Aquella mujer

1610 Words
No estaba loco y los paramédicos me lo confirmaron, allí hubo una mujer, la misma que estaba en medio de la calle ¡y menos estaba borracho! Pero los malditos medios se empeñaban en decir aquello, ya los conocía, pero no me acostumbraba. Buscaban una penalización hacia mí, aunque no la obtendrán. Encima que tengo un accidente por culpa de ella, ni siquiera me acompaña al hospital, aunque quizás se asustó y por eso no fue. ¿Será que intentaba suicidarse? ¿Quién se expone en la calle de esa manera a menos que quiera morir? El s******o era un tema delicado para mí y si era mujer intentaba hacerlo, ¡ya se las vería conmigo! Tenía que encontrarla. Daba igual, la cabeza me dolía y no dejaba de recibir llamadas, lo más discreto era la casa de Alaric, mi hermano mayor, llevaba una vida muy tranquila, junto a nuestra pequeña y adorable sobrina. Camilla Jackson, tiernamente le decíamos Millie, solo tenía unos pocos años de edad pero su inteligencia era abrumadora, así como lo exigente que era. No había visto o interactuado con muchos niños, pero mi sobrina era demasiado inteligente para su edad. No podía despegarse de mi hermano, era como su padre, de hecho ella le decía mamá, la mayoría del tiempo para molestarlo, ambos tenían un fuerte apego, fue ella la que lo ayudó a superar la muerte de nuestra hermana, mis refugios fueron las carreras callejeras de las que tanto Arelis quería que me alejara, pero eso era lo que ayudaba mi dolor, solo eso; pero ya estaba fuera o…perdería todo por cuanto me esforcé. Esos no eran los deseos de mi hermana. —No te preocupes, estoy bien.—la pequeña y fría mano de Millie tocaba mi cabeza.—No me duele, en unos días podré quitarme esta venda. ¿Has jugado con lo que te traje? —David, era un coche muy grande para ella.—aquel tono, estaba enojado, a pesar de que no llegaba a reflejarse en su cara, no se permitía sentir frente a Millie otra cosa que no fuera felicidad, era como una regla para él. —¡Es de juguetes!—repuse, ¿cómo que era muy grande? El asiento era regulable y seguro que sus pies alcanzaban el pedal. —Un juguete para niños de diez años.—contestó de mal humor solo en su voz.—¿Sabes todo lo que tuve que hacer para evitar que se montara en esa cosa? ¿Tan siquiera sabes las velocidades que eso toma? ¿Cómo explicárselo a ella? Todo lo que le traes es preciado, pero… —No seas exagerado. Mira ese rostro, es tan tierno como malvado. Sé que a ella le iba a gustar, por eso se lo traje.—quería que ella también se divirtiera con algo que a mí me gustaba. —Pues se lo regalé al niño del vecino que tiene casi doce años y le sirvió a la perfección. —¡¿Qué?! ¿Y por qué lo dices así como si nada? ¿Sabes lo que me costó eso? —¿Quieres que te devuelva el valor?—enarcó sus cejas y se cruzó de brazos. Millie nos observaba a ambos, no tomaría bando, era muy inteligente como para hacer eso. —¡No me refiero a eso! Es un regalo que le hice yo, no puedes solo regalarlo. —No lo iba a tener de adorno para que ella quisiera subirse cada vez que lo viera. En adelante dime lo que le vas a regalar antes de hacerlo, no me fío de ti y luego me dejas a mi con el marrón. —Tío herido, déjalo.—siguió con su mano húmeda en mi frente, sospechaba que era baba y que la iba humedeciendo más cada vez que la quitaba. Esperaba que solo fueran sospechas o mi cara olería a baba.—Papá, regáñale después, por favor. —Quédate con ella un rato, regreso en un par de horas. No salgan de casa. Inmediatamente Alaric salió de casa, corrí a la habitación de Millie y ella venía detrás, busqué su atuendo más deportivo y la vestí, después fui a por mi bolso de ropa y busqué el que más se asemejaba al de ella. Estaba buscando a aquella mujer, por más ilógico que pareciera. Tenía grabado el timbre de su voz, el toque de su mano helada y húmeda, pero solo eso, no pude verla del todo y si lo hice, no la recordaba. Solo eran unas suposiciones, pero me dijeron que una mujer había dicho que tuvo un accidente aquella noche, se lo contó a unas amigas y ellas se lo contaron a unos amigos y por el lugar y la hora, sospechaba que ese era yo. Los rumores corrían como pólvora y esa pólvora había llegado a mí. Millie cantaba una canción en francés frente a mi puerta mientras yo me vestía en el baño, ¿cuántos idiomas más le iba a enseñar Alaric? Creo que ya era suficiente, español, inglés y francés. —¿A dónde vamos? —En busca de alguien. —Mamá dijo… —Tu papi dijo que no saliéramos de casa, pero creo que esto necesitamos hacerlo. ¿Quieres un helado? —¡Sí! —Pues tenemos que salir de casa para ir por ese helado.—se quedó pensando un poco y luego aceptó. De igual modo si la regañaban sé que no duraría en echarme la culpa a mí. Tomamos uno de los coches de mi hermano y fuimos al lugar que me dijeron. Llegamos allí como amos del lugar, Millie colgaba de mi brazo con unas gafas a juegos con las mías, esta niña tenía un porte maravilloso, la gente nos comenzó a mirar y nosotros nos fuimos directo a la barra, sabíamos perfectamente que llamábamos la atención y nos gustaba. —Dos malteadas de vainilla.—pedí. —No.—me dijo al oido, se apoyó en mi hombro, pesaba muy poco, no es que fuera delgada pero era pequeña como para hacerme un peso significativo.—Yo un helado. Recuerda. —Disculpe, me equivoqué, la señorita no quiere una malteada, ella desea pedirle un helado. —Pase por aquí para que vea los sabores.—la bajé de mí y ella corrió a ver los sabores, señaló unos cuatro y la mujer me miró, le dije que solo le diera dos de los que pidió. Volvió a la barra y yo la ayudé a subir, esta pequeña enana. —Disculpe.—esa era, aquella era la voz de aquella noche.—La niña no puede estar sentada en la barra, puede elegir la mesa que guste, también tenemos varias mesas en la terraza. No sabía si girarme, pero Millie sí lo hizo, le sacó la lengua al saber que se refería a ella, pero ante aquel movimiento la silla tan alta se movió, Millie pensó que se iba a caer y la mujer corrió para sujetarla, tomándola en sus brazos y aferrándola a su pecho. —Me iba a caer.—dijo en un sollozo. Soltó otras palabras mezclando varios idiomas pero yo no le entendía nada cuando hacía ese batido de idiomas, por lo regular pasaba cuando estaba nerviosa según Alaric. —Por eso no puedes sentarte aquí, pequeña.—yo me había puesto de pie y ahora miraba a la mujer. Su cabello marrón, rostro pecoso, pómulos altos y labios gruesos, era muy hermosa, podría tener unos años más que yo, pero era hermosa. Levantó sus ojos hacia mí antes de querer entregarme a Millie, cuando me vio…caminó hacia atrás con mi sobrina en manos, la alcancé en dos pasos, sosteniendo su mano y acercándola a mí, de forma traviesa me uní al abrazo de ellas dos. —Fuiste tú.—le dije al oido, pasé la mano por su cabello y pegué su rostro más al mío.—¿Ya viste mi cabeza? Te atravesaste en la calle y provocaste un accidente, ¿pero no eres ni capaz de acompañarme al hospital? Cruel, una mujer cruel. Quisiste matarte y casi logras que me mate yo, ¿cómo se te ocurre, pequeña traviesa? Intentó empujarme para que yo me apartara. —Solo tuve miedo.—jamás olvidaría su voz.—No intenté matarme, tampoco quise acompañarte al hospital porque…—sonaba nerviosa, era por la situación, pero me gustaba pensar que se debía a mi cercanía. —¿Culpa? Si es así, estás en deuda conmigo. Gracias a este golpe no podré trabajar o practicar en un par de semanas y de paso te salvé la vida, casi a costa de la mía. ¿Cómo piensas pagarme eso? ¿Te demando por los daños? —¿Demandar?—preguntó con miedo. —¿Cuál es tu nombre? —Rebecca.—había dudado al decirlo, por lo que en este momento no sabía si ese era su nombre. —Muy bien, Rebecca. Te voy a soltar y tendremos una charla. ¿Si? —Si.—al soltar a Rebecca, dejó a Millie en mis manos y como si no tuviera otra cosa más que hacer, solo corrió fuera del lugar y se fue. Aquella acción, no solo me dejó a mi con la boca abierta, también a todos los presentes; es que no tuve ni tiempo a reaccionar a nada. Solo salió. Corrió. Huyó. Me asomé a la salida y no vi nada, nada. Otra vez la mujer se había esfumado, pero ahora ya tenía un nombre y aquí me tendrían que dar su nombre completo. Pretendía seguirla buscando porque ahora sí que tenía curiosidad de ella.
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