Dos días han pasado desde que estamos en Grecia, no está demás decir que estoy maravillada con el lugar, es increíblemente bello y a mí me gusta todo lo que tenga que ver con la metodología griega, como el maldito de Sesshomaru que parece ser un dios griego y yo muy dispuesta a ser su diosa.
Justo ahora me río de las locuras que tiene Kagome para decir, al parecer le tiene la ley del hielo a Inuyasha ya que lo ha estado ignorando. Está bien recalcar que Kagome tiene una fuerza de voluntad muy poderosa porque Inuyasha está buenísimo y si yo fuera ella estaría dándome ese manjar en todas las posiciones.
¡Que los dioses limpien mi mente pecaminosa!
Me acomodo los lentes de sol ya que Sesshomaru e Inuyasha están haciendo algo de hombres, o algo así menciono él, pero no le preste atención, estaba muy ocupada viendo un vídeo que me ayudara en algo especial que debo hacer.
Bebo otro sorbo de mi limonada mientras Kagome continúa parloteando sin cesar, aunque la fastidio y le hago bromas calientes sobre Inuyasha y ella, la chica me agrada bastante. Tiene una peculiar forma de ser que te atrapa enseguida y es hermosa. Ya sé porque Inuyasha está babeando por ella, la chica es una gema.
—Sabes Rin—su voz me saca de mis pensamientos—no sé a quién la amigis odia más, si a ti o a mí. Ni que le haya robado el novio—dice pasando una mano por su abundante cabellera.
—Creo que solo necesita un hombre que le de fuerte en todas las posiciones—digo de manera distraída y ella se ríe con las mejillas sonrojadas.
—Sesshomaru y tú son dos pervertidos—me acusa como una niña.
—Por eso lo adoro—estrujo sus mejillas y ella chilla—con relación a Kagura, ella de verdad no sabe a quién elegir de los hermanos, es como si esperara que uno la rechazara para correr por el otro. La chica es hermosa, pero lo pierde todo al no tener ni dignidad ni respeto por las novias de ellos—Kagome me mira maravillada.
—Estas cosas no puedo hablarlas con Inuyasha porque frente a él ella es una monja—gruñe molesta.
—Yo pensé en ser monja una vez—digo sentándome y mirándola de frente.
—¿De verdad?—pregunta ella con sorpresa—porque tú de monja tienes lo mismo de yo siendo sumisa; nada—me río un poco.
—Obvio que lo pensé, incluso en cómo iban a ser mis oraciones—ella me mira con desconfianza.
—¿A ver cómo serían?—le sonrío y aclaro mi garganta.
—¡Oh Dios mío!, ¡si!—gimo y Kagome abre los labios poniéndose completamente roja—¡oh si quiero sentirte!, ¡dámelo todo!, ¡sí!, ¡oh Dios!—sigo y ella tose de manera descontrolada haciendo que mis carcajadas resuenen con fuerza por todo el lugar.
—¡Rin!—me grita roja y avergonzada.
—Que no te de pena cariño—le guiño un ojo y ella suspira.
—Y dicen que la loca soy yo—murmura riendo.
—Kagome ¿sabes bailar?—ella me mira con sorpresa.
—Me encanta bailar, pero que quede entre nosotras ¿si?—asiento—sí sé ¿Por qué?—la miro maravillada.
—Enséñame a bailar, quiero sorprender a Sesshomaru esta noche—le digo con calma y ella sonríe.
—Golosa—dice en confianza.
—No sabes cuánto—ella serie negando.
—Entonces vamos, yo te enseñaré—me pongo de pie y amarro la tela que cubre mi cintura. Mi bikini color verde es pequeño, pero tan sexy que me siento única en el.
Ambas caminamos al interior de la casa. Kagome comenta algo sobre yo siendo una mala bailarina que me hace reír a carcajadas, ella es una chica tan cómica.
Cuando llegamos a la habitación que compartimos Sesshomaru y yo ella me sonríe.
—Espérame aquí—sale y yo me siento en la cama.
Ella vuelve con una silla y la pone en el centro de la amplia habitación. Mi mirada se pasea por la habitación donde Sesshomaru y yo hemos hecho mucho más que charlar y dónde su caramelo me ha dado mucho placer.
—¿Entonces una silla me hará no parecer una ardilla retrasada mientras bailo?—pregunto apuntando hacia la silla. Kagome me mira como si me salieron dos cabezas.
—Rin—su mano golpea mi nuca—concéntrate—hago uno de esos pucheros que ponen duro a Sesshomaru y le hacen querer follarme salvaje—esto es para ensayar, por supuesto—asiento y me levanto.
—Una pregunta—digo levantando la mano.
—A ver, ¿cuál?—muerdo mis labios.
—¿Eso lo hará perder el control? Quiero que en cuanto me vea quiera desnudarme y...
No sigo porque Kagome está tosiendo y roja. Ella es muy inocente a veces. Ella no sabe que Sesshomaru y yo la escuchamos gemir en el avión, pero es mejor dejarla en su mundo de fantasía donde no sienta vergüenza al mirarnos a la cara.
—Creo que si es como el hermano...
Enarco una ceja y ella abre los ojos como platos.
—¿Así que Inuyasha es un salvaje?—ella mira hacia otro lugar.
—No... Digo... Es qué... ¡Rin! No me hagas avergonzarme por favor—me río y ella cubre sus mejillas.
—Bien, enséñame a ser una maquina sexy—digo moviendo mis caderas estilo Shakira, claro que parezco una roca, no me muevo.
Kagome me muestra posturas sexuales a la hora de bailar y yo las prácticos ganándome comentarios maliciosos de parte de ella, creo que es como venganza a todas las veces en que Sesshomaru la hemos hecho sentirse avergonzada.
Bailar no es fácil.
El sudor navega por mi cuello y mi cuerpo se siente algo cansado, pero aun así sigo bailando porque quiero ver la cara de Sesshomaru.
Me encanta sorprenderlo con cosas nuevas, no me gusta lo monótono, por eso me estoy esforzando en que se le levante como roca con sólo verme.
Estoy creyendo que en mi otra vida fui una ninfómana sin control, es que con esas ganas de desnudar a Sesshomaru cada vez que lo veo, no es normal.
Tal vez fui una prostituta, de ser así, espero que haya sido una con clase.
Cuando Kagome cree que controlo un poco ya los movimientos me deja irme a bañar. Sonrío queriendo ver la cara de Sesshomaru cuando me vea.
—¡Rin!—el grito del hombre que me roba más que gemidos, se escucha con fuerza—tengo tiempo esperando que salgas, me bañaré en la habitación de invitados.
—Bien—le grito y sido duchándome.
Me coloco unas bragas rojas al igual que el sujetador. Unas ligas blancas y me maquillo. Mi pelo lo dejo lacio cayendo a los lados de mis hombros. Sonrío al mirarme. Creo que si hago esto más seguido Sesshomaru ya no querrá ver a otra mujer en su vida. Joder, soy el maldito infierno de lo caliente que me veo.
Con una sonrisa sabiendo que se encuentra fuera de las paredes del baño, me coloco los tacones y salgo fuera. Sesshomaru se encuentra tecleando en el celular. Mis tacones delatan mi llegada y es como verlo en cámara lenta. Como sus ojos se abren a la vez que suben por mis piernas y suben por todo mi cuerpo. Un jadeo se escapa de sus labios al llegar a mi rostro. Muerdo mis labios y camino a reproducir una canción sexy love is a b***h de Two Feet suena.
La música comienza y mi cuerpo se balancea como Kagome me enseñó, me siento sexy al ver como soy comida literalmente por los ojos de Sesshomaru. Siento todo el poder que justo ahora poseo sobre él. Me siento en la silla moviendo mi cintura, abro mis piernas a la vez que mi cabeza se balancea hacia atrás. mis manos acarician mi cuerpo como si fuese la primera vez que lo tocan, muerdos mis labios y sigo bailando con la canción erótica sonando en las cuatros paredes.
—Rin—la voz de Sesshomaru es tan ronca que por un momento no estoy segura de que es él quien habla.
—¿Si?—murmuro sin dejar de bailar mirándolo a los ojos.
—Ya no puedo seguir mirando como bailas y no hacer nada, me estas matando—le regalo una sonrisa.
—Tu querías un baile en privado ¿lo olvidas? Ahora espera que termine—muevo mi cabello y él agarra las sábanas tratando de controlarse.
Yo camino con sensualidad hacia el para luego subir a la cama y gatear hasta quedar a ahorcadas de él.
—Los tacones se quedan, la liga se queda, lo demás me estorba—sus labios asaltan los míos haciéndome gemir de placer. Sesshomaru es un mundo de pasiones que me enloquecen, este hombre me encanta. Porque nadie más que nosotros conoce nuestro placer.