Siento los leves rayos de luz que se filtran por la ventana gracias a que no cerré las cortinas, en mis ojos. Estoy un poco desorientada y sé que mis ojos deben estar un poco rojos por las pocas horas que he dormido. Bostezo incorporándome en la cama y miro la habitación. El causante de despertarme es el timbre que es tocado con insistencia. Miro la hora, las 9:40AM. Me levanto colocándome unas pantuflas en el proceso y camino como zombie hacia la puerta, la abro molesta porque quería dormir todo el día ya que no tengo que trabajar hoy.
La sonrisa característica de Sesshomaru es lo que me recibe y una mirada ardiente que recorre mi cuerpo despacio. Me miro y entonces recuerdo que solo traigo puesta una camisa que apenas y cubre mis bragas rosadas. Ignoro eso, porque no voy avergonzarme de mi cuerpo cuando me siento muy confiada de él. Además, sé que Sesshomaru se burlaría y seria su diversión si actúo avergonzada.
—¿Qué haces aquí?—pregunto dejando que entre y corro a la habitación colocándome un pantalón corto.
—Esa fue una buena manera de recibirme—dice con una sonrisa ladeada—¿Dónde está Ayumi?—pregunta con una sonrisa. Mi mirada cae en las bolsas que trae y arrugo mi entrecejo.
—Está en su habitación—respondo con tranquilidad—¿para que la necesitas?—pregunto cruzando los brazos.
—¡Vamos a tener un maratón de My Little pony!—chilla con emoción y una carcajada sale de mis labios.
—¿Sesshomaru?—la voz de Ayumi no pierde diversión—entonces de verdad vamos a tener un maratón—murmura sonriendo.
—Vamos, traje golosinas, ¿te nos unes preciosa?—pregunta con naturalidad.
—No, tengo sueño, pero disfruten. No hagan mucho ruido por favor, estoy agotada—Ayumi toma las bolsas y las lleva a su habitación.
—Entonces descansa—me abraza y todo lo que pasa entre Sesshomaru y yo es tan extraño. Actuamos como una pareja cuando no lo somos y lo peor es que no me molesta ni incomoda. Es como si estar así con el fuera lo más normal.
Confío en él y no me aterra hacerlo. Sé que llevo poco tiempo conociéndolo, pero él es tan perfecto. Con cada acción que hace me enloquece.
—Está bien—me mira y sonríe.
—Más tarde iremos a casa de mi hermano, temo que mi cuñada y el estén destruyendo la mansión—una sonrisa se extiende por mi rostro.
—Ellos son algo lindo de ver—contesto.
—Hermoso si te gusta ver cadáveres—Ayumi vuelve y él deja un casto beso en mis labios.
—Descansa—asiento y él suelta un gritico al entrar a la habitación de Ayumi.
—El mejor maratón—grita desde adentro y niego divertida. No sé de donde salió Sesshomaru, pero agradezco porque desde que él está cerca de mí es como una nueva aventura cada día.
*****
Me sorprende ver la mansión en la que vive Inuyasha. Esta casa es enorme.
—¿Él vive solo?—pregunto caminando junto a Sesshomaru.
—Si—me responde abriendo la puerta.
—¿No se siente muy solo?—se encoje de hombros en respuesta.
—¡¿Qué es esto?!—el grito de Sesshomaru alerta a los dos niños que al parecer jugaban con agua.
—Mi casa—se lamenta Inuyasha.
—¿Cuánto tiempo tienen aquí?—pregunta Sesshomaru—¿media hora?, ¿una hora?—ambos se quedan en silencio.
Ellos se acusan mutuamente hasta que Sesshomaru propone quedarnos aquí para que no destrocen la casa. Sugiero secar la casa e Inuyasha dice que está enfermo. Kagome pone música y nos disponemos a limpiar el gran desastre que es esta gigantesca casa.
Cuando terminamos mi espalda me mata. Los tres caemos muertos del cansancio. Kagome propone hacer la cena y yo la acompaño, pero al estar hablando dejamos quemar la cena y nuestro último recurso es pedir pizza.
Inuyasha molesta a Kagome sobre ella lanzándome al lado oscuro mientras comemos la pizza. La canción de Becky G mayores hace que ambas saltamos para bailar como locas. Es refrescante estar cerca de Kagome, es una chica tan energética y llena de vida que es casi imposible que te cae mal. Los hermanos Taisho nos miran como si estuviéramos poseídas por un demonio.
Canto parte de la canción y bailo pésimo y fracaso en mi intento de ser sensual. Kagome continua mi baile. Inuyasha dice que ya es hora de dormir y Kagome se va con él.
Sesshomaru me mira con una sonrisa.
—Creo que es hora de que me hagas mi baile privado Rin—muerdo mis labios y miro hacia arriba para ver si Kagome o Inuyasha siguen allí. Suspiro con alivio al ver que no hay rastro de ellos.
—¿Quieres un baile privado?—le pregunto despacio mientras me lamo los labios.
—Si—susurra Sesshomaru tentándome.
—Consígueme algo con lo que dormir y llévate esta ropa para que la laves—le guiño un ojo y sin esperarlo Sesshomaru se levanta y me toma como un saco de patatas haciendo que suelte un pequeño grito.
—Qué lindo se ve tu trasero—murmura y yo gimo de sorpresa cuando me acaricia el trasero.
Sube por las escaleras y nos encamina a una habitación. Ya adentro me baja mientras busca cosas. Aparece con una camisa gigante y una toalla.
—Esto ¿dormiré sin nada debajo?—pregunto lamiendo mis labios.
—Prometo controlar mis manos—dice con una pequeña sonrisa.
—Dame eso—adentro del baño me despojo de toda mi ropa y se la paso. Sesshomaru no mira adentro respetando mi espacio, lo cual agradezco. Me meto en la ducha y duro un tiempo considerado limpiando mi cuerpo. Me seco bien y coloco la camisa. Me llega a las rodillas, pero aun así no tengo nada de ropa interior, lamo mis labios.
Cuando salgo Sesshomaru no está por lo que busco mi bolso que se encuentra encima de la cama. Tomo mi celular y le dejo un mensaje a Ayumi haciéndole saber que estaré aquí hasta mañana.
Sesshomaru aparece luego de un rato con el cabello húmedo, lo que me deja saber que tomo una ducha en otra habitación. Trae un pantalón holgado y una franela. Sus músculos se notan demasiado.
—Estoy cansada—le digo en medio de un puchero. Sesshomaru sonríe y me da un beso de pico.
—¿No habrá un baile privado para mí?—pregunta y me río.
—Otro día, prometo ver vídeos en YouTube para que estés satisfecho—le guiño un ojo.
—Entonces vamos a dormir—subo a la cama y por un momento me olvido que no llevo bragas y camiseta se me levanta un poco—o no—dice Sesshomaru.
Él se acerca de manera peligrosa a mí y yo retrocedo en antelación. Cuando llega a mí sus manos van a mis caderas para sujetarme mientras su rostro se alza en busca de mis labios, pero antes de llegar a ellos su lengua sale en busca de mi mentón, tiemblo al sentirlo, es como si me sedujera.
Sus dedos se clavan en mis caderas y suspiro despacio, es un juego, no me toca como quiero, solo hay demasiados juegos y no quiero eso, quiero que Sesshomaru me toque hasta perder el control de mi cuerpo y palabras.
—Bésame—le ordeno y sus ojos me miran, sus pupilas dilatadas me encienden como si él fuera gasolina y yo el pequeño fuego que lo hace encender. Trago en seco sintiendo como mi cuerpo se estremece cuando sus labios rozan los míos de manera lenta. Se toma su tiempo para enloquecerme.
Sesshomaru me está haciéndome caer en un infierno que considero el paraíso, él está haciendo cosas peligrosas con mi razón, pero en vez de sentirme asustada, solo me siento expectante a lo que pasara con cada cosa que él hace.
Suspiro cuando sus labios acarician mi cuello, quiero que me bese, pero me gusta este juego. Sin soportarlo más tiempo levanto mis manos a su nuca haciendo que mis labios choquen contra los de él. Jadeo al sentirlo y muevo mis labios con destreza sobre los de él. Joder, se siente increíble besarlo.
Sesshomaru me hace retroceder hasta que mi cabeza cae en las almohadas y Sesshomaru encima de mi cuerpo, la camiseta sube hasta mi cintura y Sesshomaru mueve su cadera haciendo que choque contra mi entrepierna. Un gemido se escapa de mi garganta y lamo mis labios.
Sesshomaru juguetea con mi labio inferior mordiéndolo y luego lamiéndolo para que luego se pierda entre sus labios. Hace este movimiento por lo menos cinco veces antes de que delinee sobre mis labios una fina línea y eso me haga abrir los labios.
Su lengua se pasea con una elegancia que me hace retorcerme bajo su cuerpo. Cuando mi ansiosa lengua llega al reencuentro me emociono y levanto mis caderas para que su entrepierna choque con la mía.
—Mierda Rin—susurra mientras una de sus manos queda en mi cuello. No comprendo porque no estamos desvestidos y follando como conejos.
Me separo jadeante de Sesshomaru para mirlarlo a los ojos. Lamo mis labios tratando de regular mi respiración. Sus labios están inflamados y sus ojos parecen del dorado más oscuro que he podido apreciar.
—¿Por qué aún hay ropa?—pregunto y él se ríe.
—Porque no pensé que nos iríamos a quedar y no traje condones ¿tomas algún anticoceptivo?—niego comprendiendo.
—¿No se supone que los hombres siempre llevan un condón milagrosamente?—pregunto divertida.
—¿No se supone que las mujeres siempre usan algún anticonceptivo?—pregunta de vuelta Sesshomaru.
—Bien punto—él sonríe.
—Entonces deberíamos hablar, porque en lo único que pienso es en levantar esa camiseta y follarte como un animal—asiento peinando mi cabello con mis dedos.
—Tenía un gato cuando niña—y de esa manera Sesshomaru y yo ignoramos la excitación que hay en nuestros cuerpos. Cada vez es más difícil ponerle un alto a este hombre.