Capitulo Uno

953 Words
San Jacinto, C.A. Estados Unidos.   Jamie Wilows, una niña de ocho años camina de regreso a su casa, el colegio ha terminado ya y las vacaciones prometen ser tan aburridas como siempre. El cielo parcialmente nublado no hace más que deprimir a la pequeña quién decide desviarse del camino e ir a la plaza más cercana a su casa. Los juegos infantiles están llenos de niños que se divierten, sin pensarlo más se une a ellos lista para la diversión. Pero no todo es como uno quiere, Jamie posee algo que deja a todos helados y por lo general sufre de maltratos por ello. La pequeña morena tiene los ojos color ámbar, casi de color amarillo, una mutación genética totalmente rara e inexistente en algún otro ser. Los niños la observan raro, no es nuevo para ella entonces decide ignorarlos, pero lo que ella no sabe es que la naturaleza del ser humano es atacar aquello que no conoce, que no entiende y que es diferente a él.   ­-¡Oye! Mejor vete deforme- uno de los niños le impide el paso a los juegos.   -No soy deforme, soy tan normal como tú- responde la niña.   -¿A sí? Yo no tengo los ojos raros- se burla el pequeño rubio.   -Eso es porque eres un patán y un descerebrado- Jamie grita furiosa.   Ambos niños se enfrascan en una pelea la cual ningún adulto puede parar ya que no se encuentran cerca. El rubio cuenta con la ayuda de los demás jovencitos, y todos pelean contra la morena. Las cosas hubieran sido diferentes si pudieran llevarse bien, si no hubiera tanta discriminación en el mundo, si todos se aceptaran tal y como son. Los ojos de Jamie brillan intensamente, sus manos arden y su cuerpo hierve por la emoción del momento, de sus palmas se extienden llamaradas de fuego que se expanden a lo largo y ancho de su cuerpo. Todos los niños salen heridos, corren en busca de sus madres y padres, quemaduras por todos lados y una Jamie asustada y con su ropa deshecha por el fuego.   -¿Jamie? ¡Por el amor de Dios! ¿Qué sucedió con tu ropa?- su madre es la primera en sorprenderse al verla entrar en la casa.   -Lo lamento mamá- la niña se hecha en los brazos de su progenitora y llora.   -¡George! ¡Ven rápido!- la madre llama a su esposo desesperada.   Luego de una charla extensa ambos padres piden a su hija que muestre lo que sucedió, es normal que quieran pruebas sobre el relato de la pequeña. Sin esperar a que se lo pidan nuevamente se coloca frente a ellos, con un simple movimiento de manos estas se encienden en dos pequeñas llamas. El asombro en el matrimonio es demasiado, ¿Desde cuándo su pequeñita puede hacer eso? ¿Qué pasará cuando el pueblo se entere de ello? ¿Y si ya lo saben? ¿Y si los niños que la atacaron ya lo han informado? No cabe duda que vendrán por su hija, no les queda otra opción que marcharse de allí. Huir. Proteger a su hija es la mejor opción que tienen en estos momentos.             Novosibirsk, Rusia.   Misael Petrov a la edad de once años descubrió que era diferente al resto de los niños de su comunidad. Un chico listo y amoroso, con excelentes calificaciones en la escuela y grandes expectativas para el futuro, jamás hubiera imaginado que un simple juego de carreras le haría saber de lo que era capaz.   -Vamos Misael, compite conmigo- decía su mejor amigo.   -¿Ahora? En verdad estoy cansado y quiero regresar a mi casa- responde el pelinegro.   -No seas cobarde, será sólo una carrera y el que pierda se queda con Marianne- dice su amigo como último recurso.   Misael sonríe en señal de aprobación y se posiciona, a ambos chicos les gusta su compañera de clases y para no terminar peleados deciden resolverlo con esta carrera inofensiva. El silbato suena y ambos corren, a toda marcha, lo más rápido que sus piernas les permiten. Atraviesan el parque nevado, doblan en la esquina siguiente y es cuando Misael comienza a perder el liderazgo de dicha competencia. A unos metros se ve la línea de meta, sus amigos y compañeros victorean a más no poder, un grupo con Misael y otro con su rival. Temeroso de perder y hacer el ridículo el chico saca de lo más profundo de su alma la fuerza de voluntad para correr y sobrepasar a su amigo, de tal manera que su velocidad excede los límites conocidos. Llega a la línea de meta en cuestión de milisegundos, a tanta velocidad que cae en plena carrera y da varias volteretas antes de estrellarse entre la fría nieve que cubre el césped.   -¡Por Dios, Misael!- gritan sus compañeros y algunos lo observan raro.   Su carrera dejó huella en el pavimento, y en su cabello, varios mechones blanquecinos se esparcen por su azabache cabello. Nadie puede creer lo que vieron, corrió a una velocidad sobrehumana, más rápido que la misma luz. Al ponerse de pie ve como todos los niños se alejan de él, se asoma al estanque congelado y su reflejo lo impresiona. Pero no tiene miedo, claro que no, es un niño especial, siempre lo ha sido. Vuelve a su casa, sus padres no saben nada y así se quedará, en secreto. Con el pasar de los días aprende a controlar esa velocidad y usarla a su favor, nadie puede alcanzarlo, nadie puede detenerlo, nadie es mejor que él. Su nueva apariencia le brinda popularidad y diversión, logra convencer a los demás de que todo estuvo planeado y fue un juego nada más.   Misael y Jamie descubren de qué son capaces a edades tempranas, cada uno con una historia diferente, cada uno con decisiones diferentes pero un mismo destino; sobrevivir a lo que vendrá. Pronto serán jóvenes adolescentes y tendrán que ser inteligentes y valientes para no morir en el intento y mantener unido un equipo difícil de controlar.    
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