Mi imperio

Irlanda, Adare 1850 Edward Cada día me levanto sabiendo que es inútil querer cosechar en estas malditas tierras, la plaga de tizón arruinó nuevamente cada cultivo de papa, además no voy a seguir pagando impuestos a la maldita corona inglesa, esto tiene que acabarse de una vez por todas porque ya no soporto más seguir viendo como le arrancan la vida a la gente que amo, a mí pueblo. Pero mi madre aún confía en que estás tierras puedan seguir manteniéndonos, si solo pudiera convencerla de ir a EEUU, allá tendríamos una mejor vida, lo lograría todo, he escuchado que la gente encuentra oro en cada estado, apuesto que me convertiría en un hombre rico en poco tiempo. Muy a pesar de todo estoy aquí queriendo recuperar el maldito cultivo, pero una vez más esta arruinada la cosecha, que impotencia y rabia saber que no hay futuro aquí, solo levanto la maleza y me arrodillo para ver cómo se encuentra la tierra, dándome cuenta que no sirve. En fin, tengo esa sensación que te recorre el cuerpo sabiendo que tienes las manos atadas porque nuevamente este verano se llevó una parte de mí, la verdad es que no soporto más esta vida, ni siquiera ver la sonrisa de Lily acalla estas ganas de huir de mi país. Ahora estoy tirado sobre la tierra lamentándome, pero escucho los gritos de John, ¿No puedo tener un momento de paz? Otra vez grita, ¿Qué le pasa? Tendré que levantarme. –¡Edward¡¡Edward! –siguen los gritos. –Deja de gritar John ¿No me ves aquí? ¿Qué quieres? ¿No puedo tener un momento de sosiego? –le digo molesto. –Tú madre está mal, no creo que resista esta vez…. –¿Qué dices John? Mi madre es fuerte como un roble… –El médico del pueblo la está atendiendo y me aseguró que ella no resistirá una noche más, lo siento Edward– me afirma apenado. –¡Mientes John! Mi madre no va a morir, no puede dejarme solo– le digo molesto. En medio de esta rabia me alejo corriendo de John hasta detenerme cuando estoy llegando a mi casa, pero  la preocupación y la desesperación de verla aún con vida me consume, en tanto respiro todo agitado, con la cabeza agachada dándome el valor para ver a mi madre en su lecho de muerte, la verdad es que nunca pensé que ella me dejaría tan pronto, en fin, con un nudo en la garganta abro la puerta de la casa y ella está allí acostada en su cama mientras el médico y el sacerdote del pueblo solo esperan verla partir. –Edward lo siento, ha llegado la hora de verla partir, está vez no resistirá– me afirme el médico apenas me ve entrar. –Déjenme con mi madre un momento a solas ¿Puede ser? –les digo. –Lo siento Edward, ella estará en un lugar mejor– me asegura el sacerdote. –Madre ¿Me escuchas? Por favor no me dejes, yo no estoy listo para dejarte ir– le pido sujetando su mano mientras corren las lágrimas por mi rostro. –Edward hijo, mi tiempo ha llegado, necesito descansar, por favor prométeme que te cuidarás y harás todo lo que quieres conseguir. –Madre resiste un poco más, recuerda que tienes que acompañarme a EEUU, verás que allá no padecerás hambre, te daré todo lo que mereces, solo resiste– le pido. –Hijo…en el cajón están las escrituras de esta casa y de las tierras, véndelas…acepta lo que te den, no será mucho, pero te alcanzará para comprar un boleto en barco y comenzar una nueva vida en EEUU–me dice con dificultad para hablar. –Lo haremos juntos madre, verás que conseguiré todo lo que me proponga– le aseguro. –Lo sé Edward, serás el dueño… de un imperio, tú eres capaz de hacer realidad todos tus sueños, conquista el mundo, te quiero hijo…… –¡Madre! Madre…Nooooooo, no me dejes solo– le pido entre lágrimas mientras la abrazo con todas mis fuerzas en tanto lloro desconsolado. Al día siguiente Toda la noche contemplando el cadáver de mi madre, es que aún me parece irreal su muerte, no tuve tiempo de darle todo lo que merecía, ni a ella ni a mi padre, ambos se han ido de esta vida dejándome solo, es que ya no queda nada que me ate a este lugar, por lo mismo debo abandonar esta tierra para ir tras mis sueños me grita mi subconsciente. Ahora solo veo como los vecinos acomodan el cadáver de mi madre en el féretro para llevarla hasta el cementerio y poder sepultarla, en realidad me duele demasiado el corazón por la espina que tengo clavada, solo le reclamo a la vida por habérmela arrebatado tan pronto. Camino en medio de los vecinos y algunos amigos entre ellas Lily y John que me acompañan hasta que llegamos al lugar que enterraran el ataúd de mi madre, así el sacerdote empieza con su discurso sobre la vida y lo que nos espera en los cielos, la verdad ninguna palabra que diga me da consuelo ante mi pérdida. En fin, ahora solo miro como cae la tierra sobre su ataúd, entonces decido agarrar un puñado de tierra y hacerle una promesa. –Madre dónde estes te aseguro que te enorgullecerás de mí, voy a comerme el mundo, voy a levantar un imperio, ¡Mi imperio!, Te lo aseguro– afirmo en voz alta. –Edward…lo lamento, pero era lo mejor, la pobre estaba sufriendo viviendo de esta manera, esa no era vida– me dice Lily acercándose para consolarme. –¡Lily! Mi dulce Lily, si bastase con tu sonrisa para calmar este dolor, te vería una eternidad– le afirmo. –Edward ¿Es verdad lo que dicen? Vas a vender todo y te iras a EEUU…–me dice llena de rabia. –Lily no puedo seguir aquí, ya no queda nada para mí en este pueblo, no tengo nada que me ate a este lugar ¿Lo sabes? –le aseguro. –Edward me doy cuenta, ni siquiera te importa dejarme, por un momento me hiciste pensar que te interesaba– me dice molesta. –Lily entiéndeme, no quiero morir como tantos lo han hecho por no tener que comer, ¿A cuántos este año hemos perdido por la plaga? ¡Miles! El gobierno no hace nada, solo nos dejan morir, así que no me digas que soy egoísta por buscar un mejor futuro–le explico. –¡Cobarde!  Te marchas cuando todos te necesitamos, lárgate, pero no vuelvas más– me grita. –¡Lily! Grita todo lo que quieras, pero no cambiare mi decisión, mañana parto a Belfast para tomar el primer barco hacia California– le aseguro. –¡Te odio!, Maldigo el día en que me interese en ti– me afirma entre lágrimas mientras se va. –No puedo quedarme aquí, solo espero que algún día me perdones por haberte roto el corazón, perdóname Lily– digo viéndola a lo lejos. Nunca podría hacer feliz a Lily porque ella merece un hombre que la ame como merece, no a esté imbécil en el que se ha fijado, además tengo demasiado rencor en mi corazón, que no me siento capaz de amar a nadie, en verdad ahora mi única meta es encontrar oro y convertirme en un hombre poderoso y rico para que la pobreza sea solo un mal recuerdo.