Capitulo Cuatro

986 Words
Novosibirsk, Rusia. Misael camina al instituto, es su último año y debe tener las mejores calificaciones y asistencia o de lo contrario no podrá obtener la beca para viajar a Alemania a estudiar. Sus padres tienen demasiados gastos como para sustentarlo mientras esté fuera del país y trabajar no es una buena opción sin que se refleje en sus notas. La nieve cae en abundancia, las calles están abarrotadas de ella y no hay ni un alma en esos momentos. La seis de la mañana en punto y él debe caminar lo más rápido posible o no llegará a su entrenamiento de esgrima.  El instituto al que asiste alienta a sus alumnos a probar, estudiar y practicar materias internacionales e incluso las pasantías las hacen en países limítrofes. -—Es ridículo, soy la persona más veloz del planeta y no puedo usar mis habilidades porque mi madre cree que debo caminar—- dice molesto mientras frota sus manos. —-Aunque no tiene porqué enterarse. Y tan rápido como sus piernas le permiten se lanza a la carrera, parece no pasar los segundos mientras él mueve sus piernas, la estática que crea la fricción en el suelo deja ver chispas y rayos, el muchacho ríe engreído y acelera aún más. En dos segundos calculados por reloj él se encuentra en la entrada del edificio educativo. Sus zapatillas deportivas están totalmente desgastadas, su cabello azabache tiene ligeros mechones plateados y se encuentra totalmente alborotados, y sus ojos turquesa están resecos por el aire. -—A la próxima debo traer mis gafas. Mis ojos parecen dos pasas de uva-—dice entrando al baño para cambiarse. -—Señor Petrov, lo necesitan de inmediato en la sala de conferencias-— anuncia la secretaria al verlo aparecer. El chico extrañado camina por los corredores, intenta recordar si ha hecho alguna travesura estos días, pero no ha sido así. Tiene buena relación con sus compañeros de clase, los maestros jamás se han quejado de él y sus fiestas de fin de semana jamás interrumpen con sus estudios. La puerta está entreabierta, varias personas se encuentran en la sala, no sólo la directora Pimenova sino que un grupo de oficiales que no logra reconocer su uniforme esperan impacientes. -— ¿Querían verme?-—el chico se acerca y los guardias lo escoltan. -—Misael Petrov, quiero ofrecerte una oportunidad única en su tipo. Quiero que trabajes con nosotros—- una mujer esbelta de cabello rojizo le sonríe. — ¿Quién es usted y qué tipo de trabajo?-—el chico se siente incómodo con los oficiales sobre él. -—Mi nombre es Maritza Wallace, soy Agente Federal de los Estados Unidos de América. Quiero que me ayudes a reclutar a más chicos como tú, distintos, especiales.-— la mujer toma asiento. -—No sé de qué está hablando señora, soy como cualquier chico normal de dieciocho años que intenta tener buenas calificaciones-— encogiéndose de hombros el pelinegro evade el tema. -—Misael, sé que eres especial. Corres a la velocidad de la luz e incluso aún más rápido, eres capaz de crear energía debido a esto. -—explica sonriendo la mujer—- y sé que no eres un chico normal, eres un metahumano. — ¿Metahumano? ¿Acaso usted me ha estado observando?-—el chico no puede creer lo que oye. —Desde que tienes diez años te hemos vigilado día y noche–- responde la pelirroja. —-Verás, hace veinte años se produjo la tan conocida Tercera Guerra Mundial y debido al bombardeo nuclear muchos murieron. Pero hubo humanos que se adaptaron a esa radiación, su ADN mutó y evolucionaron; eso es lo que llamamos metahumanos querido. Tienen habilidades y capacidades especiales, superiores a las de los demás, y por ello quiero reclutarlos para que conformen un grupo que pueda mantener segura a la humanidad. -—No puede ser... Soy un ser superior -—dice sonriendo Misael. -—Si aceptas irás tras los que serán tus compañeros, el grupo se conformará por seis integrantes. —- dice Maritza dándole un pequeño cuaderno dónde la información de todos y cada uno de sus compañeros está registrada. — ¿Sólo seis?-— pregunta ojeando el cuadernillo. -—Sí, son los únicos que hay por el momento.-—responde poniéndose de pie. — ¿Por qué me buscó primero?—- pregunta confuso. -—Porque tienes capacidades de liderazgo por lo tanto estarás al mando. De ti depende que tus compañeros sean reclutados con éxito antes de que los rebeldes quieran asesinarlos. —-explica paciente. —Lo haré, quiero encontrarlos e impedir que algo malo les suceda. Además, estarán a salvo— dice convencido el muchacho. Las instrucciones son dadas, el chico viajará en busca de su primer compañero. Antes tendrá una semana de entrenamiento intensivo, un suboficial lo acompañará en su misión mientras la encargada de su tarea habla con sus padres. Misael piensa que será un héroe y que salvará vidas, que sus compañeros se unirán a él sin pelear. Lo que él pelinegro no sabe es que no todos sus futuros amigos viven de la manera en que él lo hace, no todos están cómodos con sus habilidades y no todos tienen las mismas oportunidades que él. En un mundo dónde lo extraño es malo y desechado, éstos chicos buscan la manera de seguir adelante, de llevar una vida normal e incluso de honrar a sus padres.  Misael no tiene hermanos ni ningún otro familiar que no sea sus padres, le hicieron prometer que no usaría su velocidad en frente de los demás niños, ni en la escuela ni en ningún lado. Pero la naturaleza puede más que las reglas, y el chico ha logrado hacer cosas inimaginables con sólo desafiar las órdenes de sus progenitores. Todo tiene un precio a pagar, a la larga o a la corta y él lo entenderá de una manera que no imagina. Su próxima parada es en México, país al cuál irá en su primera misión e intentará convencer a un chico de unirse a su bando. Allí aprenderá cómo su país de origen es tan diferente al nuevo, y no sólo eso sino que deberá ser lo bastante convincente como para que Carlos no lo haga volar por los aires y haga que se arrepienta de haber aceptado dicha tarea.
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