Ángela se quedó más atrás, esperando que la pelea de ambos terminara. Miró hacia otro lado, dándoles su espacio, no quería que la incomodidad de su hermano la traspasara a ella también, era algo que ambos debían resolver solos. A lo lejos divisó la laguna donde habían botes para pasear e incluso cisnes y patos que la gente alimentaba, generalmente, con migas de pan. No faltaba el molestoso que le daba papas fritas o chocolates. Caminó por ese lado, pensando que Ángel y Cristina seguirían su discusión por el mismo camino hacia la laguna. No supo en qué momento se encontraba completamente sola, con familias a su alrededor riendo y charlando, parejas en lo mismo y niños jugando, pero ni su hermano ni su amiga se veían a lo lejos y mucho menos cerca de ella. Comenzó a impacientarse y a camina