Sacó las tres transcripciones del expediente y las revisó metódicamente. Cada una comenzaba con la típica palabrería administrativa: código de identificación del agente, código de identidad del oficial, fecha y hora; todo era parte de los minuciosos detalles de operación de una estación del SIS en el extranjero. Rowlands los ignoró; los conocía de memoria. Era el texto lo que buscaba con la esperanza de que aportara alguna pista sobre las intenciones del hombre y tal vez revelara por qué había sido asesinado con tanta violencia.
La primera comunicación se había recibido hacía menos de cuarenta y ocho horas y para el experimentado ojo de Rowlands, Dobos había actuado arrogante y demasiado presumido. Como si tuviera una buena mano en el póquer y no pudiera esperar para decírselo al resto de
