Emily lo meditó por un momento. En realidad, Cristina tenía mucha razón, ni siquiera le había dado una oportunidad a David y eso que él le había demostrado muchas veces estar más que interesado en ella. Cuando nadie se tomó la molestia de siquiera peguntarle cómo se sentía o intentaban subirle el ánimo, apareció David, apoyándola en todo momento y siendo el único capaz de robarle una sonrisa sincera y libre de nostalgia. —Yo... bueno... no lo sé... —Piénsalo. Bueno Emily, tengo que irme, tengo otra llamada. Hablamos mañana. Se despidieron y Emily colgó casi por inercia, puesto que seguía pensando en el consejo de Cristina. Se lanzó de espaldas a la cama, dando un rebote al caer. Cerró los ojos con fuerza y enfado. Había tomado la decisión de hablar con David para aclarar sus sentimiento