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SOÑADORES - VIVIENDO OTRAS VIDAS

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1. DESEO
Nuevamente soy la última en salir de la oficina, así que, aunque no me gusta, debo caminar sola hasta la parada del bus. La helada noche capitalina enfría mis mejillas y hace que, por un momento, frote enérgicamente mis manos para después guardarlas en los bolsillos de la chaqueta. Mi mente está ahora fija en el premio que me espera al llegar a casa, y eso hace que el camino se sienta más largo. Lo he dejado esperando todo el día en mi casa y, si la memoria no me falla, está sobre mi cama, ansioso de que yo le ponga las manos encima. Cuando lo vi, fue casi amor a primera vista. Suena emocionante, excitante, ¿verdad? Sé que son tantas las sensaciones que me podría generar, que es incluso un deleite morboso esta anticipación. Es increíble todo lo que puede ocasionar tener un libro en las manos, acariciarlo con los ojos y recorrer por primera vez la suavidad de su carátula con mis dedos para después degustar aquel exquisito aroma que emiten cuando son nuevos. Esta necesidad solo es generada ante la certeza de que, entre esas páginas, se encuentra el hombre que me hará suspirar por los siguientes días o incluso meses, y por el cual los hombres existentes en mi realidad carecen de gracia suficiente. Sé que esto solo podrá ser comprendido por otra ávida y enamoradiza lectora de romance y magia, como yo. Llego por fin al apartamento, y lo primero que sale a volar son mis zapatos de típica oficinista, seguidos por mi bolso. Una vez que lo tenga en mis manos, no quiero interrupciones, así que defino mi ruta de acción tratando de optimizar el tiempo, pues soy consciente de que, en relativamente poco, mis párpados pesarán, presa del cansancio de todo el día, y seguramente, sin darme cuenta, la cita con mi amado terminará. Entro al baño, me pongo la pijama, preparo algo rápido para comer e, inmediatamente después, ya estoy en mi cama, entre mis calientes y mullidas cobijas, con mi precioso en el regazo. La crítica que encontré en t****k fue tan buena sobre este libro que no dudé un instante en sacrificar el poco dinero que me quedaba este mes para poder tenerlo en físico. Jonathan Felipe Reynold es el hombre por el cual suspiro esta semana. Es un príncipe por rango y educación, descrito de forma tan magistral por la autora que, gracias a eso, anoche tuve un sueño más que interesante con él. Así que aspiro a repetirlo o, mejor aún, continuarlo. En el sueño, corro siguiendo la orilla de un lago, pero hacerlo es difícil, no solo por el viento soplando, revolviendo mi cabello y dificultando mi visión, sino también por el largo vestido que me enreda al caminar. Alguien viene, alguien me sigue de manera desesperada, y, aunque no le temo, sé que dejarme alcanzar acarrearía un gran problema. Así que, tratando de mantener el paso, pierdo uno de mis zapatos y maltrato mi pie en el proceso de huida. Obviamente, sin dificultad, aquel hombre me alcanza y, al mirarlo, un sonido lastimero escapa de mis labios y sigue escapando mientras me toma entre sus brazos y me pega a su pecho. Susurra palabras suaves a mi oído tratando de calmarme y, poco después, besa mi frente para, posteriormente, seguir con mis mejillas y luego jurarme que romperá su compromiso con la princesa Isidora por mí. Dice que no le importa el problema diplomático y la posible guerra que eso genere, pero realmente soy yo quien no cree valer un sacrificio así. Sus manos sujetan de forma dulce mi rostro, para darme un beso suave que no respondo, pero al cual tampoco opongo resistencia. Sus ojos color miel me miran con tanta intensidad que aceleran aún más mi corazón y calientan mi rostro. Me siento tentada a mostrarle abiertamente lo que anhela mi corazón, pero eso no es propio de una dama, menos estando solos junto al lago y bajo la complicidad de la luna. De pronto, algo cambió, ocasionando el estallido de mi burbuja. ¿Por qué estaba llorando? ¿Acaso me estaba creyendo la protagonista del libro? Tal parece que sí, pero acabo de recordar que soy Monica Andrea Cadena y esto solo puede significar que estoy nuevamente soñando. Escondo una vez más la cabeza en su pecho y junto duro mis labios, tratando de esconder la sonrisa que amenaza con salir a brillar. Mi conciencia está despierta, gritándome que esto no es real, así que pienso aprovecharlo. Al fin y al cabo, lo que pase en un sueño se queda en el sueño, ¿verdad? Aun sabiendo que, en las novelas de este estilo, una dama debe hacerse desear por el príncipe por un largo rato para así ganar realmente su corazón, decido permitirle a mis manos deambular por su esculpido pecho (según descripción de la autora) y deslizar mis uñas por su espalda, deseosa de entregarle algo más que mi corazón. Creo que ha quedado claro que la yo real no tiene mucho de dama. No me importa, estoy soñando y disfrutando de mi fantasía, ¿cuántas lectoras no morirían por tener una experiencia así? Conozco la respuesta y eso me genera aún más satisfacción. Ante mi toque, sus labios buscan nuevamente los míos, pero ahora con una energía diferente, con un ímpetu que promete la evolución del momento a uno mucho más fogoso y, por ello, emocionante. Ahora, un suspiro escapa de mis labios y una sonrisa traviesa se filtra por los suyos. Creo que la entidad que regula los sueños juega conmigo, pues ahora estando sus manos a milímetros de tocar mi pecho, la bendita alarma del celular suena, trayéndome de regreso a esta odiosa realidad en la cual no tengo un príncipe; una realidad en la que debo salir temprano de mi cama para trabajar en algo aburrido y a duras penas tener lo necesario para subsistir. Abro los ojos con frustración y apago la alarma. Créanme cuando les digo que mi cuerpo reaccionó maravillosamente a lo que mi mente le decía que estaba pasando, así que eso me obliga a terminar sola el trabajo. Cierro los ojos y trato de traer una vez más a mi mente ese tacto y el olor de ese cuerpo mientras me acaricio y exploro hasta alcanzar mi liberación. Ahora sí, debo tomar rumbo al baño, estando algo más motivada para afrontar una realidad que carece de príncipe, pero en la cual abundan los villanos con cara de sapo.

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