El coche se detuvo frente a la casa de mi madre, sentí que llegamos muy rápido y no estaba preparada. David apagó el coche y tomó mis manos. No había dicho nada en todo el camino y para mí eso fue mucho mejor. —Bajaré contigo.—ofreció él. —Tengo que hacerlo sola, David. No será agradable y—¿qué diablos iba a pasar allí dentro?—tengo que hacerlo sola. Abrí la puerta y aún David no soltaba mi mano. —Estoy aquí para ti, Becky. —Muchas gracias. Frente a la puerta de la casa de mi madre, llegaban muchos recuerdos a mí. Poco tiempo viví en esta casa, mamá ya no me soportaba y por esa parte no la culpo, si hasta a mí misma me costaba vivir conmigo, no puedo imaginarme como era para ella, su nueva familia, su esposo, su nuevo hijo. Quisiera decir que estaba acostumbrada al dolor, pe