Capítulo 16

1700 Words
Respiro con tranquilidad mirando a Kagura, no es raro que la vea ya que parece un chicle pegada a los hermanos Taisho. Lo extraño es verla justo en la puerta de mi casa mirándome con cara de desagrado. Si mi mente no me falla me bañé esta mañana. Kagura es una chica preciosa, no voy a negar eso. Si se diera más amor propio, tal vez, y solo tal vez, ella no me habría desagradado tanto. —Es una sorpresa tenerte aquí Kagura—digo cruzando mis manos a la altura de mi pecho. Sus ojos me miran agotados. —Créeme, esta visita no durará mucho—asegura alzando su barbilla. —¿Quieres pasar?—pregunto aparatándome para que ella entre. Sus tacones chocando contra el suelo me indican que responde sin palabras, espero y no quiera decirme cosas groseras como la última vez que estuvimos a solas. Lo menos que quiero ahora es tener un malentendido con la chica hormonal ignorada. —Lindo lugar—dice con sus labios perfectamente pintados de rojo. —Gracias—murmuro dejando caer mi peso en el pie derecho. —Bien—murmura y la veo tomar aire—Sesshomaru te engañó, no me gusta lo que hace, por eso vengo a decirlo—una sonrisa involuntaria se asoma en mi rostro. —Claro—digo con tranquilidad. —Supuse que no me creerías—dice sentándose en el mueble—hace una semana y media que no lo has visto ¿cierto? Y los mensajes de textos no cuentan—muerdo mis labios y arrugo mi frente. ¿Cómo Kagura sabe eso? Volvimos de Grecia y todo era más que perfecto, pero últimamente Sesshomaru tiene mucho trabajo y gracias a eso no hemos podido tener tiempo para nosotros. —Deja de acosarlo—digo rodando los ojos—confío en Sesshomaru, él no sería capaz de engañarme y mucho menos de mentirme—ella muestra sus perfectos dientes blancos y saca un sobre. —Hay tienes la prueba de que el gran Sesshomaru nunca,—se acerca hasta estar frente a mí—nunca estará con una sola mujer—cansada de escuchar sus estupideces saco lo que hay en el sobre—no sabes cuánto quise que llegara este momento—miro las fotos donde Sesshomaru aparece acostándose con... mi alma cae al suelo al darme cuenta de que es Sara. —Ellos tuvieron su aventura antes. ¿Cómo me aseguras que con actuales las imágenes?—ella me sonríe. —¿Reconoces la medalla que lleva en su cuello?—mis ojos se abren. —La medalla que le regalé—susurro despacio. —Estoy feliz. Tú y la maldita mosca muerta de Kagome creyeron que ellos le serian fieles, pero que equivocadas están—ella sonríe con suficiencia—Sesshomaru no es de nadie más que mío. ¿o no te contó que fuimos pareja y estuvimos a punto de contraer matrimonio?—levanto la mirada, Sesshomaru jamás me comentó eso—¿sorprendida? Mira la siguiente foto—mis piernas tiemblen al darme cuenta que ahora es ella quien aparece teniendo sexo con él, y ahí está la medalla nuevamente, mis ojos se inundan de lágrimas que contengo. No le daré la satisfacción a Kagura de verme llorar—fue fogoso, ya veo porque sigues con él, claro, aparte de su dinero. Pero ahora él volverá a mí, nos vamos a casar y eso nadie lo impedirá esta vez. Mi mano cruza su cara sin que se lo espere. La tomo del cabello escuchando como gime de dolor para luego lloriquear. —Debería darte vergüenza acostarte con un hombre ajeno. Das asco como mujer—la saco de mi departamento y dejo algunas hebras de su pelo en mis manos—largo de mi casa o te saco los ojos maldita víbora—no sé qué expresión tengo, pero debe asustarla ya que sale corriendo. Cierro la puerta y con ella le doy paso libre a las lágrimas que caen sin control. Sesshomaru no pudo hacerme esto, él no me pudo mentir. No cuando yo le confesé todo, abrí todo para él en mi vida. Respiro hondo, no sacaré especulaciones sin antes hablar con él. Recojo las imágenes y las devuelvo al sobre. Ven a mi departamento esta noche... Te espero. Le envío el texto. Cierro los ojos, que todo sea falso Sesshomaru. *** El timbre es tocado con insistencia. Cuando abro la puerta me sorprenden esos labios que tanto deseo y adoro. Sesshomaru me besa con desenfreno y yo lo beso igual, mierda, amo a este hombre. Sus manos toman con posesividad mi cintura haciendo que ingrese a adentro y él cierre la puerta. Gimo al sentir su lengua juguetear con la mía. Cuando él tiene suficiente de mi boca entonces la libera. —Hola preciosa—una sonrisa involuntaria se aloja en mis labios. —Hola Sesshomaru—él besa la comisura de mis labios. —Mierda, te extrañaba joder—beso sus labios y me separo. —Culpa tu trabajo—él me da una extraña sonrisa. —Si—enarco una ceja. —¿Te pasa algo?—niega y camina hasta el mueble. —Ven aquí preciosa—río y me siento ahorcada de su cuerpo—de verdad te extrañé Rin—besa mi cuello y sonrío. —Lo sé, es que soy genial—digo y lo miro directamente a los ojos—Sesshomaru—él acaricia mi mejilla y cierro los ojos. —¿Si?—los abro y lo miro directo a los ojos. —¿Tu nunca me mentirías?—me sonríe. —Nunca—lo dice sin titubear. —Bien—me levanto aspirando su fragancia—¿Qué significa esto?—esparzo las fotografías en la mesa y Sesshomaru abre los ojos. —Rin—dice despacio. —Explícame que significa esto Sesshomaru. Dime que son falsas porque tú nunca me mentirías mirándome a los ojos—él parece atrapado y mira a todos los lugares para mirar las fotografías. El silencio cae sobre el lugar y muerdo mis labios esperando a que hable, él solo me mira en silencio. En este momento necesito que hable porque si me está enviando mensajes con el cuerpo, lamentablemente no llegaran nunca, estoy totalmente bloqueada y necesito aplacar mi mente. Sesshomaru parece culpable y eso hace que mis fuerzas caigan. Mis piernas tiemblan y caigo de rodillas sobre el suelo frío sin apartar la vista de ser desconocido que permanece inmóvil en el centro de mi sala. Ahora él no necesita las palabras para decirme lo que pasa. —¿Me fuiste infiel Sesshomaru?—pregunto y se queda en silencio—me engañaste ¿cierto?—sus ojos dorados se miran asustados. —No es lo que crees—dice con rapidez y me levanto. —Te acostaste con Sara y Kagura—murmuro sin dejar que las lágrimas salgan. —Sí, pero Rin—mi cuerpo se siente cansado. —Pensé que de verdad esto que teníamos era serio Sesshomaru, que yo de verdad te gustaba, que te encantaba yo aparte de lo físico, que te estaba enamorando—palmeo mi frente—que estúpida fui ¿no?—él se acerca y yo me alejo—no quiero que me toques—digo. —Estaba drogado Rin—no digo nada—Sara y Kagura me drogaron, estaba excitado, no recuerdo mucho—las lágrimas salen de sus ojos—pero te juro que no te quise engañar—me dice de rodillas. —¿Sabes lo triste de todo esto?—pregunto y el niega—que si me hubieras dicho eso antes yo te hubiera perdonado, porque mi yo estúpida aún confía en ti. Pero me mentiste Sesshomaru, no titubeaste para mentirme, lo hiciste mirándome a ojos—niego mirándolo. Sus lágrimas parecen tan reales. —Rin, todo fue un plan de ellas para... Alzo la mano para que haga silencio. —Ellas, Sesshomaru, no te dijeron que me mientas—muero mis labios—lo hiciste, me engañaste, desapareciste, apareces y me mientes—él se levanta e intenta acercarse, pero me alejo—largo de mi casa Sesshomaru—el niega. —No voy a perderte Rin, no cuando yo te a... —¡Basta!—mi grito lo hace sobresaltar—tu momento de pedir disculpas fue otro, lo dejaste pasar. Ahora quiero que te largues de mi casa y de mi vida—él niega, sus ojos dorados siempre llenos de vida parecen opacos. —Rin—respiro hondo. —Vete Sesshomaru, no quiero saber nada de ti nunca más—sin que lo espere él me besa y por unos momentos me pierdo en ese sabor que me enloquece, ese que me hace gritar de placer, que envuelve mi mente en una maraña de emociones, ese que hace latir mi corazón de manera desenfrenada. Lo aparto y le cruzo la cara con tanta fuerza que me duele la mano. Sus ojos parecen sorprendidos y me miran como si no me reconociese, idiota, yo soy la única que no reconoce al imbécil frente a mí. Ese no es el mismo hombre que me ha besado, salvado y me ha hecho el amor en numerosas ocasiones. —No lo vuelvo a repetir Sesshomaru, si vuelves a buscarme entonces yo no seré buena contigo—el me mira triste. —Te amo Rin—nuevamente mi mano le cruza la cara. No soy amante de la violencia, pero al parecer Sesshomaru ha sacado mi lado salvaje, y no de buena manera. —Largo—él camina a la puerta. —Nunca quise lastimarte Rin—le sonrío con tristeza. —Pero lo hiciste—una última mirada y es entonces cuando las lágrimas que habitan en mis ojos son libres, el dolor en mi pecho arde y mi alma rota ya no aguanta más. Le abrí mi corazón, ¿así se siente un corazón roto? Si es así, no le deseo esto a nadie más que a Kagura y la maldita Sara, dos malditas que me la pagaran, y muy caro.
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