poco a la persona al lado de mí— ¿Estamos en el escenario? —Shhh —respondió seco, afirmando con la cabeza. Mi estómago se hundió en lo profundo de mi cuerpo, no tenía idea de que hacíamos ahí, giré para ver a la actriz que se tapaba la boca para evitar soltar la carcajada, ni si quiera me dio tiempo de reaccionar cuando el telón se corrió y las luces se encendieron a la par que otras personas entraban a vendarnos los ojos. —¿Qué está pasando? —gruñí en dirección a Greta. —Cállate, Arath, muestra un poco de respeto por los actores, quieres. —Greta —chillé desesperado, pero a ella atendía a la mujer que le daba instrucciones y no a mí— Greta, te estoy hablando, Greta, no me ignores —supliqué haciendo que me viera por fin, pero a ella le habían amordazado y no podía contestar—, no quiero hacer esto, no me gusta estar frente a la gente, siempre he tenido pánico escénico, yo no… —Gira tu cabeza —comentó la morena, me llevé las manos con desesperación a la cara, tenía que salir de ahí, pero no tenía idea de cómo—, te colocaré una venda, a partir de ahora necesitas confiar —comentó de nuevo, acariciando mis hombros para que me relajará—, sí te da miedo, siempre puedes salir, pero, no dejes que el miedo te quite la vida y las experiencias. “Confía más y refuta menos”. Aquellas palabras me hicieron eco en todo el cuerpo, tanto que me erizaron de un momento a otro todos los vellos de mi cuerpo, había dicho la misma frase que leí en la galleta de la fortuna, me quedé callado, por completo, sin saber que hacer, miles de ideas extrañas y absurdas nacían en mi interior. El dedo de alguien se deslizó por mi cuello y luego por mi espalda, las sensaciones empezaron a nacer y crecer en mi interior, mi pecho subía y bajaba con algo de violencia, hasta que de nuevo la voz de la morena en mis oídos retumbó. —Tranquilo, Arath —musitó en un hilo de voz, prácticamente solo para mí—, no te desnudaré aquí, aunque ganas no me faltan...
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