¿Qué pensaban ellos? ¿acaso estábamos en el siglo quince o qué?
—Pensé que tenías un novio y aun así estas aquí, hablando de matrimonio con alguien que ya no tiene ningún vínculo sentimental contigo —entrelacé mi mano con la de Alessandro y sonreí—. Yo soy su novia, así que bájate de la nube en la que te has montado solita, ¿amor, le decimos?
Ambos me miraron confundidos.
¿Qué mierdas estaba haciendo? ¡peligro! ¡peligro!
—¡Detente! —gritó mi subconsciente, pero en realidad casi nunca le hacía caso.
—¿Qué cosa me tienen que decir? —preguntó de inmediato.
—Sí —dijo entre dientes—. ¿Qué cosa amor? —rio nervioso, jalándome de la mano y negando.
—La verdad es que no eres tan especial para saberlo antes que todos —dios, no me conocía—. Lo sabrás con el tiempo y si nos permites, tenemos conversaciones más importantes.
Nos despedimos. En cuanto estuvo lejos de nuestra vista, Alessandro empezó a caminar rápidamente, esquivando a todos lo que pasaban por nuestro camino. Fuimos aparar a un improvisado jardín, no había nadie.
—¿Le decimos? —inquirió bastante enojado—. ¿Qué querías decir con eso? ¿acaso quieres volverme loco? ¿o peor, ponerme en una situación peligrosa con mis padres?
Lo empujé y señalé enojada.
—No te vayas atrever a subir el tono de tu voz o te juro que me marcho, además un gracias no estaría bien, ¿no crees?
¿Por qué no podía agradecer y ya?
—¿Gracias? ¿Qué quieres que te agradezca? —exigió saber—. Solo tenías que aparentar ser mi novia, nada más, pero mira lo que has dicho…nadie puede ser tan bobo para no darse cuenta que le estabas insinuando que estamos comprometidos.
—No hacia eso —aclaré en defensa. Alzo una ceja incrédulo, cruzándose de brazos—. Está bien lo admito —alcé las manos rindiéndome—. Me pasé un poco, ¡está bien bastante! Pero alguien debía ponerla en su sitio, no sabes cuantas personas deben de estar agradeciéndomelo justo en este momento.
Miré hacia la fuente que teníamos en frente, necesitaba tratar de ocultar mi sonrisa, pero era claro que no podía. No me arrepentía de absolutamente nada.
Amelia quería rebajarme y se la devolví.
—¿Sabes que ahora encabezaras su lista negra? —agarró suavemente mi rostro, moviéndolo hacia él.
—Sí.
—¿Y que probablemente esto se lo cuente a mis padres?
¿por qué su mirada era tan intensa? ¿y por que se acercaba cada vez más?
—Sí —respondí.
—¿Así que tal vez no le agrades a mi madre?
—Sí.
—¿Así que ahora me darás un beso?
—SÍ
Su mirada se ensanchó, lo que me hizo detenerme un segundo a pensar lo que me había preguntado.
—Shh —llevó su dedo a mis labios—. Acabas de aceptar que te bese, así que no pondrás objeción cuando lo hagas, ahora vamos…necesito hablar con los accionistas.
[…]
Dos días después.
—¿Te gustó la película? —le pregunté a Lucia, quien no paraba de sonreí.
Como le prometí dos noches anteriores, la había traído a ver Encanto, el nuevo estreno de Disney, ahora se sentía con más fuerzas y sabía que era una oportunidad para cumplir con mi palabra.
El día anterior no había sido uno muy bueno para ambas, cuando ella estaba mal yo igual, su dolor era el mío.
—Sí mami, ¿crees que podría tenerlos en mis manos?
¿Cómo podía decirle que no si me miraba de esa forma? Era débil con ella.
—No lo sé cariño, pero haré lo posible por encontrar los muñecos —mi barriga rugió en señal de hambre, lo que me hizo considerar la idea de comer acá en el centro comercial—. ¿Te parece si vamos a comer algo ligero?
—Sí —asintió rápidamente.
Mientras buscaba un local de comida o un restaurante, notaba que muchas personas se nos quedaban viendo de una manera extraña, cuando empezaron a sacar sus teléfonos y a tomarnos fotos me alerté.
Cargué entre mis brazos a Lucia para caminar mas rápido, era mejor si nos fuéramos.
—¡Allá esta! —alguien gritó.
Volteé a ver de quien se trataba y casi grité yo también. Un grupo muy grande de reporteros estaban a varios metros de nosotras dos y me señalaban.
—Oh por dios —empecé a correr por mi vida, agarré la chaqueta de Lucia y tapé su rostro.
—¿Es verdad que esta comprometida con el señor Lombardi? ¿Ella es la hija del señor Lombardi? —empezaron a gritar, cada vez más cerca de mí.
Divisé un restaurante y entré sin pensarlo, pidiéndole al guardia que no los dejara pasar.
—Mami, estoy asustada —su respiración empezó acelerarse.
—Mi amor no pasa nada —murmuré.
Me dirigí hasta el baño y la senté en la encimera. Refresqué su rostro mientras susurraba que todo estaba bien, que nada pasaba.
—¿Quiénes eran ellos?
—Personas que quieren saber de Alessandro, pero tranquila ellos no nos harán nada malo, ¿esta bien? —asintió aun asustada.
Mi celular empezó a vibrar y lo saqué.
Número desconocido.
—¿Sí? —contesté.
—¿Por qué saliste sin Jeremy? —era Alessandro, se notaba molesto y algo agitado—. Eres la novia de Alessandro Lombardi ¿acaso aun no googleas mi puto nombre, Maia?
Colgué y lo puse en vibrador, ahora la molesta era yo.
—¿Quién se creé para hablarme así? —inquirí, Lucia me vio confundida y negué—. No le hagas caso a mamá, Alessandro me pone histérica y solo llevamos tres días, no aguantaré tres meses…envejeceré.
—No entiendo —musitó.
Negué levemente y la bajé, iría a comer y después vería la forma de irme de aquí.
Nos sentamos en una mesa bastante retirada y pedí dos ensaladas con agua, Lucia no podía comer cualquier cosa, así que era lo mas nutritivo para ella según el menú que tenían.
—¿Cuándo podre comer bien, mami? —hizo un adorable puchero—. Estoy cansada.
—Muy pronto cariño, tu solo debes de ser fuerte —acaricié su mejilla y la alenté a comer.
Mi celular seguía vibrando una y otra vez, pero claramente no le contestaria.
—¿Y después podremos ver al tío Andrés?
—Y después viajaremos donde el tío Andrés, claro que sí —dije un poco distante. Aun cuando solo lo había visto un par de veces, amaba a mi hermano.
Bebía un poco de agua, cuando Lucia gritó emocionada llamando a su “amigo” me atraganté de inmediato.
—Mierda —dije entre dientes, tratando de no morir ahogada.
—Oh mi amor —llegó Alessandro a nuestra mesa y se sentó a mi lado—. Mira cómo te pongo, hasta casi te ahogas de la emoción.
Lo fulminé y achiqué mis ojos, quería golpearlo.
—¿Qué haces aquí? —susurré molesta.
—Están en todo el internet, ¿sabes? —imposible, que exagerado era—. Solo vine a protegerlas, pero lo más importante —le sonrió a Luci y la levantó de su asiento para ponerla en sus piernas—. Vine a ver como estaba la niña mas hermosa de este mundo.
Sus pequeñas mejillas se sonrojaron y escondió su rostro entre el cuello de Alessandro.
—Ya quisiera yo —murmuré viéndola.
—¿Qué?
—Nada, ¿así que viniste por nosotras? —cambié de tema—. Necesitamos llegar a casa, hoy debe de estar en la clínica.
—Lo sé y ya arreglé todo para que recibiera sus diálisis en casa, también adecuamos un cuarto con todo lo que pueda necesitar.
Quedé sorprendida, enmudecida, no tenia palabras.
Parpadeé varias veces, mientras me preguntaba a mi misma el porqué.
—¿Qué pasa, Maia? —acarició mi mejilla preocupado.
—Vamos no —me paré rápidamente de la silla, agarré mi bolso y los esperé impaciente.
Se levantó con Luci y con su manó libre entrelazó nuestras manos. Al salir me di cuenta que ahora había más personas, pero esta vez unos guardias nos esperaban, nos hicieron camino y escoltaron hasta la salida, donde Jeremy nos esperaba.
¿Acaso todo sería así durante todo este tiempo? ¿no tendría una vida normal?
¿Quién rayos era Alessandro Lombardi?
Había aceptado ser la novia de alguien que no conocía, aunque las razones eran buenas, pero…debía de saber quien era él.
No dije nada en el camino, solo escuchaba la conversación que mantenía con mi hija, quien le narraba a su estilo toda la película.
Cuando llegamos a casa le pedí que subiera a su habitación, necesitaba aclarar un par de puntos con Alessandro, antes googleé su nombre y me di de cara con la realidad.
“Una de las familias más ricas e importantes de Estados Unidos”
“Heredero de un gran imperio”
“Considerado el hombre más sexy de toda América”
“Se graduó de Harvard”
“Billonario”
Apagué el teléfono y entendí todo, había entrado en la boca del lobo sin saber.
Ahora mi nombre estaba en internet, ¡en realidad estaba en internet con fotos mías y de Lucia! ellos lo verían tarde que temprano, sería un problema.
—¡Mierda! —grité, empezando a entrar en pánico—. Debí de ser prostituta, no debí elegir este acuerdo aun cuando se tratara de Lucia, es mi fin…estoy…
El aire empezaba faltarme.
—¿Qué dices? Cálmate Maia, estas teniendo un ataque de pánico. ven sentemos no y respira profundo, mírame —agarró mi rostro entre sus manos y me obligó a verlo—. Respira.
Inhalé y exhalé lentamente, varias veces hasta que pude calmarme. Mi hija no podía verme de esta manera.
—Lo siento —susurré, soltándome de tu agarré.
—¿Qué pasa? Veías algo en teléfono y empiezas a decir estupideces. ¿Cómo es que prefieres esa vieja vida que esta?
—No es así, estoy agradecida, pero…no sabía quién eras, ahora que lo sé ya es muy tarde para retroceder. Mi rostro esta en la internet y no, no Alessandro.
Me miró confundido, trataba de entenderme, pero esto era algo muy largo y complicado.
—¿Qué tiene de malo eso? —preguntó.
—Mucho, ahora sabrán donde estoy…me quitaran a Lucia, lo sé…ellos —las lágrimas empezaron a salir, no podía retenerla.
Me abrazó desesperado y ahora si lloré aún más. Muchas veces llegué a necesitar un abrazo y nunca lo encontré.
—Llora, sácalo todo… te hará bien.
Si solo supiera.
—Gracias —murmuré mientras me separa.
—¿Qué pasa? Cuéntame por favor, necesito entender —se veía realmente preocupado, pero vamos, solo nos conocíamos de días, no podría estar preocupado por una prácticamente desconocida.
—Entre menos sepas es mejor —cité sus palabras.
Ambos nos miramos fijamente por varios segundos que parecieron una eternidad, la forma en que me miraba era atrayente, hipnotizante.
Me gustaba.
—Está bien no te presionaré, pero tarde o temprano lo sabre.
—Quería discutir contigo y mira, terminé llorando —empecé a reírme por la situación tan deprimente en la que estaba.
—¿Y ahora estas riendo? —asintió sorprendido—. Jamás podre entender a las mujeres.
—Ni lo intentes, terminaras desquiciado —reímos hasta que recordé por qué tenía que hablar con él—. Necesitamos hablar y aclarar un par de puntos.
Esperaba que mis padres y especialmente él no se encontraran con mi rostro en la internet, no por ahora…necesitaba pensar lo que haría.
—Antes de eso déjame decirte algo —asentí—. Amelia habló con mis padres y les insinuó que te había propuesto matrimonio, lo que hace que ahora quieran conocerte con más intensidad, iremos a desayunar con ellos mañana y aclararemos que no nos hemos comprometido.
—¿Por qué lo aclararemos? ¿Por Amelia o por tus padres? —quise saber—. Debo saber, de esa manera no volveré a cometer ningún error.
—Lo que hiciste estuvo bien —aclaró sonriente—. Amelia se va a separar del idiota de Aaron, así que sigue haciendo eso…
Lo miré sin entender nada.
¿Qué acababa de decirme?
—E-Entonces haces todo esto para que ella deje a su novio y vuelva contigo —traté de entender.
No respondió, solo se levantó.
¿Se marchaba?
—Responde —insistí.
—Entre menos sepas es mejor, Maia —guiñó un ojo y se marchó.