CAPÍTULO TRES Hay momentos en casi todas las operaciones de Inteligencia, en que interviene el destino y les entrega a los agentes un enorme ramo de buena y antigua suerte. No hay cómo saber cuándo llega, solo que en las ocasiones cuando todo parece estar en su peor momento, y con toda esperanza perdida, el santo patrono de los espías parece entregarles una pista, la foto, la fuente o la información que todos están esperando. En el caso de la Operación MAZO, se la dio a Nicole Quayle, una agente de campo en ciernes. Tuvo la buena fortuna de detenerse y mirar hacia una pequeña boutique, que publicitaba tener vestidos de última moda. La brisa había arreciado a lo largo de la costa, refrescando el aire y el paseo por las tiendas que vendían vestidos, maquillaje y joyería de moda le había da