El pasado de Frederick
Chicago: Escuela Primaria, cuarto grado
—¡Cuatro ojos! ¡Tú eres un cuatro ojos!— Los niños se burlaron.
—Ooooh, mira detrás de las gafas. ¡Sus ojos son extraños!— dijo una chica bajita con coletas puntiagudas.
—¡Sus zapatos no combinan!
—¡Fenómeno!
—¡Perdedor!
—¡Nerd!— corearon.
Él gimió y se hizo un ovillo. Sintió que las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas y quiso esconderse. Huir. Nunca volver a ver a estos odiosos niños.
¿Por qué se burlan de mí?
—Dejen en paz a mi hermano, mocosos miserables— gritó una voz contundente. Frederick miró hacia arriba y vio a su gemela diminuta correr hacia la masa de niños amontonados ahuyentandolo a golpes— ¿Qué te han hecho? ¿Te robaron el dinero del almuerzo? ¿Que ha pasado Fred?
—Me miró raro. Es más sus ojos son extraños— dijo una chica que aún seguía allí, mientras fruncía el ceño
—Y tu estás gorda. Vete de aquí
Ella refunfuñó y comenzó a alejarse de los gemelos. La pequeña niña se volvió hacia su hermano.
—¿Fred?— susurró mientras ponía su mano sobre su hombro. Él sollozó y se alejó— ¿Hermano? ¿Qué pasó?
—Déjame en paz, Alicia— gimió— Sólo quiero desaparecer— Miró a su hermana y sus ojos color avellana. Ella era tan bonita comparada con él. Diminuta, como una muñeca. Cabello largo y n***o, piel de porcelana. Parecía un elfo y se movía como tal también. Fue sorprendente que compartieran útero.
Se limpió la nariz con el dorso de la manga y se levantó. Su figura alta y desgarbada resultaba incómoda para un niño de cuarto grado. Tuvo un crecimiento acelerado temprano y eso provocó más burlas. Ella miró a su gemelo con recelo. Su cabello se alzaba en mechones irregulares. Sus ojos color topacio estaban llenos de lágrimas y enrojecidos detrás de sus gruesas gafas. El único rasgo que compartían los dos era su piel de porcelana.
—No quiero que desaparezcas—dijo, mientras entrelazaba su brazo con el de su hermano— Te amo.
—Yo también te amo... ¿Por qué se burlan de mí?
—Porque son unos idiotas
—Mamá te matará si te oye decir eso
—Admítelo, es verdad
—Lo es, pero eso no significa que debas decirlo
—Se burlan de lo que no entienden. Eres muy inteligente, Fred. ¿Matemáticas? Nunca llego a tus notas.
—No puedo evitar entenderlas— se encogió de hombros— Eso no significa que no tenga sentimientos.
—Tus zapatos no combinan— se rió— ¿Te has vestido sin gafas?
Él le frunció el ceño y comenzó a alejarse pisando fuerte. Ella lo agarró del brazo y lo empujó hacia atrás.
—Lo siento. Pero hablo en serio, eres muy diferente a los demás
—No lo soy— dijo, mientras arqueaba una ceja sobre sus gruesas gafas.
—¿Cuándo fue la última vez que corriste y actuaste como un tonto?
—Nunca he hecho eso. No puedo respirar cuando corro, tengo asma— dijo mientras ponía los ojos en blanco— Prefiero leer o jugar en la computadora
—O tocar el piano
—Soy bueno en eso
—Actúas como si tuvieras 100 años. Tenemos NUEVE. Cuando lleguemos a casa, juega con Tomy. Quizás haga que te enseñe a lanzar una pelota de béisbol— sugirió.
XXX
Cinco horas después, dos trapos ensangrentados y un par de vasos rotos, estaba a salvo en su habitación. Dopado con analgésicos para la fractura de nariz que le había causado su hermano mayor, Tomy.
A él no le agradaba su hermano menor, era muy flaco, demasiado niño de mamá. Demasiado maricón.
Comenzó sus lanzamientos suaves y gentiles. Pero fue aumentando cada vez más su fuerza y velocidad en ellos y tuvo dificultades con la percepción de profundidad, no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde, cuando la pelota que Tomy había lanzado estaba cerca de su cara. Cayó al suelo con un ruido sordo y la sangre empezó a brotar de su nariz.
Su madre vio cómo se desarrolló todo el evento. Le gritó a Tomy que fuera a su habitación y acunó a su hijo inconsciente en sus brazos. Cuando volvió en sí, lo llevó a la sala de emergencias para que le arreglaran la nariz. Sus ojos estaban vidriosos y ya empezaba a tener moretones.
Basta decir que esa fue la última vez que jugó a la pelota.
XXX
Chicago: Escuela secundaria, séptimo grado
—Frederick, estás tan jodidamente delgado— se burló James mientras tiraba de la toalla de este envuelta alrededor de su cintura. Estaban en educación física y todas las clases debían ducharse. Era odioso que los profesores los obligaran a hacer eso, él se aferró a su toalla demasiado pequeña y miró a James— ¿Qué? ¿Estás enojado?
—Déjame en paz, James— dijo, mientras su voz se quebraba.
—¡Ja! ¡Estás pasando por la pubertad mientras hablamos! Veamos si puede levantarse— rugió James mientras tiraba con fuerza de la toalla, exponiendo su cuerpo desnudo. Frederick se acurrucó y buscó ciegamente cualquier cosa para cubrirse— ¡La perra de tu hermana no puede salvarte ahora!— James tomó toda la ropa de su casillero y salió corriendo del vestuario. Frederick se sonrojó furiosamente y corrió hacia uno de los cubículos del baño, con lágrimas corriendo por su rostro, permaneció allí hasta que vio las zapatillas desgastadas de su maestro afuera del cubículo.
—Debes ir a clase— dijo con severidad.
—No puedo—dijo con la voz quebrada.
—¿Por qué no?
—James tomó mi ropa
—Déjame traerte una toalla— dijo con exasperación. Tomó una y se la arrojó en el cubículo, él abrió el cubículo y miró el suelo de baldosas— ¿Sabes dónde puso tu ropa?
—N
—Conseguiremos un uniforme de gimnasia de repuesto.
Él arrugó la nariz, esos uniformes eran de alquiler. Lavados una vez al año. La idea de los gérmenes de otros niños en su cuerpo le provocó malestar estomacal. El entrenador le entregó un montón de n***o y gris, se puso el repugnante uniforme y regresó a su casillero. Sus libros estaban esparcidos por todo el vestuario, fueron pisoteados y puestos en el fregadero.
—¡Frederick! Ven aquí y dime lo que pasó.
Él dejó escapar un suspiro y recordó toda la sórdida historia de James y su enfermiza fascinación por verlo desnudo.
¿Quizás le gustaban los niños más que las niñas?
El rostro de su maestro se puso cada vez más rojo mientras explicaba lo sucedido. A mitad del siguiente período, fue excusado y fue a su siguiente clase. Después pasó por la oficina y llamó a su mamá para pedirle ropa nueva.
Luego de ese fatídico día, la administración nunca obligó a los estudiantes a ducharse después de educación física. James fue expulsado y él fue excusado de educación física por el resto del año. En cambio, tomó una clase extra de informática.
XXX
Chicago: Escuela secundaria: último año
—¡Fuiste premiado como el mejor estudiante! ¡Podrás dar un discurso!— Su hermana chilló.
—Odio hablar en público— dijo con su voz sedosa. Sus ojos miraron fijamente a su hermana pequeña. Ella saltó sobre las puntas de sus pies, haciendo que su falda de animadora rebotara junto con ella— No les importa lo que tenga que decir. Sólo soy el nerd del que se burlaban durante toda la escuela.
—Fred, no eres un nerd— dijo ella mientras ponía las manos en las caderas.
—La mitad de mis clases son cursos de nivel universitario. Podría haberme graduado cuando estaba en segundo año. Uso anteojos y toco en la orquesta. Soy el epítome de nerd— dijo, mientras agitaba su mano sobre su cabello despeinado— Si diera un discurso, probablemente me pondría tan nervioso que expulsaría mis alimentos en el podio.
—Vomitarías Fred
—Sí, pero me niego a usar ese léxico
—¿De qué carajo estás hablando?— Tomy estalló. Había crecido y era casi del tamaño de la Torre Sears. Sus ojos color avellana miraban fijamente a su molesto e inteligente hermano menor— ¿Léxico? ¿Estás hablando en lenguas?
—No— suspiró Frederick— Pensé que no estarías en casa durante el verano. ¿Cuándo volviste?
—Anoche, muy tarde. Tuve que despedirme de mis amigas— dijo con un sugerente movimiento de cejas— Todas esas chicas universitarias atractivas. Además, quería estar aquí para la graduación de la pequeña elfo.
—¿Pequeña? No lo soy
—Sí, lo eres. Puedo meterte en mi bolsillo— se rió.
—También es mi graduación— dijo Frederick en voz baja.
—No me importas, no mereces mi tiempo.
—¡Tomy, sé amable! Él es nuestro hermano y deberíamos amarlo. Yo lo amo demasiado.
—Tienes que hacerlo. Compartiste el maldito útero con él, tienes esa extraña cosa de gemelos. Sólo tengo que ser un poco cortés cuando estén nuestros padres presentes.
Frederick pasó junto a ellos. Subió corriendo las escaleras y entró en su habitación, cerrando la puerta de golpe. Las lágrimas cayeron por sus mejillas.
—Te odio, Tomy. Un día... entenderás lo que es ser objeto de burlas y dolor.
Sus compañeros de clase los podía manejar, ya no pasaba el día llorando. Simplemente centró su atención en sus estudios o su música. Tomó una sobrecarga de clases. Toda la debacle de James en séptimo grado le eximió de educación física. Vivía en la biblioteca o en la sala de la banda. Tocaba el oboe o el fagot. Aprendió a tocar por sí mismo y audicionó para la banda. Entró en la mejor banda del lugar cuando era estudiante de primer año, sin experiencia en orquestas. Él todavía tocaba el piano. Cuando la sala del coro estaba abierta, estaría allí.
Sin embargo, su familia. Su hermano, no podía manejarlo. Cuando se burlaba de él, se transformaba en ese niño asustado. El niño que necesitaba que su hermana pequeña lo defendiera.
Quería confianza. En ciertos aspectos, la tenía. Podía hablar bien y era extraordinariamente educado. Sin embargo, sus compañeros se burlaban de él por el respeto que tenía hacia sus profesores, el se burló de cómo los trataban sus compañeros. Sus maestros fueron la gracia salvadora de la escuela. Se las arreglaron para hacer que se sintiera especial. Lo desafiaron con su trabajo de clase. Era un estudiante diligente. Obteniendo sobresalientes. También obtuvo la aceptación en el MIT con una beca completa. Incursionó en las computadoras y construyó la suya propia. Otra cosa que aprendió él mismo. Ser un maldito genio tiene sus ventajas. Quería especializarse en tecnología informática y programación. Algo que podría hacer desde la privacidad de su propia casa. El programa del MIT ofrecía la oportunidad e iba a aprovecharla.
También tenía confianza en su música. De formación clásica en piano y autodidacta en fagot, oboe, guitarra y mandolina. También podía cantar, pero preferiría no hacerlo.
Abrió la cerradura de su habitación y caminó hasta su piano. Empezó a interpretar a Rajmáninov. Una elección perfecta cuando no estás contento. Cuando estás enojado.