—Tú no tienes ni voz ni voto, cállate —bramó. No sé en que momento sucedió, todo había pasado tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar y mucho menos las demás personas. En un segundo Alessandro estaba a mi lado y en el otro se dirigía hacia el señor Smith demasiado furioso, ahogué un gemido cuando lo agarró de la camisa y lo alzó. —¡Vuelve hablarle así a mi novia y las pagaras! —lo zarandeó varias veces, el pobre viejo se notaba aterrado. Estaba atónita mientras veía todo. Había perdido los estribos, todos están igual de impactados que yo. —¡Alessandro! —gritó su padre. Fui corriendo hasta él para separarlos. —Alessandro, no tienes que hacer esto. Vamosno, por favor —supliqué. Quería llorar, todo era mi culpa. —Estas advertido —lo soltó y su mirada recayó en Amelia, la forma en